(*)
El Presidente no
saldrá a gritarlo en público, (Porque para eso los tiene a ustedes, los
buchones disfrazados de periodistas) pero en el fondo, sabe que su
enfrentamiento directo y terminal, (Epa ¿van a hacer que parezca un
accidente, Luis?) con Hugo Moyano, el sindicalista más poderoso de la
Argentina, es inexorable. Que la dinámica del conflicto no tiene retorno.
Mauricio Macri entiende que el complejo proceso por el que el ex secretario
general de Camioneros podría terminar en la cárcel, o condenado por la
justicia, ya se disparó, (Más que entender, fue él el que la disparó) y
que, en todo caso, detenerlo sería más costoso, en términos políticos, que
acompañarlo o soportarlo. (¿Vos decís que podría, Luis, no era que el
presidente no se iba a meter en las causas judiciales? Nos queda la duda si no
lo estará haciendo en otros casos, que no le traen costos) El irrefrenable
proceso se inició un día del año pasado, cuando, sin decir una palabra, el jefe
de Estado envió a los organismos de control, los que investigan el lavado de
dinero, y a los fiscales y jueces de Comodoro Py, la señal inequívoca de que
Moyano se encuentra dentro de su lista negra virtual. Es decir: en el interior
de la nave espacial imaginaria de 561, 582 o un número cercano a esa cifra de
personas, (Es un bingo ya esto, Majul) a las que, según el Presidente,
habría que embarcar y enviar lejos de la Tierra, para ayudar a la Argentina a
crecer como un país normal. (Hermoso todo esto que nos estás contando, Luis,
como los organismos de control y los jueces responden a los deseos
presidenciales para determinar a quien investigan o meten preso, y a quien no) Que
el vehículo para que Moyano vaya preso sea la causa en la que Roberto Bebote
Alvarez aparece como el jefe de una asociación ilícita; (Bebote viene a ser
el nuevo Fariña, Lanatta o Pérez Corradi. Siempre buscando testigos
irreprochables el macrismo) el expediente del promiscuo entrecruzamiento de
cheques y dinero entre OCA, la Federación de Camioneros, el Club Atlético
Camioneros e Independiente o la compleja y documentada denuncia que la semana
entrante presentará la diputada Graciela Ocaña al juez Claudio Bonadío es, en
verdad, indistinto. (O sea, poco importa si las acusaciones son una
paparuchada o no, porque la decisión de encanarlo ya la tomó Macri. Que lindo
era cuando decías que esas cosas pasaban porque las pruebas en contra de los
acusados eran abrumadoras, fue hace un montón, como dos o tres semanas) Lo
que importa, como bien lo sugiere el jefe de Gabinete, Marcos Peña, es el cambio
de época. (Y estar o no en la lista negra de Macri, digamos todo)
Es que la sociedad,
la opinión pública, o como se quiera denominar al humor imperante, (La lista
negra de Macri, debería llamarse, para honrar a la verdad) ya no tolera, en
el rutilante escenario de la política nacional, a los sindicalistas empresarios
que se hicieron multimillonarios a costa de los trabajadores que dicen
representar. (Y más que nada a los sindicalistas que le arrimaron alguna
moneda al bolsillo a los trabajadores que representan, como Moyano) Lo que
prevalecerá es la idea de que, a esta altura del siglo 21, no puede haber
dirigentes con reelección indefinida, (Salvo que cooperen con el gobierno,
como Cavallieri o Andrés Rodríguez) ni gremialistas que viajen en aviones
privados, pasen sus vacaciones en destinos exóticos y carísimos o vivan en
mansiones que ni siquiera poseen los empresarios con los que discuten la
paritaria. (Pobres, dános la nómina así les organizamos una colecta. Los
otros días nos contaba Paolo Rocca que veranea en las termas de Río Hondo, si
engancha algún viaje del PAMI) Lo que terminará derrotando a Moyano es que
ya no hay manera de explicar, desde la pura lógica de las cosas, que un
sindicato maneje un club de fútbol y sea dueño de propiedades, hoteles y bienes
de millones de dólares. (Claro, los derrotará eso, pero si la AFIP y los
jueces dan una mano, mejor) Ahora ni siquiera importa que esos dirigentes
hayan negociado los salarios más altos y las más beneficiosas condiciones
laborales. (Para nada, ¿a quién se le ocurriría vincular una cosa con la
otra? Fijáte sin ir más lejos como el gobierno investiga la UATRE aunque los
peones rurales están más tirados que el perejil. Ah, no, pará...) O que
hayan hecho funcionar a su obra social mejor que el promedio de las que operan
en la República Argentina. Moyano caerá por el propio peso de su imagen
negativa, y la presión simultánea que ejercerán los fiscales federales, la UIF,
la justicia penal económica y dirigentes con altísima credibilidad como Ocaña,
Elisa Carrió y posiblemente Margarita Stolbizer. (Ah, o sea que entonces no
va a caer solo, por su propio peso, ponéte de acuerdo. ¿Lo de Stolbizer depende
si por fin le dan o no el consulado que está reclamando desde hace dos años,
acumulando sobrados méritos?) Incluso la marcha del próximo 22 de febrero,
con su hijo Pablo Moyano a la cabeza, puede resultar un boomerang para el líder
gremial y un motivo de apoyo explícito al Gobierno contra las mafias
sindicales. (Seguro, por esto están organizando una marcha “espontánea” de
apoyo al gobierno fogoneada por los medios...para cinco días antes) Y ni
qué hablar de su alianza táctica desesperada con la senadora Cristina Fernández
de Kirchner, a quien Moyano le dijo de todo menos bonita. (Pero Luis, ¿no
piden todo el tiempo cerrar la grieta y dejar atrás los enconos, en qué
quedamos?)
