jueves, 12 de abril de 2018

PERONISMO EN DISPUTA, DEMOCRACIA EN RIESGO


El año pasado al cumplirse un nuevo aniversario de la muerte de Perón, decíamos en ésta entrada decíamos que ya por entonces el peronismo era un territorio en disputa (y vaya si lo era), y con la muerte del líder esa disputa se agudizó, y aparecieron otros desafíos. Citamos: "Luego de muerto Perón, vinieron otras acechanzas: el horror de la represión indiscriminada (que ya se vislumbraba en las cacerías de la Triple A), la destrucción de la industria, el empleo y la movilidad social; y ya restaurada la democracia, la tentación del vaciamiento ideológico y la asimilación al régimen (es decir, del vaciamiento del sentido histórico del peronismo); otra vez dominante en clave neoliberal, el nuevo nombre de la misma ignominia de siempre.

Tentación en la que muchos dirigentes del peronismo con Menem a la cabeza cayeron, en nombre del pragmatismo político y del deseo de "ganar como sea", porque el peronismo es un partido de poder", olvidándose para que se tiene el poder; al menos si uno se dice peronista. Y en nombre de ese pragmatismo vaciado de sentido (pero no inocuo en términos políticos) desde el peronismo y en su nombre se corporizó el mayor ensayo intentado hasta hoy -hasta esta restauración oligárquica que nos gobierna- de demoler concienzudamente la Argentina peronista; con tanta eficacia como las peores dictaduras pergeñadas desde el gorilismo más o menos explícito, o incluso más. La astucia del régimen -que nunca renunció al imperativo de hacer desaparecer al peronismo, ni lo hará- le permitió comprender que lo que no pudo quebrar era más útil si se lo intentaba asimilar.

Lo que denota la trascendencia política que tiene hacia el conjunto de la sociedad argentina la disputa al interior del peronismo, y allí que siempre sea este movimiento el campo de ensayo de todos los intentos de seducción, cooptación y divisionismo; muchas veces facilitados desde adentro. De ese marasmo neoliberal que lo dejó reducido a un conjunto de tolderías polìticas comarcales (haciéndole perder su sentido nacional, y aun continental), condenadas a la esterilidad política y  sin capacidad de incidir decisivamente en el rumbo del país, lo rescataron los gobiernos de Néstor y Cristina. 

Con los errores y las limitaciones propias de toda experiencia política en tanto experiencia humana, el kirchnerismo volvió a colocar al peronismo en el rumbo de sus mejores tradiciones históricas, aquéllas que remiten a sus propósitos fundacionales y a su justificación ante la historia: no hubo en ese sentido después de los del propio Perón en la concreta experiencia histórica argentina, gobiernos más peronistas que los de Néstor y Cristina.

Los párrafos transcriptos -en desmedro de la brevedad del post- guardan hoy plena vigencia, y su sentido se ve reforzado por los hechos actuales, que trazan un hilo conductor que va desde la reunión en Gualeguaychú del "peronismo racional" (precedida por un encuentro en olivos entre Macri y Pichetto), a la intervención del PJ nacional dispuesta por el bochornoso fallo de Servini de Cubría, que dejó al partido en manos de Barrionuevo, un interventor a la altura de la calidad jurídica del fallo.

Todo parece indicar que la intervención fue una maniobra a dos pinzas, urdida por un lado por el gobierno (principal beneficiario de la dispersión opositora), y por el otro por los gestores de la pata peronista de la gobernabilidad presente: Pichetto, Bossio, Massa, Urtubey y siguen firmas. No es que lo digamos nosotros: lo dice el propio Barrionuevo, cuando enumera a los que piensa convocar con su "política de brazos abiertos", que excluye expresamente al kirchnerismo.

Pero como burda que es la maniobra, ninguno de ellos podía protagonizarla directamente, y para eso necesitaban a Barrionuevo (un bonzo carbonizado políticamente y dispuesto a todo); así como es posible que ante las saludables reacciones en contrario de la casi totalidad de los PJ distritales, pasen del silencio a despegarse de ella.

