sábado, 3 de noviembre de 2018

EFECTO BOLSONARO


El triunfo de Bolsonaro en Brasil supuso una interpelación a las fuerzas políticas populares para interpretar las razones por las cuales millones de personas se inclinan por una propuesta política de esa naturaleza; incluidos entre ellos los sectores socialmente más desprotegidos.

Si bien un análisis más fino de los resultados de la elección brasileña arroja que el voto tuvo un marcado corte de clase, no se puede desconocer que parte de los sectores populares acompañaron la propuesta del candidato de la ultra derecha, como ha sucedido en otras ocasiones.

Negarlo sería de necios, e impone tener respuesta en términos de discurso y propuesta política para cuestiones que desde las fuerzas progresistas se suelen esquivar, como la inseguridad; un drama real para muchos de los sectores más desfavorecidos de la sociedad y que reclama respuestas concretas ahora, sin apelar al remanido discurso de que la solución de fondo pasa por la educación y las políticas de inclusión social, aunque sea cierto.

Por supuesto que una propuesta de raigambre popular sobre la problemática de la inseguridad requiere también una definición sobre el rol de las fuerzas de seguridad, que son el brazo ejecutor del Estado para llevarlas a cabo; y que en un gobierno democrático deben cumplir su rol sin avasallar los derechos y garantías constitucionales. Pero es legítimo que los ciudadanos le exijan al Estado que les garantice su seguridad.

El “bolsonarazo” supone también un llamado de atención para las fuerzas populares respecto de cómo se articulan ciertas demandas “de tercera generación” (los derechos de las minorías sexuales, la legalización del aborto o la separación de la iglesia del Estado) con el contexto político en el que deben plantearse, en especial cuando hay demandas más elementales que no están plenamente satisfechas (en algunos casos por fallas propias, cuando les tocó gobernar), o derechos básicos que están amenazados por las políticas neoliberales de ajuste.

Pero también el triunfo de Bolsonaro llevaba implícito el riesgo de que lo intentara capitalizar el berretismo político local de la manera más ramplona, y no falló: desde Massa a Olmedo pasando por Pichetto, todos quieren ser el Bolsonaro criollo, o capitalizar ese voto “facho” (por ponerle una etiqueta que facilite la comprensión); agitando por ejemplo el fantasma de la xenofobia para focalizar en los extranjeros la responsabilidad de todas las desgracias nacionales.

Pero por malo que parezca eso, no es lo peor que puede pasar al respecto: mucho más grave es que ese mismo discurso sobre los inmigrantes (sustentado además en datos falsos) sea usado por Macri, o que Patricia Bullrich diga las barbaridades que dice sobre la portación de armas por los ciudadanos que se pueden ver en el video de apertura; porque los dos gobiernan y en consecuencia tienen responsabilidades institucionales que honrar.

No se nos escapa que pedirles que las cumplan y se adapten a los cánones mínimos de un Estado democrático es pedirle peras al olmo, cuando los dos vienen -por ejemplo- de encomiar públicamente a un policía que ejecutó a alguien por la espalda y en el piso, cuyo procesamiento acaba de ser confirmado por la Corte Suprema de Justicia.

Justamente por eso la responsabilidad política de las fuerzas populares es mayor, y la necesidad de comprender fenómenos como el de Bolsonaro y articular propuestas políticas frente a ellos, no las puede llevar al extremo de “comerse al caníbal”, y parecerse a los monstruos para ganarles captando el voto dispuesto a refrendar propuestas extremas y antidemocráticas.

El desafío es mayúsculo, porque al mismo tiempo se requiere mucha inteligencia para, sin dejar de atender a estas cuestiones, no pisar el palito y prenderse en discusiones inconducentes, permitiendo así que se corra el eje de la discusión de las otras cuestiones más acuciantes que preocupan cotidianamente a los argentinos. Video relacionado para distender un poco:



1 comentario:

  1. Alguien que haga un aporte para el tratamiento que necesita ésta vieja alcoholica. Ya entró en la fase de delirio.
    El Colo.

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