sábado, 9 de febrero de 2019

SAQUEN LOS CUADERNOS


La demoledora investigación de Horacio Verbitsky en "El cohete a la luna", revelando un intento de extorsión del fiscal Stornelli contra un empresario involucrado en la causa de la fotocopia de los cuadernos (por si alguno aun no se enteró, completa acá), es un misil en la línea de flotación del entramado desprolijamente armado durante meses por el fiscal y Bonadío, a partir de las revelaciones del ¿ex? servicio Centeno.

La causa está muerta en términos políticos y debería ser anulada por completo en términos jurídicos, aun cuando no se difundiera la investigación: en su desarrollo el dúo Bonadío-Stornelli no ha dejado tropelía por hacer, de modo que las revelaciones de Verbitsky no hacen sino ponerle pruebas a lo que muchos suponíamos.

Es posible incluso que D'Alessio sea un busca que aproveche sus contactos con el poder (que los tiene, y muy cercanos) para forrarse los bolsillos, pero eso no cambia el hecho de que goza de acceso a lugares a los que no llega el común de los mortales. Incluso se jacta de ser un "cazador" de posibles "arrepentidos" a los que ablanda para que declaren en contra de Cristina y los ex funcionarios de su gobierno: otra prueba más -por si hiciera falta- del mamarracho que fue la "ley del arrepentido".

Desde luego que las revelaciones de Verbistky no modificarán un ápice las posiciones irreductibles de los tercios "duros" de la opinión pública, porque allí operan los sesgos confirmatorios: para los kirchneristas la causa y sus aledaños se tratan de una operación urdida desde el poder, y para los anti K, Cristina indudablemente se robó un PBI, incluso dos. No hay que esperar movimientos allí, ni para un lado ni para el otro. 

Sin embargo, ver al actual fiscal de la patria cacerola (los anteriores fueron Campagnoli y Nisman, con los resultados conocidos) con los pantalones bajos nos muestra una vez más el sepulcro blanqueado del honestismo, ese cómodo y conveniente sucedáneo de ideologías inmostrables, en especial el antiperonismo. La primera enseñanza entonces para anotar en el cuaderno es no enzarzarse en polémicas estériles sobre corrupción, independencia de los jueces o respeto por las instituciones, con gente sin autoridad moral alguna para hablar para hablar de esos temas.

Mientras tanto y más allá de los tercios convencidos, la "avenida del medio" -que ya no es tan ancha- tiene otras preocupaciones, como llegar a fin de mes, conservar el empleo o pagar los servicios; y pudo prestar atención a estos cantos de sirena en otras circunstancias (2013, 2015, 2017) cuando esas preocupaciones no estaban tan a la orden del día.

El misil de Verbitsky seguramente tendrá vuelto, como pasó con la propia causa de las fotocopias de los cuadernos, originada como devolución de gentilezas de la denuncia de Juan Amorín sobre los aportantes truchos a la campaña de María Eugenia Vidal, pero eso no cambia el panorama general descripto: la influencia electoral de estas cuestiones parece encapsulada, no así las consecuencias políticas; y mucho más provechosas -en nuestra opinión- son las enseñanzas que deja, a saber: 

* El enorme y complejo dispositivo de poder que de modo más o menos organizado (un ejemplo de "desorganización" podrían ser electrones sueltos como D'Alessio) orbita al servicio del gobierno y sus intereses políticos y electorales: fiscales, jueces, servicios de inteligencia nacionales y extranjeros, agencias del gobierno y de gobiernos extranjeros, periodistas/operadores de inteligencia. 

* Por encima de todo eso y moviendo los hilos, intereses estratégicos mayores que llevan agua para su molino aprovechando la porosidad cipaya del macrismo: la embajada, el Departamento de Estado y otros servicios de inteligencia como los israelíes. Es decir, el "law fare" en su máxima expresión y con todas las herramientas disponibles, en un contexto regional donde es moneda común: esos "animales mitológicos" que se pretendieron descalificar como parte de trasnochadas teorías conspirativas, así como en el conflicto con las patronales agrarias en el 2008 nos dijeron que ya no existía la oligarquía. Pero que los hay, los hay, y está claro que están entre nosotros, y llegaron para quedarse e influir en las elecciones.

* Sin embargo, todos esos cañones no disparan fuego graneado contra la clase política, ni bombas racimo, sino que sus objetivos son muy precisos: Cristina y el kirchnerismo, en ese orden; porque son los que molestan y no -como nos dicen- porque son los que les convienen como enemigos. Y si en un sentido más amplio van por el peronismo (como lo demuestra el procesamiento de Bonadío a 91 intendentes del PJ) es cuando ese peronismo converge en torno a Cristina.

* Por contraste, no hay ni el más mínimo esbozo de carpetazo para -por ejemplo- Massa o los candidatos del "peronismo alternativo", y no será porque no tengan muertos en el placard: es porque sirven ahora para dividir a la oposición y facilitarles las cosas al oficialismo (al menos esa es la suposición), como sirvieron en las últimas tres elecciones. Por eso los sostienen, los financian y les dan prensa y reconocimiento institucional.

* El entramado que enfrentamos puede que no sea convergente, ni sus intereses ser perfectamente compatibles; y es posible también que se generen disputas al interior de ese bloque, como está pasando con Paolo Rocca y el grupo Techint. Pero frente al enemigo común (el kirchnerismo y Cristina) tienen en claro que deben dejar las diferencias de lado, y cuales son sus prioridades.

Esas son -entre otras posibles- las conclusiones que anotar en los cuadernos, en este año electoral: el enemigo es poderoso, juega a fondo, está dispuesto a todo, y no se lo puede tratar con tibios, ni con tibiezas. No se trata de buscar el conflicto por el conflicto mismo, sino de saber que más tarde o más temprano, sucederá como resultado natural del choque de intereses; a menos que lo único que se pretenda es llegar al gobierno para administrar la crisis que dejará el macrismo. Tuis relacionados:

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