Cuando la Argentina estaba desconectada de
los mercados de capitales porque no se cerraba el diferendo con los fondos
buitres, al mismo tiempo permanecía desconectada de otros “curros” anexos al
negocio de prestar plata al que se quiere endeudar, como las calificadoras de
riesgo que miden el “riesgo país” o “ponen nota” a los países, según las
políticas económicas que desarrollan sus gobiernos.
Al mismo tiempo, al
haber cancelado Néstor Kirchner la deuda con el FMI a fines del 2005, se libró
no solo de las revisiones periódicas de la economía por sus técnicos, sino de
sus programas de “condicionalidades” a las que sujetaba la asistencia
financiera a los países que la solicitaban.
Las recetas son las
mismas de siempre, entonces y hoy: ajuste del gasto público, aumento de las
tarifas de los servicios, flexibilización laboral, desregulación del comercio
exterior, eliminación de impuestos “distorsivos”, eliminación de todos los
controles de capitales, suba de las tasas de interés y desregulación de los
mercados financieros. El programa económico de “Cambiemos”, en sus grandes
líneas.
Pero la experiencia
histórica nos indica que una vez que se ha ingresado al circuito del
endeudamiento, con o sin “condicionalidades” del Fondo, los “mercados” siempre
te corren el arco, y constantemente están planteando nuevas exigencias que sí o
sí hay que cumplimentar para obtener algún premio: el “investment grade”, la
calificación como “mercados emergentes” dejando de ser “fronterizos”, el
ingreso a la OCDE. Y entonces sí, vendrá la “lluvia de inversiones”, y el país
crecerá.
No hace falta
remitirnos a los antecedentes históricos de nuestro país para saber que eso
nunca sucederá, porque la conclusión la tenemos a la vista por estos días:
leíamos en El Cronista que para que no encarezca la financiación de
los contratos de obra pública licitados bajo el sistema de “participación
pública privada” (PPP) es imprescindible que salga la reforma a la Ley 26.831
(2012), que regula los mercados de capitales.
Desde que fue
introducido en el país en 2016 con la sanción de la Ley 27.328, los potenciales
inversores que se anotarían en los contratos PPP no han hecho sino pedir un
privilegio o ventaja tras otro: exención de impuestos, garantía estatal sobre
el financiamiento privado, prórroga de jurisdicción para resolver diferendos, y
la lista sigue.
Como sucedía en los
tiempos del menemato, la Alianza y el interinato de Duhalde con el FMI, ahora
aparece todos los días una nueva exigencia de “los mercados” para venir invertir en el país; como si las que ya les
dieron fueran pocas: la reforma a la ley que rige los mercados de capitales no
tiene un pomo que ver con los contratos de obra pública, ni aun los armados
bajo el esquema PPP.
En todo caso, las
“calificadoras de riesgo” utilizarán su no sanción como excusa para subir el
“riesgo país” y en consecuencia darles luz verde a los bancos para que suban la
tasa que les cobran a las constructoras, y que éstas trasladan al Estado en el
precio de los certificados de obra, que cobran además en bonos dolarizados e
indexados con garantía estatal.
Abiertas las ofertas técnicas, nos encontramos con lo esperable: están los principales grupos económicos del país (Techint, Eurnekián, Cartellone) y los amigos/socios/testaferros del gobierno, como Mindlin, para quedarse con obras que ya están hechas durante el kirchnerismo, como la autopista Rosario-Córdoba y la circunvalación de Rosario. Y justo el miércoles pasado también el oficialismo en Diputados volvió a posponer la discusión sobre la reforma de la ley que regula a los mercados de capitales, por dos semanas.
Abiertas las ofertas técnicas, nos encontramos con lo esperable: están los principales grupos económicos del país (Techint, Eurnekián, Cartellone) y los amigos/socios/testaferros del gobierno, como Mindlin, para quedarse con obras que ya están hechas durante el kirchnerismo, como la autopista Rosario-Córdoba y la circunvalación de Rosario. Y justo el miércoles pasado también el oficialismo en Diputados volvió a posponer la discusión sobre la reforma de la ley que regula a los mercados de capitales, por dos semanas.
El único propósito
de la reforma al régimen legal de los mercados de capitales es a su vez
habilitarles a los bancos la securitización de los créditos UVA (negociándolos
en el mercado de derivados, por si se vuelven “activos tóxicos”) y eliminar los
controles de la CNV (Comisión Nacional de Valores) sobre las empresas que
cotizan en bolsa, en modo conteste con la relajación de todos los demás
controles estatales: AFIP, UIF, Comercio, Aduana, que se viene imponiendo desde
el inicio de la gestión macrista. Un expreso pedido de los principales miembros de la AEA: Techint, Arcor, el Grupo Clarín, poco que ver entonces con la inversión en infraestructura.
Esas exigencias, esas "corridas de arco" permanentes son juegos de suma
cero para el país, donde los esquemas están pensados para que el capital (que
nunca arriesga) gane siempre, de un modo u otro. Juegos en los que el gobierno
de Macri se metió solito, al arreglar el diferendo con los fondos buitres
capitulando incondicionalmente ante su extorsión, y por cierto: entonces se
dijo que esa era la condición sine qua non para que llegara la lluvia de
inversiones. A las pruebas nos remitimos.
Para peor, la crisis cambiaria de la semana pasada demostró que es el mercado el que maneja la economía, porque además así lo decidió el gobierno, con sus medidas aperturistas y desregulatorias. Y el mercado siempre aprovecha las crisis que crea (porque para eso las crea) para imponer sus exigencias por la razón, o por la fuerza.
Para peor, la crisis cambiaria de la semana pasada demostró que es el mercado el que maneja la economía, porque además así lo decidió el gobierno, con sus medidas aperturistas y desregulatorias. Y el mercado siempre aprovecha las crisis que crea (porque para eso las crea) para imponer sus exigencias por la razón, o por la fuerza.
se metio solito xq los mercados son ellos, losbuitres son ellos los que lfueron llamados a pensar con el corazon pero respondieron con el bolsillo, son ellos...
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