Sin tanta trascendencia como la reunión de Gualeguaychú, un par de días antes Pichetto tuvo un mano a mano con Macri en Olivos, donde negociaron todo; no solo los votos del bloque del PJ en el Senado para la nueva Procuradora o el nombramiento del menemista Roggero en la Defensoría del Pueblo, o los cargos vacantes en el directorio del Banco Central: también negociaron los bordes de la "oposición de diseño" que pretende Macri; que hasta incluso podría ganar las elecciones, sin molestar al sistema. O al menos eso cree Pichetto, que no sería el primero que entrega todo a éste gobierno, sin recibir nada a cambio.

Es obvio que hubo allí un compromiso de "encapsular" al peronismo y su recomposición de cara a las elecciones del año que viene, evitando que un necesario proceso de unidad  en gestación incipiente, derivara en la captación de al menos parte de los votos que se fueron de la coalición que sustentó a los gobiernos de Néstor y Cristina a partir del 2013 (comprometiendo así las chances de triunfo de "Cambiemos"), a través de una PASO ampliada en la que es muy posible que triunfara una candidatura kirchnerista; aun cuando no fuera la de la propia Cristina. 

De allí las advertencias y límites de Pichetto en Gualeguaychú, y los insólitos fundamentos del fallo de Servini de Cubría, y de allí también la necesidad de hacerse, a como de lugar, con el sello partidario. La sobreactuación de Pichetto en los últimos tiempos en cuanta convocatoria del poder existiera (como el coloquio de IDEA y similares) para transmitir tranquilidad en cuanto a que si vuelve el peronismo al gobierno, volverá "domesticado", es espejo de las declaraciones de Urtubey, y de los límites que -por ejemplo- pone Massa cuando desde su sector alguien avanza tendiendo puentes hacia la unidad opositora. 

Pero hasta acá con la interna del peronismo y sus posibles derivaciones (entre ellas, una aceleración del proceso de unidad, y una necesaria depuración de indeseables): la intervención judicial (con fundamentos exclusivamente políticos) al principal partido opositor al gobierno es un hecho más en una larga lista de retrocesos democráticos que se vienen registrando, sin solución de continuidad, desde diciembre del 2015 cuando Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada; con pocos por no decir ningún precedente similar, bajo gobiernos democráticos.

Presos políticos (ahora se suma Eduardo Fellner, ex gobernador de Jujuy y ex presidente del PJ nacional), sindicatos intervenidos, dirigentes sindicales y políticos opositores sometidos a carpetazos judiciales con carne podrida provista por servicios de inteligencia desbocados y periodistas ensobrados, toma por asalto del Consejo de la Magistratura para  premiar jueces funcionales y escarmentar a los díscolos, descabezamiento y cooptación de la Procuración General para convertirla en otro instrumento de persecución de opositores y -más importante aun- de salvaguarda de los negocios del elenco gobernante, comenzando por el propio presidente y su familia.

Eso sin contar el encomio presdidencial al gatillo fácil, la represión de la protesta social, el recorte de derechos, el vaciamiento del Congreso o las presiones para que los medios despidan a periodistas rebeldes: al macrismo no le falta casi ninguna figurita para completar el álbum de las autocracias. 

El diseño de una oposición a medida de los intereses del gobierno (interviniendo, si hiciera falta, los partidos opositores, o entrometiéndose en su interna con fierros judiciales) es un hecho que suena lógico en una escalada autoritaria que no parece reconocer frenos, porque no los tiene, o son insuficientes. Los que decían que la Argentina estuvo a punto de convertirse en Venezuela porque "el kirchnerismo iba por todo" están yendo efectivamente por todo, sin ponerse colorados ni vacilar con escrúpulos legalistas.

Un gobierno sub democrático que tiene cada vez más lejano su punto de legitimidad de origen (el voto ciudadano), al que no le molesta la iconografía videlista de rodear una sede partidaria con un despliegue inusitado de fuerzas de seguridad, del mismo modo en que se siente incómodo conmemorando con actos oficiales el Día de la Memoria, o teniendo que hablar de los derechos humanos. Las pulsiones autoritarias que lo animan desbordan en palabras, gestos y omisiones, a cada paso.  

