viernes, 9 de febrero de 2018

ARMANDO EL ROMPECABEZAS OPOSITOR


Cristina habla con Alberto Fernández después de 10 años, Moyano dice que se sentaría a tomar un café con ella sin ningún problema, Adolfo Rodríguez Saá y la otra senadora del PJ de San Luis abandonan el bloque de Pichetto y podrían sumarse al del FPV; los actos del aniversario de Resistencia se convierten en una cumbre peronista/kirchnerista con gestos públicos del “Coqui” Capitanich y Alberto Rodríguez Saá de cara al 2019 y con la presencia de los intendentes kirchneristas del conurbano y el interior bonaerense (Ferraresi, Secco, Magario, Durañona).

Ayer mismo en Buenos Aires comenzaron las jornadas de discusión política en la UMET, organizadas por sectores del kirchnerismo, el randazzismo y el Frente Renovador (Felipe Solá y Arroyo); para debatir sobre la actualidad política y las propuestas a futuro, y la Comisión de Economía del PJ (con la participación de una gama variada de economistas que va de Boudou a Moreno, pasando por Felleti, D’Attelis y Silvina Batakis, entre otros) discute un plan de contingencia para salir de la crisis en la que nos sumieron las políticas de Macri.

Son -en una apretada síntesis- hechos relevantes que se sucedieron en el amplio mundo de “los peronismos” en los últimos días, y que marcan a las claras que el sector más importante de la oposición entiende que puede dar la pelea en el 2019 (Capitanich, el “Chivo” Rossi y Alberto Rodríguez Saá lo han dicho explícitamente) y empieza a organizarse con ese objetivo; a tono con las encuestas que marcan una caída vertical de la imagen de Macri y su gobierno, que aun no puede ser capitalizada por ningún sector de la oposición por su fragmentación.

En ese amplio conjunto cuyos bordes aun están por definirse Cristina (la dirigente con mayor caudal y potencia electoral propios de todo el peronismo y la oposición) se corre deliberadamente del centro de la escena, para dar lugar a que otros (Capitanich, Rossi, Cabandié, Filmus) articulen en su nombre puentes de convergencia con otros sectores del peronismo, quitando del camino la excusa a los que le escapan a una foto con ella.

Mientras y como consecuencia directa de las políticas del gobierno, crece el malhumor social por los despidos y tarifazos, ante lo cual es lógico que el protagonismo y la delantera los lleven Moyano y los sindicalistas: al fin y al cabo eso era lo que se venía reclamando; y ya vendrán los tiempos de la política en sentido estricto (alianzas, candidaturas, plataformas), aunque es saludable que se empiece a trabajar ya en la construcción de una alternativa, desterrando la idea de una derrota cantada en las próximas presidenciales.

Y hablando de sindicalismo, en la marcha de Camioneros del 21 confluirán los sectores de la CGT que apoyan a Moyano, junto con la Corriente Federal de los Trabajadores de Palazzo y las CTA de Yasky y Michelli; mientras los “gordos” se auto marginan de la convocatoria y negocian con el gobierno su plato de lentejas para seguir colaborando con el propósito oficial de conseguir rebajas del salario real, y flexibilización de las condiciones salariales, sin costo social.

El bochornoso episodio de los gremios “invitados con tarjeta” a la paritaria nacional docente pactaron una contribución especial del gobierno por carnerismo, y los arreglos bajo cuerda de los sectores anti Moyano de la CGT por fondos a las obras sociales y promesas de “cláusulas gatillo encubiertas” en las paritarias de sus gremios, demuestran que al gobierno le interesa más -hoy por hoy- ampliar su base de apoyo en el sindicalismo, que en la política; porque su objetivo central no es pasar tal o cual ley en el Congreso, sino seguir reduciendo la participación de los trabajadores en la renta nacional; bajo el eufemismo de “bajar el costo argentino”.

De allí que ya no necesite de una oposición “constructiva” y “dadora voluntaria de gobernabilidad” que le aporte manos levantadas en el Congreso, tanto como de sindicalistas que le garanticen no hacer paros, ni salir a la calle: hoy la estrategia de Macri es dictar todos los DNU que hagan falta cuando lo crea oportuno, y darle rienda suelta a Patricia Bullrich para que a su vez les suelte el bozal a las fuerzas de seguridad y produzcan uno, dos, cien Chocobares por todo el país; corriendo el eje de la preocupación social de lo económico y social, hacia la inseguridad y la mano dura.

Esos son los datos duros de la realidad, que algunos opositores se empecinan en desconocer: el despiste de Bossio y Massa no podría ser mayor, creyendo uno que puede ayudar a “pulir” el mega DNU con leyes correctivas “porque el problema son las formas” (como cuando le pidieron a Macri, en otro contexto, que mandara los pliegos de los jueces de la Corte que había nombrado por decreto), y suponiendo el otro que le puede seguir disputando al gobierno el voto anti kirchnerista y manodurista, tomando distancia de Cristina y sacándose fotos con Giuliani.

Esos mismos datos políticos son los que determinan el ostracismo total de la “liga de gobernadores”, que se supuso por muchos un actor político de relevancia hacia el interior del peronismo, y en el sistema político nacional en general: como tal ya no existe, y los que aspiraban a formarla se dividen entre los que sobreactúan macrismo de segunda selección como Urtubey y Schiaretti, y los que están empezando a padecer los aprietes para ajustar en sus provincias, por haber firmado el pacto fiscal.

Esto explica a su vez el silencio de Pichetto: el Pacto de la Moncloa criollo que imaginó junto a Sanz (otro radiado hace tiempo del círculo áulico presidencial) en el que tendría su rol relevante haciendo lo que más le gusta (jugar al Maquiavello sin votos que tras los cortinados coparticipa de las decisiones de Estado más importantes) termina en un Congreso clausurado a fuerza de DNUS, y el despliegue de una doctrina represiva para resolver el conflicto social; con la cual está íntimamente de acuerdo, pero para cuya ejecución no lo necesitan.

Después del buen resultado en las elecciones de octubre del año pasado terminó por emerger el Macri auténtico, al que le gusta perseguir y estigmatizar sindicalistas y recortar derechos y salarios a los trabajadores sin que le pongan freno; conduciendo un proceso en el que la utopía del cambio prometido queda reducida a la mano dura discursiva y real, para contener al núcleo duro de sus votantes, y que soporten las inclemencias de lo que imaginaron una "revolución de la alegría".

Lo que está por verse es no solo cuanto puede aguantar este modelo con esas limitadas herramientas cuando el tubo de oxígeno del endeudamiento podría cortarse u obstruirse por la suba de tasas en EEUU (de hecho y por eso el gobierno se está endeudando en el país, con la cláusula gatillo por la inflación que le niega a las paritarias, para cubrir a los inversores); haciendo aflorar de a una todas las inconsistencias estructurales acumuladas.

Como fuere, un panorama que por convicción, por necesidad o por espanto (y no importa en definitivas cuanto de cada cosa haya) está provocando el lento pero seguro rearmado de la oposición “opositora” dispersa; y un enorme signo de interrogación en la “colaborativa” sobre hasta que punto conviene asirse a los restos del naufragio, aunque éste todavía no se haya producido; sobre todo cuando al iceberg (como en el Titanic) no se ve, pero se adivina.

2 comentarios:

  1. pibe, nunca publiqué un comentario en tu blog, aunque me río y comparto tus frases de portada, pero ahora te comento una cosa: después de leer muuuuucho al respecto, creo que éste posteo tuyo está lejos lejos de los demás, en claridad política. la tenés más clara que el agua. obvio, muchísimas gracias.

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