viernes, 29 de marzo de 2019

¿DIÁLOGO, O PEDIDO DE CLEMENCIA?


La derecha en la Argentina, en dictaduras o en democracia, repite el mismo mecanismo: cuando está en la oposición aduce persecución, se victimiza y le resta legitimidad a los gobiernos democráticos que no son de su agrado, tildándolos de dictadura o asociación ilícita.

Pide pluralismo, respecto por la diversidad de voces, diálogo y consenso “en los grandes temas en los que nos tenemos que poner de acuerdo todos los argentinos”; pero cuando gobierna y tiene la sartén por el mango, la cosa se da vuelta: persigue, estigmatiza, segrega, señala con el dedo, y profetiza: “muerto el perro se acabó la rabia”, “no vuelven más”.

Por supuesto que del mismo modo en que deslegitima el voto popular con el sambenito del clientelismo (cuando no lanza temerarias denuncias de fraude) cuando los gobiernos no son de su agrado, exalta la madurez cívica de los ciudadanos de a pie cuando las urnas le sonríen, y entonces sí reclama el derecho del gobierno (que ahora es “propio”, aunque a veces quieran disimularlo) de imponer su programa político, social y económico, sin contemplaciones, ni concesiones a la oposición.

Para luego, cuando se ven perdidos y comienzan a intuir que lo que soñaron una hegemonía perdurable se disuelve en el aire, empezar a pedir concordia, pacificación de los espíritus, amnistías, encuentro entre los argentinos, olvido de las pasiones, y diálogos fecundos para la búsqueda de caminos comunes.

Cuando hablamos de derecha a estos fines, incluimos a los colaboracionistas más o menos desembozados que todo régimen de ese tenor recluta o se le ofrecen voluntarios, incluyendo los presuntos “soportes intelectuales”, se asuman como orgánicos a él o no. Como por ejemplo los que ahora están llamando al diálogo para “cerrar la grieta”, según podemos ver en ésta nota de Clarín a la que refiere el tuit de apertura.

Entre los firmantes del documento destacan Agustín Salvia (el del Observatorio Social de la UCA), Jorge Fontevecchia, Norma Morandini, Federico Pinedo, Soledad Silveyra, Santiago Kovadloff, Julio Bárbaro, Marta Oyhanarte, María Eugenia Estenssoro, Sergio Berensztein, Eduardo Fidanza, Daniel Sabsay, Diana Cohen Agrest, Juan José Campanella, Alejandro Fargosi, Carlos Rottemberg, Alberto García Lema, Daniel Marx, Federico Andahazi, Guillermo Lipera (el del Colegio de Abogados porteño de la calle Montevideo), Teddy Karagozian, Guillermo Francos, Juan José Llach, Diego Gorgal (el "experto en seguridad" de Massa)" y siguen las firmas.

Curioso (o no): no hay ningún kirchnerista, ni alguno cercano o sospechado de serlo. Una primera lectura de esa circunstancia podría ser que más que una invitación sincera a dialogar entre los que piensan distinto, parece más un pedido de “rendición incondicional”: si los réprobos (es decir los kirchneristas) aceptaran las propias culpas pueden ser “admitidos” en el diálogo democrático, con olvido y perdón de su presunta “falta de papeles” en ese renglón, papeles que por supuesto se autoatribuyen la condición de ser los dispensadores, y certificadores de calidad.

Sin embargo, esa lectura sería generosa y no se correspondería estrictamente con los hechos; que marcan que lo que está pasando es otra cosa: estaban arriba del Titanic, sintieron el choque contra el iceberg, y descubrieron de golpe que no hay botes salvavidas para todos, y tratan de salvarse.

En concreto, diluir sus responsabilidades concretas en el sostenimiento social, mediático, judicial y cultural del gobierno oprobioso que tiene el país, y las consecuencias de sus políticas, y acaso proyectando las consecuencias de sus propios actos: otra vez, el miedo a ser perseguidos, estigmatizados, o sea, a padecer lo que engendraron e hicieron a otros; por el simple hecho de haber adherido a un proyecto político.