Ojalá el caso de Lula y lo que está pasando en Brasil sirva al menos para que parte de la progresía bienpensante haga a un lado su tradicional gorilismo, y comprenda que con la intervención al PJ está en juego algo más que las autoridades del principal partido opositor, sino la propia democracia argentina.

Y para que el peronismo y la oposición en general (sumido en sus propias dispersiones, disputas y discusiones), comprendan que el régimen gobernante, que supo aprovechar virtudes propias y errores ajenos para acceder al poder por el voto y ser ratificado el año pasado por la misma vía, no entregará ese poder sin pelear; y quiere transmitir certezas políticas (porque no puede brindarlas económicas) y confianza ciega en su permanencia en la Rosada más allá del 2019, mientras apela a todas las herramientas legales -o no- a su alcance, para asegurarse de que así sea, aunque las urnas no le sonrieran.

3 comentarios:

  1. En el peronismo de Barrionuevo no entra el kirchnerismo porque se fue a Unidad Ciudadana. En cambio, entra el massismo que se fue al Frente Renovador.

    Acá el que no entiende es porque no quiere.

    ResponderEliminar
  2. En cierto sentido voy a tener una mirada disidente, esta aberración jurídica también lo es política, deja fuera toda posibilidad de escudarse en el peronismo a los que sean complacientes con ella, encabezados por el culata del borrado Casildo Herrera encaramado a la dirección de un gremio amparado por la sangrienta dictadura, a la que cuando rasquemos un poco veremos que sirvió.
    El contraste es tan grande que espanta aún a los cercanos a ese así llamado peronismo de Perón, al que parece que se le han perdido las tres banderas, sino es que sencillamente nunca escucharon hablar de ellas por sordera o no tuvieron capacidad para entenderlas, porque se puede provenir del peronismo nacionalista catolico, que entre otras cosas coincidió y coincide con la doctrina social de la Iglesia, como yo, y entender que esos valores están muy bien representados por los años kirchneristas con las fallas y errores que como Ud señala compañero, tienen todos los hechos humanos.
    Al hacer caer el velo y desnudar en toda su fealdad y horror al adversario, nos han hecho un inmenso favor, sabemos qué hay irrecuperables condicionados por sus intereses, las más de las veces non santos, pero también quienes fueron cooptados por la inmensa acción de propaganda de los mierdos y sus sicarios tanto dentro de ellos como del Poder Judicial, pero el ver a semejante monstruo encabezando el ataque apoyado en ambos los hará entrar en dudas y reveer su posición, y eso nos favorece, aún por fuera de marchitas, escudos y símbolos.
    Mientras tanto se ha roto el escudo mierdático, y lo he comprobado criticando en un un banco de jubilados las políticas y a la esperanza blanca, y pura, de la represora de la UCEP, el Parque Indoamericano y el Borda, ese otro invento de Duran Barba que habita la Casa de Gobierno de La Plata, porque de gobernar, poco o nada y mal, por el robo de los cuarenta y cuatro mil millones, la parte del león de la "plata de los jubilados".
    Con escudo o sin él, con la sede o sin ella, las tres banderas las tenemos y sostenemos nosotros, y eso ya lo empiezan a ver los famosos indecisos que inclinan las balanzas, habrá 2019.
    Stop Fly pasajeros Bondi Arbus para pasajeros y equipajes de la lowcost
    Nunca menos y abrazos

    ResponderEliminar
  3. A veces, no ser peronista es una ventaja, te mantiene claras las cosas, un peronismo intervenido por luisito barrionuevo es cualquier cosa menos peronismo, un sello, una congregación de impresentables partidarios de este virreinato de porquería.... ahora, si no sos peronista pero, menos, antiperonista, ¿qué te aclara ésto?, muy simple, que el peronismo que conociste, que hizo cosas que siempre pemnsabas que había que hacer, fue el kirchnerista, así, desprolijo, con errores, incorregible (como buen peronismo) y precisamente por éso quieren borrarlo del mapa..... más que putear la intervención, habría que volver a las fuentes, me parece y, contradiciendo a Néstor, subirle el precio al kirchnerismo.... si al fin y al cabo, es lo que les tiene el tujes en ebullición. Por algo los jode, no?

    ResponderEliminar