martes, 11 de diciembre de 2018

NÚCLEO DURO


Conforme se difunden encuestas sobre intención de voto de cara a las elecciones del año que viene, es común escuchar gente que se sorprende por el nivel de adhesión y apoyo con que todavía cuenta Macri, en torno al 30 % promedio, puntos más puntos menos, según las encuestas.

El razonamiento sería que, con las políticas que su gobierno está llevando adelante, la adhesión social al oficialismo debería ser infinitamente menor, cosa que sería cierta si el voto se sustentara estrictamente en una pura racionalidad instrumental de defensa del propio interés, atendiendo a la economía y sus efectos en las condiciones materiales y objetivas de existencia. Pero bien sabemos que no es así, y la “perplejidad” solo puede entenderse desde una lectura descontextuada de los antecedentes históricos de nuestro devenir político, en especial desde el advenimiento del peronismo.

En efecto, el núcleo duro de adhesiones que conserva Macri es -ni más ni menos- que el tradicional tercio del electorado que mantiene el antiperonismo a través del tiempo, y que antes de la aparición del PRO se canalizaba mayoritariamente a través de la UCR, fuerza profundamente desprestigiada tras sus últimos fracasos de gestión. Se trata de gente que, por razones ideológicas, culturales y hasta estéticas, jamás votaría al peronismo cualquiera fuera su encarnación electoral; con la posible excepción del caso en que este se travistió de antiperonismo, como en el menemato.

Para comprobarlo, mencionemos algunos antecedentes históricos, de elecciones realizadas en diferentes contextos, a saber:

* En las elecciones 11 de noviembre de 1951 (primeras presidenciales luego del triunfo de Perón en 1946 en las que el antiperonismo formó la Unión Democrática, y primeras también con el voto femenino), Perón obtuvo el 63,40 % , Balbín (candidato de la UCR) el 32,28 % y Reynaldo Pastor (conservador) el 2,33 %. O sea el antiperonismo “duro” cosechó un 34,61 %; sin contar a Rodolfo Ghioldi (PC) con el 0,95 % y a Alfredo Palacios (Socialismo) el 0,74 %, de fuerzas formalmente “de izquierda”, pero con nítida orientación conservadora y antiperonista.

* Después del golpe que derrocó a Perón y tras los 18 años de proscripción electoral del peronismo, en las elecciones del 11 de marzo de 1973 Cámpora obtuvo el 49,56 %, Balbín (UCR) 21,29 %, Manrique (protagonista directo de la Libertadora) 14,90 %, Ezequiel Martínez (el candidato del gobierno de Lanusse) 2,91 % y Chamizo (por la Nueva Fuerza de Alzogaray, otro “libertador”) 1,96 %; en total 41,06 % para el antiperonismo puro y duro; en un contexto en el que el gobierno militar en retirada había modificando la Constitución Nacional por el Estatuto Fundamental, introduciendo el balotaje con la esperanza de que todas las fuerzas antiperonistas unidas (herederas de la Unión Democrática, precursoras de “Cambiemos”) derrotaran al peronismo.

* Tras la renuncia de Cámpora, en las elecciones del 23 de septiembre de 1973 Perón obtuvo el 61,85 %, y Balbín (con un 24,42 %) y Manrique (con el 12,19 %) asumieron la representación del antiperonismo, sumando entre ambos un 36,61 %. Los demás candidatos desaparecieron, y es muy posible que en ese 12,29 % de diferencia entre los votos de Cámpora en marzo y los de Perón en septiembre, hayan habido votos antiperonistas que fueron al líder del justicialismo, al que veían como una garantía de orden frente a la posibilidad de radicalización del proceso político.

