Cristina habla con Alberto Fernández después
de 10 años, Moyano dice que se sentaría a tomar un café con ella sin ningún
problema, Adolfo Rodríguez Saá y la otra senadora del PJ de San Luis abandonan
el bloque de Pichetto y podrían sumarse al del FPV; los actos del aniversario
de Resistencia se convierten en una cumbre peronista/kirchnerista con gestos
públicos del “Coqui” Capitanich y Alberto Rodríguez Saá de cara al 2019 y con
la presencia de los intendentes kirchneristas del conurbano y el interior bonaerense
(Ferraresi, Secco, Magario, Durañona).
Ayer mismo en Buenos Aires comenzaron las
jornadas de discusión política en la UMET, organizadas por sectores del
kirchnerismo, el randazzismo y el Frente Renovador (Felipe Solá y Arroyo); para debatir sobre la
actualidad política y las propuestas a futuro, y la Comisión de Economía del PJ (con la participación de una gama variada de economistas que va de
Boudou a Moreno, pasando por Felleti, D’Attelis y Silvina Batakis, entre otros)
discute un plan de contingencia para salir de la crisis en la que nos sumieron
las políticas de Macri.
Son -en una apretada síntesis- hechos
relevantes que se sucedieron en el amplio mundo de “los peronismos” en los
últimos días, y que marcan a las claras que el sector más importante de la
oposición entiende que puede dar la pelea en el 2019 (Capitanich, el “Chivo”
Rossi y Alberto Rodríguez Saá lo han dicho explícitamente) y empieza a
organizarse con ese objetivo; a tono con las encuestas que marcan una caída
vertical de la imagen de Macri y su gobierno, que aun no puede ser capitalizada
por ningún sector de la oposición por su fragmentación.
En ese amplio conjunto cuyos bordes aun
están por definirse Cristina (la dirigente con mayor caudal y potencia
electoral propios de todo el peronismo y la oposición) se corre deliberadamente
del centro de la escena, para dar lugar a que otros (Capitanich, Rossi,
Cabandié, Filmus) articulen en su nombre puentes de convergencia con otros
sectores del peronismo, quitando del camino la excusa a los que le escapan a
una foto con ella.
Mientras y como
consecuencia directa de las políticas del gobierno, crece el malhumor social
por los despidos y tarifazos, ante lo cual es lógico que el protagonismo y la
delantera los lleven Moyano y los sindicalistas: al fin y al cabo eso era lo
que se venía reclamando; y ya vendrán los tiempos de la política en sentido
estricto (alianzas, candidaturas, plataformas), aunque es saludable que se
empiece a trabajar ya en la construcción de una alternativa, desterrando la
idea de una derrota cantada en las próximas presidenciales.
Y hablando de
sindicalismo, en la marcha de Camioneros del 21 confluirán los sectores de la
CGT que apoyan a Moyano, junto con la Corriente Federal de los Trabajadores de
Palazzo y las CTA de Yasky y Michelli; mientras los “gordos” se auto marginan
de la convocatoria y negocian con el gobierno su plato de lentejas para seguir
colaborando con el propósito oficial de conseguir rebajas del salario real, y
flexibilización de las condiciones salariales, sin costo social.
El bochornoso
episodio de los gremios “invitados con tarjeta” a la paritaria nacional docente
pactaron una contribución especial del gobierno por carnerismo, y los arreglos bajo cuerda
de los sectores anti Moyano de la CGT por fondos a las obras sociales y
promesas de “cláusulas gatillo encubiertas” en las paritarias de sus gremios,
demuestran que al gobierno le interesa más -hoy por hoy- ampliar su base de
apoyo en el sindicalismo, que en la política; porque su objetivo central no es
pasar tal o cual ley en el Congreso, sino seguir reduciendo la participación de
los trabajadores en la renta nacional; bajo el eufemismo de “bajar el costo
argentino”.