La gran pregunta de
la hora no es que va a hacer el hombre del camión. Eso, ya se sabe y ya se ve,
y parece qué no le está funcionando. (¿Qué cosa Luis?, porque para la marcha
falta y la campaña de Independiente viene bien)
El recurso de meter en la misma bolsa de la corrupción a su padre
Franco, muy parecido al de Lázaro Báez y Julio De Vido, configura un lenguaje
de capanga que lo termina de enterrar. (Pero mirá si Franco va a tener algo
que ver con todo eso, a quien se le ocurre) La idea de llenar la calle con
medio millón de personas puede ser muy impactante durante el día en que se
produzca, pero al cabo de unas pocas horas se terminará diluyendo. (Ah, los
tiempos en los que una marcha era “un mensaje para el gobierno, que éste haría
bien en escuchar”. Y eso que eran unos cuantos viejos y viejas chotas con
cacerolas pidiendo que los dejen comprar dólares) La amenaza de parar la
economía haciendo que todos los camiones de la Argentina transiten por las
rutas y las avenidas o no más de 10 kilómetros por hora, (Ahora circulan a
velocidad normal, y la economía no estaría andando mucho que digamos, Luis) de
concretarse, (Y de hacerse, la amenaza, porque hasta acá es un invento tuyo)
alejará a Moyano todavía más de la mirada impiadosa de la opinión pública,
y lo colocará en el lugar del apretador, o del extorsionador. (Si lo aleja
de la mirada impiadosa lo acerca a la piadosa, o directamente no lo ven.
¿Arrancaste con un paro de sintaxis?) La gran pregunta, entonces, es si el
Presidente usará su poder político solo para quitarse de encima a Moyano (Volvemos
a tomar nota de el poder político del presidente se extiende a armarles causas
judiciales a los opositores, y apretar a los jueces para que los encanen.
Perfecto, sigamos) o se irá más allá, y atacará a fondo todo el sistema de
privilegio, corrupción y dinero negro (¿Vos decís que se convertiría en un
traidor a su propia clase y familia?) que maneja el sindicalismo (Ah,
claro, con los empresarios seguirá sin meterse porque sería escupir para
arriba) y ayudará a modernizar los convenios que, en vez de trabajo
genuino, generan más burocracia y más desocupación. (Ahí está el huevo, y no
lo pise: la secuencia es carpetazo, amenaza, apriete a los jueces y
flexibilización laboral con recorte de derechos y baja de salarios. Se entendió
perfecto, Luis)
Macri se terminó de
convencer de que Moyano lo estaba caminando (¿Se bajó del camión?) cuando
le pidió tiempo para modernizarse y a cambio recibió las amenazas de su hijo
Pablo de parar el país. "Me quiere tomar el tiempo. Piensa que me puede
pasar por encima, como hizo con Cristina", (Bueno, de hecho a Cristina
le hizo cinco paros y no la pasó por encima, eh) le escucharon decir al
Jefe de Estado antes de fines del año pasado. Como buenos veteranos de
múltiples batallas sociales y políticas, del fútbol y de la política, ninguno
de los dos subestima al otro. (Moyano ponéle, Macri es un veterano de
batallas contra las liendres de sus propios huevos) La debilidad de cada
uno, en todo caso, pasaría por confiar demasiado en sus propias fuerzas.
El ministro Jorge
Triaca, por ejemplo, considera que lo que le pasó con Sandra Heredia constituyó
una operación que lleva la impronta de Moyano. (Claro, Moyano se la plantó
primero en la quinta en negro, y después en el SOMU) Quizá porque el
Presidente está convencido de lo mismo, no le pidió, finalmente, la renuncia de
inmediato. (Más que nada porque Macri echando a alguien por verduguear
trabajadores y tenerlos en negro, hubiera sido como Barreda retirándole el
saludo a alguno porque le pega a la mujer) Aunque Triaca debió haber
abandonado su puesto, porque los hechos evidenciaron que cometió varias fallas (Delitos)
que lo justifican, la verdad es que Macri no quiso entregarle la cabeza del
ministro a su ahora más serio adversario. (Y sobre todo porque lo que hizo
en el SOMU se lo mandó a hacer el propio Macri, en el marco de “su lucha contra
las mafias sindicales”) El Presidente prefiere que ponga toda su energía en
ayudar a neutralizarlo. Y si eso incluye aportar a la justicia, desde la
cartera laboral, los datos que prueben que el camionero viola sistemáticamente
la ley, mejor todavía. (Y si los datos no existen pero los puede inventar,
mejor todavía) Macri sabe, porque lo conoce desde hace años, que Moyano
malherido es más peligroso que Cristina cuando todavía estaba en condiciones de
ganarle. (Claro, por eso el embate será “terminal”, porque sabe el daño que
puede hacer un herido. Muy rico todo)
(*) Las negritas son nuestras, el
original acá.
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