Si la invitación fuera sincera, comenzarían por reconocer los propios errores, como haber bancado hasta lo indecible a este gobierno de mierda, y aun seguir bancándolo; trabajando de patrullas del comisariato ideológico o judicial -según  los casos- para él.

Pero eso sería pedirle demasiado a estos pavos y pavas reales: tanto como que se bajen del pedestal de sus inmensos egos, que les hacen suponer -sin más argumento que su propia opinión, y las de los demás pavos y pavas- que tienen un rol relevante en la sociedad, o que le aportan algo. Y si no nos creen, vean esto: 

4 comentarios:

  1. Pero la inteligencia práctica que tuvieron estos cachafaces para conchabarse y afanar , la perdieron de tanta contemplación especular de sus egos, la verdad. Bonito colectivo este, entongado en contubernios hasta las verijas. Los de Poder Ciudadano, por ejemplo, migraron a partenaires locales de la Fundación Ashoka, esperpento globalista surgido del plan maquiavélico de un Señor de la Guerra europeo.
    Es como decís, ante la inminencia del choque (y de la inevitable Guerra Mundial Zeta conurbana y visceral que se viene, agregó yo), están pidiendo clemencia.
    Y es cierto que no hay botes salvavidas para ningún argentino. Para ninguno. Ellos incluidos. Aquí nos hundimos todos.
    Poco les importaron a estos tipos los presos políticos, la falta de justicia, la venganza de clase desembozada y la extinción programada de vastisimos contingentes de niños, discapacitados, hombres y mujeres a los que no sólo se les sustrajo futuro sino el presente mismo.
    Que se vayan a la misma mierda que ellos imaginaron sería nuestro hogar por siempre.
    Y por favor, basta de decirnos que hubo electorado engañado porque no fue así. Todo el que votó esto sabía o intuía que los que quedaban fuera del "cambio" serían masacrados, tiempo más, tiempo menos.
    Es cierto, esta época será recordada como la gran infamia que fue. Y si estos han creído que no se recordarán dobleces se equivocan. Así le dije a un tachero la vez pasada: por la boca el pez muere y todo el que votó esto tiene rastros en su habla diaria . "La gente creyo en el cambio" es una frase que admite muchas formulaciones pero dice de quien la pronuncia, mucho. Los verbos que se utilizan en una frase son muy botones. El uso del modo impersonal, alerta de deseo de escabullirse de un colectivo que la fue de opresor y ahora se trasviste de Caperucita.
    Los vamos a identificar, muchachos y muchachas "cambiantes". Aguantenselas como como corresponde. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Sin duda que el sufrimiento que ocasiona este gobierno puede llegar a sacar lo peor de uno. De hecho me cuesta bastante mantener la calma ante algunos familiares y amigos gorilas.
    No obstante, viendo la lista de firmantes de la solicitada, no me parece que todos califiquen de la misma manera: hay bastante distancia entre, por ejemplo, Campanella y Rottemberg, por citar casos de tipos con actividades análogas.
    Y además me parece medio peligroso enfrascarse en el legítimo enojo que uno pueda tener con los votantes de esta runfla que nos gobierna.
    Si lo que dice Claudia, y cito:
    '...basta de decirnos que hubo electorado engañado porque no fue así. Todo el que votó esto sabía o intuía que los que quedaban fuera del "cambio" serían masacrados, tiempo más, tiempo menos.'
    fuera cierto, casi que ni nos tendríamos que presentar a las elecciones, ¿para qué?.
    Me constan dos casos (sólo dos, sí, pero tampoco conozco tanta gente) de personas que votaron a Macri y hoy, además de sostener que fue un error, se manifiestan decididos a repararlo votando al kirchnerismo.
    En síntesis: no nos zarpemos con la bronca -legítima, insisto-, no nos ayuda ni como sociedad ni como sector político.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Facinlaburo: no seamos ingenuos, por favor.
    Quienes votaron a Cambiemos eran altamente refractarios a Cristina y todo lo representado por ella y suscribieron a todos los mitos fundantes cambiemitas: son todos chorros, se robaron un PBI, negros choriplaneros, malgastaron el viento de cola sojero, etc..
