jueves, 28 de junio de 2018

EL VERDADERO PROBLEMA


Si decimos que el principal problema estructural de la economía argentina es el abultado déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos, no estamos descubriendo nada nuevo: mucho antes que nosotros, gente más calificada lo ha advertido y a estudiado a fondo el problema.

Que es de una magnitud tal que ya ni siquiera el dispositivo de medios hegemónicos que concuerda con el plan económico del gobierno y le brinda apoyo logístico para imponerlo, lo puede ocultar: en ésta nota de El Cronista dan cuenta del tema, y advierten que ya ha alcanzado proporciones preocupantes, pues es nada menos que del 5,3 % del PBI, o lo que es lo mismo, unos 34.000 millones de dólares.

Según lo informado por el INDEC, subió en el primer cuatrimestre de éste año a 9623 millones de dólares, un aumento inquietante respecto de los 7200 millones de la misma moneda del primer cuatrimestre del año pasado, cifra que ya era elevada. En el primer trimestre el déficit de cuenta corriente fue incluso mayor, del 6,3 % del PBI; generando un factor explosivo de insustentabilidad de la economía en su conjunto. 

Las razones son conocidas: las vías de llegada de dólares genuinos al país por exportaciones e inversión extranjera directa (IED) están obstruidas, sea porque respecto a las primeras (que además están en caída) los exportadores fueron eximidos por el gobierno de liquidar las divisas en el país; o porque respecto a la segunda y pese a los anuncios oficiales, cayó un 24 % interanual en el primer cuatrimestre, siempre según  datos del INDEC.  

Y por otro lado, la gran mayoría de los dólares que ingresan al país lo hacen por vía del endeudamiento externo, y eso considerando que las cifras del primer cuatrimestre no reflejan todavía en toda su magnitud el paráte que se venía registrando en la afluencia de capitales; al menos hasta que se anunció el acuerdo con el FMI y la decisión de Morgan Stanley de calificarnos como “mercado emergente”.

Pero aunque esa tendencia se revirtiera (a lo que hay que sumar el primer desembolso del acuerdo con el Fondo) lo que no se detiene es la salida de dólares de la economía: en pago de importaciones (el déficit comercial es récord), de remisión de utilidades de las multinacionales, por turismo y ahorro, y aceleración de la fuga de capitales por el desarme de posiciones de los inversores externos. 

Ni hablemos del peso cada vez más creciente de los pagos de intereses de la deuda, que ponen más presión a la demanda de divisas, compensado lo que podría ayudar para resolver el déficit de cuenta corriente la devaluación al hacer mermar las importaciones, y la salida de dólares para turismo en el exterior, o para ahorro; todo como consecuencia de la recesión.

Si el acuerdo con el FMI y el dictamen de MSCI no producen los efectos esperados de una nueva “lluvia de inversiones” de portafolio (es decir, dólares que llegan para la especulación financiera de corto plazo) el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos tenderá a agravarse severamente, poniendo en peligro la estabilidad del conjunto de la economía.

Y mal que les pese a los que celebraron la noticia de que llegábamos a "emergentes", ayer todos los indicadores dieron pésimo: suba del riesgo país (llegó a los niveles de septiembre del 2015, cuando estábamos por ser Venezuela), derrumbe del MERVAL (la peor caída en una década), subió el dólar 38 centavos y las acciones de las empresas argentinos y los bonos de la deuda caen en picada. Ni el tiro del final les va a salir, o para ser más precisos: los "mercados" no son boludos, y hacen la lectura correcta, un país con tamaño desequilibrio estructural es inviable, aun bajo un modelo que auspician; o con más razón dentro de él.

En la línea de “La crisis que nadie vio venir”, la nota admite lo que hasta hoy los medios hegemónicos se empeñaban en negar, asumiendo el discurso del gobierno: se fue al acuerdo con el FMI no para resolver el déficit fiscal (es decir el falso dilema que planteó Macri: FMI o ajuste), sino para conseguir los dólares necesarios para seguir alimentando la demanda local de divisas, y la fuga de capitales.

Pero ni en el acuerdo con el Fondo, ni en las “exigencias” de MSCI para calificarnos definitivamente como emergentes hay soluciones para éste problema, antes bien lo que allí se nos impone tiende a agravarlo: nos advierten que ni se no ocurra reimplantar alguna forma de control a la entrada y salida de capitales, o de restricciones al libre acceso a las divisas. Menos que menos, volver a exigirles a los exportadores que liquiden las divisas en el país.  

Mucho menos posible es que ambos factores (FMI y la condición de "mercado emergente") nos ayuden para gestar un modelo de desarrollo productivo que supere el cuello de botella de la restricción externa, mejorando la capacidad exportadora de la economía y sustituyendo importaciones, aumentando así la capacidad genuina de repago de la deuda. 

Se trata en consecuencia de respiradores artificiales para sostener con vida a un modelo agonizante e inviable, pero que en lugar de oxígeno le suministran material tóxico a la economía, que no hace más que acelerar el avance del problema; hasta que termine explotando en forma de crisis de deuda, o del balance de pagos.

Que no digan después que nadie lo vio venir.   

1 comentario:

  1. Y ni que hablar de que gracias a la calificación de emergente le bolsa porteña bate récords:
    "Por Juan Pablo Marino.- Ambito financiero.
    miércoles 27 de Junio de 2018
    Miércoles negro: acciones se desplomaron hasta 15,6% y el Merval sufrió su peor caída en casi una década."

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