"Al producirse -a principios de febrero- la renuncia de Antonio Cafiero , el presidente del Banco Central, Emilio Mondelli, había ocupado su lugar en el Ministerio de Economía. El programa de Mondelli no difería -en lo sustancial- del que con tan poca fortuna había procurado instrumentar Celestino Rodrigo. Sin embargo -ya muy menguada su capacidad de respuesta-, el sindicalismo no se mostraría dispuesto a oponérsele frontalmente. "No me lo silben mucho al pobre Mondelli...", encarecería Isabel a los hombres del gremialismo.
El ministro articularía un plan de connotaciones francamente liberales. Fustigaría la Ley de Inversiones Extranjeras por haber cerrado las puertas al capital foráneo, dispondría aumentos tarifarios, anunciaría la privatización de empresas -manifestándose en contra de las nacionalizaciones- y la drástica reducción del gasto público. Se unificó el mercado cambiario con una sensible devaluación y -según se afirmaría más tarde- se proyectada modificar la Ley de Contrato de Trabajo a fin de posibilitar el mejoramiento de la productividad empresaria.
Todo ese paquete, que bien poco se compadecía con los postulados doctrinarios del peronismo, estaba encaminado a regenerar la confianza perdida -según lo aseveraba el ministro- en los círculos financieros extranjeros. Mondelli, por lo demás, se apresuró a reemprender negociaciones con el Fondo Monetario Internacional para aliviar las dificultades notorias que padecía el sector externo. Muy poco de lo previsto llegó a aplicarse: no hubo tiempo.
Sin embargo, la breve experiencia del banquero Mondelli habría estado signada por un curioso plan, sobre el que se conoció una versión posterior. En el número correspondiente al mes de abril de 1976 del mensuario Cuestionario se revelaba que la presidente, en reunión con el intendente de Avellaneda, Herminio Iglesias, había participado a éste de su proyecto político. "Según ella, las medidas adoptadas por su ministro de Economía (Mondelli) erán idénticas a las que preparaban los militares -quienes se quedarían, así, sin plan de alternativa- y, además, a las Fuerzas Armadas les convenía que fuese el "gobierno popular" quien absorbiera el impacto de semejantes medidas.
Isabel habría afirmado también que "El golpe va a quedar frenado y, si ganamos un mes, entonces ya llegamos a las elecciones". El trascendido agregaba que la presidente tenía en mente resignar su propia candidatura y propiciar la del Secretario General de la OEA, Alejandro Orfila. Vale decir que el peronismo habría trazado una estrategia tendiente a retener el gobierno mediante la nominación de un no peronista para que lo ejerciera y aplicando una política a tal punto idéntica a la de sus opositores que estos carecerían de pretextos -o motivos- para derrocarlo.
No ha sido probado que el episodio narrado fuera cierto. Pero, en cambio, pocas dudas caben de que la política de Mondelli se ajustaba más a las recetas liberales que a lo que siempre había sostenido el peronismo en materia económica." (Maceyra, Horacio, "Las presidencias peronistas. Cámpora/Perón/Isabel", Centro Editor de América Latina, págs. 155/156).
El final del cuento es conocido: las fuerzas desatadas para interrumpir el proceso democrático no pudieron ser detenidos, y la suerte del gobierno estaba echada. Una suerte a la que no le pudo escapar ni siquiera ofrendando a sus victimarios convertirse en ellos y adoptar su plan, para sobrevivir.
Saquemos golpe (afortunadamente), pongamos elecciones, y traigamos la moraleja a los tiempos presentes;en los que por momentos cunde en las filas propias cierta desorientación sobre cual sea la estrategia más correcta a seguir para seducir al electorado, y volver al poder, y como sucede habitualmente en medio de la confusión, se suelen sacar conclusiones incorrectas.
No es adoptando los modos, la agenda, las banderas, los métodos y las ideas del adversario como vamos a ganar la confianza del pueblo argentino para que nos vuelva a elegir para regir sus destinos. Tampoco adoptando una estrategia contemporizadora con las fracciones más concentradas del capital para disiparles temores, ni resignando banderas, ni comprando llave en mano la demagogia punitivista y el discurso de la mano dura, en la creencia que apropiándonos de esas banderas, obturamos el surgimiento del Bolsonaro argentino.
Por el contrario, si alguna chance tenemos de vencer, es reafirmando de un modo contundente nuestra propia identidad, lo que somos y lo que fuimos, sin esconder de modo vergonzante la experiencia de los gobiernos de Néstor y Cristina; que nos depararon los mejores años de nuestra transición democrática post dictadura, y fueron -digámoslo sin vergüenza- los mejores gobiernos, después de los de Perón.
En todo caso, aprendamos de los errores (y siempre y cuando nos pongamos de acuerdo en cuáles fueron), para no volver a cometerlos; y actualizando las propuestas a una Argentina que no es la misma no ya de la del 2003, sino de la del 2015. Mimetizándonos con nuestros adversarios para intentar parecer lo que no somos nos irá inevitablemente mal, porque en política siempre se prefiere el original, a una mala copia.
Extraordinario. Cuando busqué esta foto en Google Images la primera referencia que apareció fue ... ¡Casildo Herrera! En primera fila, de izquierda a derecha: Lorenzo Niguel, María Estela Martínez de Perón, Casildo Herrera y Eugenio Mondelli o Tino Pascali, no estoy seguro.
ResponderEliminarEl problema es que lo que algunos no perdonan no son los errores de Néstor y Cristina.
ResponderEliminarLo que no perdonan ni perdonarán son tantos aciertos: fortalecimiento del mercado interno y la producción nacional, inversión en tecnología, desendeudamiento externo, 6,5% del PBI destinado a educación, asignación universal, plan conectar igualdad, financiamiento a la investigación científica, restablecimiento de las paritarias y crecimiento del poder adquisitivo del salario, etc,etc.
Nunca se lo van a perdonar, porque demostraron durante 12 años que un país no manejado por "sus propios dueños", es una país posible y mucho más justo.
Y por eso financian a los imitadores,para que resten.
No les va a alcanzar.
El Colo.