El recurso de victimizarse fingiendo o exagerando persecuciones presentes o
futuras como consecuencia de un presunto comportamiento heroico o arrojado no
es nuevo en la política argentina: por el contrario, es tan viejo que ya
Jauretche, en su “Manual de Zonceras Argentinas” lo anota como una de las más
típicas; cuando cuenta aquello de José Mármol y sus célebres “cárcel y cadenas”. Tampoco es exclusivamente argentino: ahí andan las Corinas Machados y los
Juanes Guaidós, en estos tiempos de atención concentrada en lo que está pasando
en Venezuela.
Y más específicamente suele ser un recurso de los que realmente nunca
sufren persecuciones, sino que por el contrario las dispensan a sus adversarios
políticos. Tal es el caso de Carrió y los minnions de la Coalición Cívica que
orbitan en torno suyo, como Paula Olivetto o Mariana Zuvic.
Cuando la Libertadora (de la que el régimen que nos gobierna se asume como
heredero político, social y cultural), también abundaban los que, ya caído Perón
y exiliado y proscripto el peronismo, desfilaban contando sus presuntas penurias
durante “la Segunda Tiranía”; y tal como el propio Jauretche también apuntaba,
eso dio lugar hasta a algunos subproductos de la literatura folletinesca, como “El
incendio y las vísperas”, de Beatriz Guido, una típica exponente -social y literaria- del género.
También son afectos a este tipo de bobadas los principales plumíferos del
régimen: recordamos aun a Morales Solá diciendo que se iría a vivir al Uruguay por
las persecuciones del kirchnerismo allá por 2006, durante el gobierno de Néstor;
o a Lanata reclamando al cerrar uno de los envíos de su sit-com dominical que si
al domingo siguiente no estaban al aire (por la censura del régimen K, obviamente)
sus televidentes “hicieran algo”.
Más acá en el tiempo, más o menos lo dijo el pavo real (o realmente pavo)
de Novaresio, y especímenes como “Baby” Etchecopar, o Mirtha Legrand. En el caso de los macristas
furiosos del mundillo del espectáculo, no es difícil imaginárselos en un futuro
echándole la culpa de la perpetuación de su fracaso (como Casero, por ejemplo)
a la censura y persecución del kirchnerismo.
Como fenómeno político en sí, es de un orden e importancia muy menores, y
no merecería mayor atención que usarlo como consumo irónico en las redes
sociales: se trata de formulaciones bastante simples, pensadas para un público
de escaso nivel de maduración, que debe compensar opciones electorales
indefendibles (como haber votado a Macri, por ejemplo) con una cierta mística
de combatientes por la libertad, la república y coso. Algo de eso (o mucho) hay
también en el renovado tono épico del discurso presidencial en la apertura de
las sesiones del Congreso.
Sin embargo, tanta advertencia sobre exilios futuros deja muy en claro que
las cosas en el país, políticamente hablando, han cambiado, y mucho: pasamos de
la certeza inconmovible del “no vuelven más” con el los antikirchneristas que
cerraban toda conversación o intercambio sobre la realidad del país, han pasado
sin transición al “si vuelven, me voy del país”. O para ser más precisos, "como vuelven, me rajo".
Incluso en el caso (cada día más probable, como se desprende no tanto de lo
que esperamos nosotros, como de lo que creen ellos) de volver al gobierno, ocuparse
(es decir, prestarles efectivamente atención) de estos personajes por lo que
han hecho en estos años de macrismo, figura muy por detrás en la lista de prioridades
de las tareas pendientes.
Lo que no quita que algunos de ellos (como Zuvic y Olivetto, las
recicladoras judiciales y mediáticas de escuchas ilegales de los servicios de
inteligencia, traficantes seriales de pescado podrido), en realidad con su anunciado
exilio lo que están haciendo es verbalizar, lisa y llanamente, el miedo a ir
presas, por haber cometido delitos. Como lo demostraron las revelaciones del juez Ramos Padilla en el Congreso.
Y hacen bien, porque es lo que les debería pasar: no se trataría tanto de
escapar a la persecución política, como de profugarse de la acción de la
justicia. ¿Estarán revisando por las dudas la lista de los países con los
cuáles la Argentina no tiene firmados tratados de extradición?
Aunque si uno lo piensa bien, mejor que ciertos personajes sigan diciendo que se van del país si volvemos: mejor propaganda a favor, no podemos pedir, y es gratis.
Acá hay un problenaa, la "herencia" que dejar{an estos cosos será tan pesada que no podemos darnos el lujo de perder estas inteligencias, que estos talentos se nos vayan; miren, puestos a elegir, ¿qué es un INVAP, un CONICET ante la tragedia de un majul exiliado?, horas tristes, che, y como llueve parece que hasta el cielo llora...
ResponderEliminar-General, ¿qué piensa hacer usted para volver al gobierno?
ResponderEliminar-Yo no haré nada. Todo lo harán mis enemigos.
Cómo vamos a Sobrevivir sin un Alfredo (Casero o Leuco) que nos explique la realidad sin deformaciones, un Majul que didácticamente nos explique la ley de oferta y demanda o una Pamela que...que...que....coso. es todo se va a poner muy feo!😔
ResponderEliminar