* Pasadas la dictadura y la vuelta a la democracia (con el 51,75 % de Alfonsín en el 83’ reuniendo todo el voto antiperonista y muy posiblemente parte del voto de un peronismo que descendió al 40,16 %), en las elecciones del 14 de mayo de 1989 en las que Menem ganó con el 47,49 %, Angeloz (candidato de una UCR cuyo gobierna vivía una crisis hiperinflacionaria, y concluiría antes su mandato) obtuvo el 37,10 %, Alsogaray (UCD) el 6,53 %, y Bussi (Fuerza Republicana), el 1,10 %: en total un 44,73 % para fuerzas antiperonistas, en medio del estrepitoso fracaso del gobierno de una fuerza de signo no peronista.

* Tras la crisis del 2001, en las elecciones del 27 de abril de 2003 López Murphy (de origen radical, ex ministro de De La Rúa, eyectado de su cargo a los pocos días por lanzar un mega ajuste) obtuvo el 16,37 %, Carrió (con origen radical, también parte de la Alianza) el 14,05 % y Moreau (que asumió la difícil tarea de encarnar la candidatura de la UCR): un total del 32,76 %, obtenido en las peores condiciones posibles para el antiperonismo.

* Después del gobierno de Néstor Kirchner, que recompuso la confianza de buena parte de la sociedad en la democracia y las instituciones, en las elecciones del 28 de octubre de 2007 Cristina triunfó con 45,28 %, contra el 23,05 % de Carrió, el 16,91 % de Lavagna (candidato de la UCR) y el 1,43 % de López Murphy: un 41,39 % total que podría no imputarse en su totalidad al antiperonismo puro y duro, si se considera que Lavagna venía del peronismo (aunque fue funcionario de Alfonsín), y su prestigio inmediato se basaba en haber sido ministro de Economía de dos gobiernos peronistas sucesivos, el de Duhalde y el de Kirchner.

* Finalmente, en las elecciones del 23 de octubre de 2011 en las que arrasó Cristina con el 54,11 %, Binner obtuvo el 16,81 %, Ricardo Alfonsín (candidato de la UCR) el 11,14 % y Carrió el 1,82 %, un total del 29,77 % para propuestas explícitamente no peronistas, excluyendo siempre en el análisis (desde el 83’ en adelante) a las izquierdas, a los fines del análisis que intentamos.

¿Significa esto entonces que el clivaje peronismo-antiperonismo explica por sí solo la política argentina, y las opciones electorales de los argentinos, o que los avatares económicos no inciden en las preferencias electorales? No: significa que los años pasan, las sociedades cambian y con ellos los electorados, pero ciertas tendencias se mantienen constantes, porque expresan valores, creencias, aspiraciones, adhesiones (y rechazos) más permanentes de esas sociedades; y por esa razón el gobierno apela como discurso central a la muletilla de los “70 años de fracasos”, sin que le haga falta mencionar quien es el que entiende como culpable de ellos: el peronismo.

La maquinaria de Durán Barba no inventa nada, simplemente toma lo que está disponible a la mano, en éste caso la creencia de un tercio (por lo menos) de la sociedad argentina) de que “a este país lo cagó el peronismo”. Lo cual, por supuesto, no debe ser leído como que torna necesario hacer campaña con el bombo y la marchita apelando al voto identitario (aunque el antiperonismo sin dudas lo es, y tan perdurable o más quizás que el propio peronismo), sino interpretar esas tendencias correctamente, para entender que es lo que reclama y busca el que vota al peronismo, y lo que repele a aquél que jamás lo votaría.

Por allí pasa entonces la “grieta”, por diferentes visiones de la sociedad, la política, el Estado, la economía, la inserción de la Argentina en el mundo: en un caso se piensa en un Estado presente, que regula y arbitra entre las fuerzas en pugna, que vela y protege por los que se van cayendo o quedan afuera de la lógica pura del mercado, que intenta redistribuir ingresos y generar oportunidades, que equilibra y que tiene que garantizar bienes públicos esenciales para todos, como la salud, la educación o la seguridad social.

