miércoles, 3 de abril de 2019

CÍRCULO VICIOSO


Viven diciendo que la economía y la política son dos dominios separados, compartimentos estancos sin comunicación entre sí.

De esa idiotez derivan que gane quien gane las elecciones, o gobierne quien gobierne, hay una sola política económica posible de aplicarse, y cualquiera alternativa a esa política es lisa y llanamente irracional.

Y esa política económica es, en líneas generales, la que viene aplicando este gobierno desde su inicio: apertura total del comercio exterior, desregulación absoluta del mercado financiero y de los movimientos de capitales, libre acceso irrestricto a las divisas, “sinceramiento” de las tarifas de los servicios públicos, ajuste del gasto público, restricción de la emisión monetaria, techo a los aumentos de salarios en las paritarias, privatizaciones, rebaja de impuestos, otorgamiento de ventajas y privilegio al capital para “estimular las inversiones”.

Cuando esas políticas fracasan estrepitosamente (como está ocurriendo ahora  y cada vez que se ensayaron, en el país y en cualquier parte del mundo) se atajan diciendo que en realidad no fueron correctamente aplicadas, o fueron desvirtuadas: no es el modelo, sino sus circunstancias ejecutores; que además serían populistas, socialistas o aun bolcheviques, disfrazados de liberales.

Si ninguna de las premisas que sostienen funciona (como por ejemplo que la inflación es un fenómeno estrictamente monetario) entran a buscar culpas en otros lados, sin aceptar jamás que sus premisas son falsas: la que está equivocada es la realidad.

Y cuando todo falla, atribuyen el desastre a la “incertidumbre política, porque hay elecciones”, o sea a la mayor certidumbre de todas, en una democracia: que cada tanto hay que elegir a quien nos gobierna, y puede ganar alguno que no comulgue con esas ideas.

Cuestión que suele darse porque esas ideas no son muy populares, tanto que para poder ganar una elección no se puede decir abiertamente que se las aplicaría, en caso de llegar al gobierno. Como hizo Macri en el 2015, ni más ni menos.

O que hace que, una vez en el gobierno, si se las aplica a rajatabla, el gobierno que lo haga se expone a perder popularidad y en consecuencia, elecciones. Que es lo que está pasando a Macri ahora, como a tantos otros antes que él, acá y en todos lados.

Quizás lo que no se animan a decirnos es que, para que esas ideas puedan funcionar, es necesario que no haya democracia. Aunque pensándolo bien, las aplicaron en dictadura, y tampoco funcionaron.

¿No son unos chantas hermosos?

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