La última vez que fueron gobierno nacional, ya sabemos como terminó: helicóptero, estado de sitio, represión, muertos. Y llegaron usando como mascarón de proa a un radical conservador, mas desabrido que galleta de arroz; que venía con promesas de transparencia y calidad institucional, pero eso sí: jurando a rajatabla mantener la convertibilidad; cuando ya era evidente que era insostenible.
El kirchnerismo los "desangeló", porque tomaba banderas que ellos habían hecho suyas en la teoría, acaso porque sabían que jamás tendrían que ponerlas en práctica; y en cada uno de los combates que emprendió (contra las patronales agrogarcas, contra Clarín y el poder mediático, contra los fondos buitres), los encontró en la vereda de enfrente.
No se sumaron porque les daba "muy peronista", con esa fina intuición de los gorilas, que nunca se equivocan al respecto. Porque en esencia eso son: gorilas, herederos de la Unión Democrática, que también tuvo radicales "progres (los de la Declaración de Avellaneda), socialistas y hasta comunistas.
Si uno los escucha hablar, piensa -como el personaje de Capusotto- que hay que ir a guardar las escrituras, pero cuando los ve andar, el temor se le pasa enseguida: tienen el carnet de vacunación garca completo, ahora que va a haber que andar por todos lados con las vacunas al día: no se pierden ningún coloquio de IDEA, ni la exposición de la Rural en Palermo, y aun siendo formalmente ateos, no le hacen asco a los Tedéums. Hasta se la animan a los congresos de la Fundación Libertad, y a los brindis en la embajada por el 4 de julio.
Pero eso sí, siempre se ofrecen como "una alternativa frente a la derecha y el populismo", como si no fueran, por acción política concreta, de derecha, porque populistas, nunca: al peronismo no te lo tocan ni con una caña, a menos que sea el peronismo que le gusta a la gente que es antiperonista, como el de De Narváez, Redrado o Urtubey.
Cosa rara el "progresismo", ese significante vacío de la política argentina, que invariablemente cada cuatro años (y a veces, cada dos) rearma el mecano de piezas pequeñas (en términos electorales) "para ofrecer una alternativa", pero que a la hora de los bifes, siempre tiene una excusa para piantarse del compromiso de la pelea de fondo: unos hicieron alianza con el PRO "para salvar a las instituciones de la república" y ahora amenazan con bajarse del barco (siempre están "tenéme que lo mato, giró a la derecha"), y los otros se lavaron la mano en el balotaje, "dejando en libertad de acción a sus votantes": como los troscos, pero en versión bajas calorías.
Estos tres años bancaron las políticas troncales del macrismo (el levantamiento del "cepo", la eliminación de los controles de capitales, los tarifazos, el acuerdo con los fondos buitres, el blanqueo), así como durante el kirchnerismo siempre encontraban el pelo en el huevo, para no bancar ninguna de las políticas troncales que les devolvieron a los argentinos dignidad y derechos, con la solitaria excepción de la recuperación de YPF.
Y ahora, cuando el régimen se descompone a pasos agigantados y se avecina otra cita electoral, vuelven a lo suyo: montar otra vez el quiosquito para ver si pueden pescar a río revuelto de votantes desencantados de Macri, no para ganar y ser gobierno (Dios los libre), sino para rasguñar un puñado de bancas en el Congreso, con su correlato en contratos, becas subsidios, poltronas en la AGN o el Consejo de la Magistratura, y no mucho más: si no podemos hacer la revolución, conformémonos con hacer una feria americana de cargos rentados en el Estado, parecer ser su lema.
Siempre cumplen un rol distractivo, de placebos, para canalizar hacia una vía muerta una porción de voto presuntamente "inteligente" (sobre todo en la clase media urbana de las provincias de la pampa húmeda), que se resiste a asumirse como conservadora, rechaza al peronismo por razones estéticas y tranquiliza su conciencia con un voto "distinto" que sabe que nunca ganará; lo cual le permite luego despegarse de cualquier consecuencia de su decisión, "porque los que yo voto nunca llegan al poder".
Tienen, por supuesto, soluciones para todos los temas y respuestas para todas las preguntas, menos para una: ¿hasta cuándo piensan seguir haciéndose la paja con estos quiosquitos? Tuits relacionados:
El país hace rato que las ve, los marmotas que tardaron tres años en darse cuenta son ustedes: https://t.co/NBgJkAo0sH— La Corriente K (@lacorrientek) 15 de diciembre de 2018
A ver si te entendimos bien, para el socialismo el ex embajador de un gobierno de derecha neoliberal en los Estados Unidos es una figura imprescindible para un proyecto alternativo, ¿es así o nos perdimos?:https://t.co/2Dl0BEKVOC— La Corriente K (@lacorrientek) 16 de diciembre de 2018
Luego de haber elegido como compañeros de fórmula a De Narváez y González Fraga, Ricardito Alfonsín evalúa dejar "Cambiemos" porque giró demasiado a la derecha. El pelotudo cree que son todos de su misma condición.— La Corriente K (@lacorrientek) 16 de diciembre de 2018
2007 Carrió, 2011 Binner, 2015 Stolbizer: los candidatos a presidente del socialismo santafesino. ¿2019 Tumini o Lousteau?— La Corriente K (@lacorrientek) 16 de diciembre de 2018
Voy por aca: "Cosa rara el "progresismo".
ResponderEliminarChe, ya NK dijo "Progresistas somos nosotros". No hay por qué regalarles el nombre. El kirchnerismo esta lleno de progresistas.
Abrazo.
Muy bueno como siempre el análisis.
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