Del otro se cree que el mercado debe asignar los recursos y la posición de cada uno en el contexto social y su distancia con los demás, que la movilidad social ascendente es exclusivamente fruto del propio esfuerzo y (fruto de la herencia de un imaginario cultural que se remonta a la masiva inmigración europea de fines del siglo XIX y principios del XX) que no depende de las condiciones generales y objetivas del país, y que cada uno debe procurase por sus propios medios la mejor educación, salud o jubilación posible. Por eso ni siquiera se preocupan por "tornar innecesario" al peronismo como plantea acá Alejandro Grimson, superándolo históricamente con políticas públicas que atiendan las demandas populares.

Entender correctamente estas cuestiones trae como consecuencia práctica no gastar pólvora en chimangos tratando de captar voto indisponible, y concentrar en cambio los esfuerzos en ese porcentaje fluctuante del electorado que lo está, y que por ejemplo votó a Cristina en 2007 y sobre todo, en el 2011; que también cree en la importancia del esfuerzo propio, sueña con ahorrar y tener su casa propia y ascender socialmente, pero entiende (o si no lo entendía, Macri se lo hizo entender por las malas) que por sí solo no puede, y necesit de la mano del Estado y la política.

El drama del “peronismo alternativo” que, no obstante sus constantes reformulaciones, nunca consigue arrancar como alternativa electoral competitiva, consiste precisamente en que no se sabe a que electorado le apunta: si al peronista, para convencerlo con la liturgia del bombo, la marcha y el escudo, o al antiperonista, tratando de demostrarle que es un peronismo “no peronista”. El resultado es que no termina de convencer a ninguno de los dos.

De este lado de la grieta no se trata, entonces, de apelar simplemente a la liturgia peronista, sino de acertar en diseñar una propuesta que contenga y exprese los valores que siempre ha sostenido el peronismo como tradición en la política argentina, y parte insoslayable del devenir histórico del campo popular. Con "actualizaciones doctrinarias" y "trasvasamientos generacionales" (como todos los clásicos, Perón siempre es actual), adaptándonos a las nuevas demandas, pero sin convertirnos en lo que no somos, ni debemos ser. Para anquilosado, sobre el antiperonismo y su perpetua recreación de la frustración y el fracaso argentino.

5 comentarios:

  1. Había que verlo al demócrata casella hoy con la lufrano en crónica, el sumun del gatopardo gorila nivel 5º infierno


    Respecto a la encuesta, demasiados no se, y nucleo duro FR, o 1P o eso, también
    demasiado ¿tan burros somos?

    copio un enlace a un post que me parece específico y a analizar para tratar de desasnar añares de martilleo mediático que conformó la desgracia argenta

    https://reflexionesdeltiburon.blogspot.com/2018/12/por-que-el-motivo-de-la-decadencia.html


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  2. Algo que a mí me llama la atención que no se resalte lo suficiente y es que ese famoso "núcleo duro" es ciertamente antiperonista pero, vamos, precisamente por éso profundamente estúpido, en tanto insisten en perjudicar sus propios intereses apoyando y prefiriendo engendros como los milicos o esta sarta de malandras....

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  3. Cuando hay liderazgo de conducción las creencias de una parte relativamente significativa de la población se transforman.

    Los líderes de conducción nunca toman las creencias como un dato fijo sino como el contexto donde la propia práctica del líder producirá las transformaciones.

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  4. En los resultados de la encuesta, en ese 16% que contesta "no sé", hay no menos de la mitad que votaría a Cristina.
    No lo dicen.Pero la van votar.
    Hay que trabajar sobre el resto (más ó menos el 8%). Si se suma el 12% de ese universo del 16% de "indecisos", la pesadilla macrista llega inevitablemente a su fin.
    33% de piso de la Presidenta más 12%: 45%. Buenas Noches.
    El Colo.

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  5. Gente: la encuesta de apertura tiene el solo efecto de ilustrar el post. Podríamos haber puesto una que lo diera ganador a Macri.

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