De allí que ya no
necesite de una oposición “constructiva” y “dadora voluntaria de
gobernabilidad” que le aporte manos levantadas en el Congreso, tanto como de
sindicalistas que le garanticen no hacer paros, ni salir a la calle: hoy la
estrategia de Macri es dictar todos los DNU que hagan falta cuando lo crea
oportuno, y darle rienda suelta a Patricia Bullrich para que a su vez les
suelte el bozal a las fuerzas de seguridad y produzcan uno, dos, cien
Chocobares por todo el país; corriendo el eje de la preocupación social de lo
económico y social, hacia la inseguridad y la mano dura.
Esos son los datos
duros de la realidad, que algunos opositores se empecinan en desconocer: el
despiste de Bossio y Massa no podría ser mayor, creyendo uno que puede ayudar a
“pulir” el mega DNU con leyes correctivas “porque el problema son las formas”
(como cuando le pidieron a Macri, en otro contexto, que mandara los pliegos de los jueces de la
Corte que había nombrado por decreto), y suponiendo el otro que le puede seguir
disputando al gobierno el voto anti kirchnerista y manodurista, tomando
distancia de Cristina y sacándose fotos con Giuliani.
Esos mismos datos
políticos son los que determinan el ostracismo total de la “liga de
gobernadores”, que se supuso por muchos un actor político de relevancia hacia
el interior del peronismo, y en el sistema político nacional en general: como
tal ya no existe, y los que aspiraban a formarla se dividen entre los que
sobreactúan macrismo de segunda selección como Urtubey y Schiaretti, y los que
están empezando a padecer los aprietes para ajustar en sus provincias, por
haber firmado el pacto fiscal.
Esto explica a su
vez el silencio de Pichetto: el Pacto de la Moncloa criollo que imaginó junto a
Sanz (otro radiado hace tiempo del círculo áulico presidencial) en el que
tendría su rol relevante haciendo lo que más le gusta (jugar al Maquiavello
sin votos que tras los cortinados coparticipa de las decisiones de Estado más
importantes) termina en un Congreso clausurado a fuerza de DNUS, y el
despliegue de una doctrina represiva para resolver el conflicto social; con la
cual está íntimamente de acuerdo, pero para cuya ejecución no lo necesitan.
Después del buen
resultado en las elecciones de octubre del año pasado terminó por emerger el
Macri auténtico, al que le gusta perseguir y estigmatizar sindicalistas y
recortar derechos y salarios a los trabajadores sin que le pongan freno;
conduciendo un proceso en el que la utopía del cambio prometido queda reducida
a la mano dura discursiva y real, para contener al núcleo duro de sus votantes, y que soporten las inclemencias de lo que imaginaron una "revolución de la alegría".
Lo que está por
verse es no solo cuanto puede aguantar este modelo con esas limitadas
herramientas cuando el tubo de oxígeno del endeudamiento podría cortarse u
obstruirse por la suba de tasas en EEUU (de hecho y por eso el gobierno se está
endeudando en el país, con la cláusula gatillo por la inflación que le niega a
las paritarias, para cubrir a los inversores); haciendo aflorar de a una todas las inconsistencias
estructurales acumuladas.
Como fuere, un
panorama que por convicción, por necesidad o por espanto (y no importa en
definitivas cuanto de cada cosa haya) está provocando el lento pero seguro
rearmado de la oposición “opositora” dispersa; y un enorme signo de
interrogación en la “colaborativa” sobre hasta que punto conviene asirse a los
restos del naufragio, aunque éste todavía no se haya producido; sobre todo
cuando al iceberg (como en el Titanic) no se ve, pero se adivina.
pibe, nunca publiqué un comentario en tu blog, aunque me río y comparto tus frases de portada, pero ahora te comento una cosa: después de leer muuuuucho al respecto, creo que éste posteo tuyo está lejos lejos de los demás, en claridad política. la tenés más clara que el agua. obvio, muchísimas gracias.
ResponderEliminarGracias a vos, por lo de pibe
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