    O sea, el deseo vindicativo hacia el otro colectivo que sí la apoyaba, existió ("no vuelven más; Cristina en cana ya").
    La caracterización servida en bandeja del populismo, entró.
    Y nada se implanta sobre superficie yerma. Tiene que preexistir terreno fértil para que todo eso prenda. Que cambien su preferencia hoy día, obligados por las circunstancias de emmpobrecimiento, no hace desaparecer los prejuicios que fueron piedra fundamental para orientar esa elección por Macri en 2015 y que con seguridad ya forman parte de su corpus ideológico (que vegetará en latencia de regresar el Peronismo realmente opositor al que ensueña reintegrándole aquello que como votante se dejó sustraer).
    Por eso sostengo que no hubo engaño, sencillamente, el proceso que acompañaron esos votantes no salió como esperaban.
    Y si nos presentamos a elecciones es para ofrecer nuevamente una alternativa. Cuando hay ideología - y no mero cálculo electoral - una agrupación política sale al ruedo a ofrecer aquello en lo que cree, aquello que estima de utilidad a su país, independientemente de sus posibilidades. Ahora, si solo nos presentáramos cuando hubiera garantía absoluta de ganar, cerremos el kiosko.
    En cuanto a Rottemberg, yo también pensé en separarlo inicialmente de ese listado oprobioso porque supo hacer tempranas críticas respecto del retroceso cultural y teatral, pero, Facinlaburo, por algo firmó esa solicitada.
    Un tipo altamente inteligente como Rottemberg no es un bebé de pecho, no acompaña a tales otros "nenes" por descuido. Es un pronunciamiento personal. Y responde a ocasión, a oportunidad. Como hombre avezado de negocios está haciendo una apuesta (de seguro por la promesa de un pronto muleto que podría beneficiarlo). Repito, no es un lactante.
    Pero entiendo que es un clásico relativamente reciente criticar puertas adentro y desconfiar de nosotros mismos, otorgándole permanente amnistía a los que no se juegan por su país. Para adentro, dureza, para afuera, largueza.
    Cualquier humano con medianas luces sabe que cuando vota Presidente vota mucho más que la administración de los recursos del Estado. Vota simbolismos poderosos como soberanía territorial, jurídica, institucional, alimentaria, educativa, sanitaria, habitacional, de circulación de las personas, etc..
    Yo no subestimo al votante de Cambiemos, muy por el contrario, le reconozco una racionalidad muy específica: es el tipo de argentino que simula desentenderse del alcance de su sufragio si las papas queman. Y por eso sostendré que no ha sido engañado, votó a conciencia por una opción que era la antítesis de lo representado por el Kirchnerismo. En su derecho, por supuesto, porque es legítimo disentir visceralmente. Pero votó a conciencia.
    Los cambiemitas pueden vociferar y repartir mamporros en la calle y en las redes, pero los peronistas debemos guardar las formas y la politesse. Porque debemos seducir...¿a gente con cinturón de castidad?
    Minga.

    ResponderEliminar
  4. Claudia, tu vehemencia me cae simpática, pero tiendo a dudar un poco más que vos de mis percepciones y razonamientos.
    Me parece que no diferimos en cuestiones profundas sino en matices respecto de esta cuestión -muchos, eso sí-. De todos modos, voy a insistir apenas en un punto: si todo votante de cambiemos votó a conciencia la desaparición del kirchnerismo, sólo podemos encomendarnos a la biología. Yo prefiero -probablemente por razones egoístas, para no pegarme un corchazo- creer que no es así, y que las personas pueden cambiar.
    Y algo en lo que quizá no fui claro: no propongo seducir a nadie; cuando digo que la bronca no nos sirve me refiero a que no nos sirve convertirnos en aquello que confrontamos. Posiblemente esto sea una tara individualista y burguesa, pero no quiero ser como quienes "pueden vociferar y repartir mamporros en la calle y en las redes".
    Saludos.

    ResponderEliminar