Tal como da cuenta la imagen de apertura
(sacada de ésta nota de La Política Online), hay preocupación en el gobierno
porque la escalada inflacionaria disparará el gasto en seguridad social, ya que
las jubilaciones y pensiones se ajustan por la inflación, de acuerdo con la
reforma previsional aprobada a fines del año pasado.
Sin embargo, cabe
recordar que la nueva fórmula es mixta: gracias a los buenos oficios del
senador Pichetto, se modificó el proyecto original que había enviado Macri (que
ajustaba los beneficios un 100 % por la inflación), para el 30 % del ajuste
será por el RIPTE, es decir la evolución de los salarios de los trabajadores
registrados, a través de las paritarias.
Como el gobierno
está presionando para que la mayoría de las negociaciones en paritarias cierren
a la baja (o sea, alineadas con la meta inflacionaria oficial, pero lejos de la
inflación real), lo que los jubilados y pensionados ganarían por un lado
(acompañando a la inflación) lo perderían por el otro. De hecho, ya circulan informes que dan cuenta de que los salarios vienen perdiendo frente a la inflación, sea porque son "viejos" (corresponden a las paritarias del año pasado; o porque cerraron dentro de los márgenes del "cepo", y con aumentos pactados en tramos.
Eso sin contar que
está claro que el “nuevo” IPC de Todesca no refleja la inflación real - porque
por ejemplo subestima el peso de los servicios públicos en los gastos de los
hogares-, y que la “inflación de los jubilados” es mayor, por ciertos rubros de
consumos inelásticos que les son propios como los medicamentos, y por el fuerte
aumento que hubo en los alimentos y artículos de primera necesidad; rubros
todos más afectados que el promedio por el traslado a precios de la corrida del
dólar.
Con la fórmula
vigente hasta fines del año pasado y aprobada durante el segundo mandato de
Cristina, los haberes se reajustaban en un 50 % por la evolución de los
salarios de los trabajadores en actividad registrados en la seguridad social
(en un contexto en el cual no había “metas de inflación”, y las paritarias le
empataban a la inflación, o la superaban), y en el otro 50 % por la evolución
de los recursos de la seguridad social (aportes y contribuciones) y la parte de
la recaudación impositiva afectada a la ANSES; que crecía por el nivel de actividad
y también por la inflación. Por eso ahora que mejora la recaudación por la incidencia de la devaluación y la inflación, los jubilados no pueden participar de esa mejora.
Con la fórmula
actual los jubilados pierden, pero el gasto del Estado tampoco baja porque indexó su principal partida de gastos corrientes, que son las
prestaciones de la seguridad social; porque el “mejor equipo de los últimos 50
años” pensó que domar la inflación “sería lo más fácil que tendrían que hacer”,
llegados al gobierno.
Pero tampoco se
puede desestimar la inestimable colaboración de Pichetto para que la reforma
resulte una estafa a los jubilados, que tampoco resuelve los problemas de caja
del Estado, porque no toma en cuenta (como la fórmula anterior) la evolución de
sus recursos.
Gobierno desastroso
más “oposición responsable”: la fórmula perfecta para el fracaso.
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