domingo, 25 de febrero de 2018

UNIDAD: MÁS QUE CON QUIÉN, DISCUTAMOS PARA QUÉ (1º PARTE)



A esta altura del partido ya casi nadie discute que la fragmentación de la oposición es uno de los principales activos con que cuenta el gobierno de Macri para seguir imponiendo sus políticas, y ejercer el control de la agenda hasta donde se lo permite la realidad.

De esa constatación se sigue que se multipliquen los gestos por superar esa fragmentación avanzando en una idea de unidad opositora, en especial al interior del peronismo: desde el encuentro en la UMET días pasados hasta las recorridas y reuniones del “Coqui” Capitanich o Alberto Rodríguez Saá, pasando por los propios prolegómenos de la marcha del miércoles pasado, en éste caso dentro del sindicalismo no dialoguista con el gobierno.

Se habla mucha de la unidad, de su necesidad y de sus límites: con quien sí y con quien no. Se habla -obviamente- del “para que” de unirse: generar una alternativa electoral competitiva que en el 2019 pueda enfrentar a “Cambiemos”, con posibilidades de éxito. Los resultados de las elecciones de octubre pasado “ayudaron” a acelerar la discusión al respecto.

De lo que no se habla mucho es del contenido concreto de esa unidad, en términos de propuesta política, porque al fin y al cabo aun zanjando la discusión previsible sobre alianzas y candidaturas, la oposición tendrá que ofrecerle a los votantes un programa que exprese su visión sobre como resolver los problemas del país.

Y más allá del impacto de la derrota electoral del 2015 y los resultados de octubre pasado, lo cierto es que el espectro opositor -en especial el peronismo, como fuerza mayoritaria del mismo- está atravesando de muy diferentes formas la experiencia macrista: en enero del 2016 (al escaso mes de haber asumido Macri) escribíamos en ésta entrada ciertos disparadores de la discusión que se abría; y que entendemos que siguen teniendo plena vigencia.

Decíamos entonces: "Por estas horas en el peronismo muchos reclaman unidad, y se apela desde distintos sectores “no desangrarnos en disputas internas”: ¿un consejo prudente o un modo cómodo de evitar el debate interno y la autocrítica, mientras no se explica en que consiste tal “unidad”? Porque la cuestión es unidad para qué: ¿para bancar el ajuste criminal de Macri, y garantizarle “gobernabilidad”?

¿Para levantarle la mano en el Congreso al nuevo “Estatuto Legal del Coloniaje” que representan el Megacanje y la derogación de las leyes cerrojo para pagarles a los buitres todo lo que reclaman, y cash? ¿Para eso se hizo el esfuerzo de la campaña “puerta a puerta” en todo el país advirtiendo lo que se venía, para que cuando llegue -y sea mucho peor que lo anunciado- lo acompañemos?

Pensar que más de uno se da el lujo de criticar a la gente que (enfurecida, desorientada, buscando referencias y canalizar la bronca) se congrega a protestar en las plazas. El problema no es la gente que se congrega en las plazas, sino los dirigentes que no se asoman nunca por ellas, como si la pelea que se da desee allí les resultara ajena.

¿Creen que podrán sobrevivir al calor de la “pax macrista”, que además de “pax” no tiene nada?: se construye con telegramas de despido, tarifazos, represión a la protesta social y criminalización de la oposición política. ¿Cuánto creen algunos dirigentes del PJ que -no obstante su “prolijidad” y “buena conducta”- puede tardar en llegarles a ellos mismos la guadaña, si dejan de convenir a los propósitos del nuevo orden político que se está instalando en el país?

No hay ni puede haber otra unidad (del peronismo, del conjunto de la fuerzas populares, hayan o no confluido antes en la sigla del FPV) que para resistir el ajuste que está descargando impiadosamente el macrismo. Resistir, sí, aunque a alguno el nombre le parezca grandilocuente, o irrespetuoso con la historia, por aquello de la Resistencia Peronista.

El modo en el que el bloque de poder que gobierna la Argentina (a través del títere que colocaron en la Rosada, legitimado por el voto popular) está desplegando su proyecto no admite dudas, ni medias tintas; porque ellos no las tienen: avanzan decididamente a reconfigurar la Argentina del mejor modo para sus propios intereses, que no son los nuestros.

Frente a eso, no se trata sólo de ser “oposición” sino de articular los esfuerzos políticos y sociales necesarios para evitar -dentro del marco de la democracia y sus instituciones- que los daños que ya están causando el macrismo y sus políticas en el tejido social y productivo, sean irreparables. Porque por si alguno no lo recuerda, para eso votamos el 48,66 %, más de 12 millones de personas: para que no pasara lo que está sucediendo en el país.

Si el peronismo -en tanto fuerza principal del FPV, e identidad política histórica de la clase trabajadora argentina, agredida principal de las políticas de Macri- va a jugar a eso, más le vale no hacer las internas, y dejar que la cancelen la personería electoral.

Porque cuando todo explote (y no hace falta ser pitoniso para adivinar que explotará, tarde o temprano) la gente va a querer encontrar alternativas en el cuarto oscuro, en lugar de tener que volver a meter en el sobre (si es que para entonces no impera ya la “boleta electrónica”) una feta de salame."

Asusta ver que no solo el panorama no ha cambiado desde entonces, sino que ha empeorado; agudizando la necesidad de una discusión profunda para establecer de que hablamos cuando hablamos de unidad, y por sobre todas las cosas, para que la queremos.

En una segunda entrada -que prometemos será en breve- sugeriremos algunos aspectos concretos de esa discusión, que nos parecen relevantes.  

1 comentario:

  1. Espero impaciente la "segunda entrada" prometida en el último párrafo.

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