sábado, 27 de abril de 2019

INCERTIDUMBRES


Hace poco decía Claudio Scaletta en esta nota en El Destape: "Pocas veces se vio una alianza de clases tan poderosa y extendida para sostener un proyecto político que fracasaría tan rápido.", y compartimos la conclusión: el default del macrismo es absoluto, en lo económico, político, electoral y comunicacional.Tanto como el de sus valedores y verdaderos apoyos reales: “los mercados”, el “círculo rojo”, el poder real; que por estas horas luce tan desorientado como el presidente y el gobierno que contribuyeron a instalar, y cuya reelección venían postulando y financiando. 

Fruto de esa desorientación es el diagnóstico trucho e interesado de que el problema no es la insustentabilidad intrínseca al modelo de valorización financiera, sino la incertidumbre política que generan las elecciones y el posible retorno de Cristina al poder: pobre gente, nadie le avisó que en este país hay elecciones cada dos años. Lo de la “incertidumbre política” es una vuelta de tuerca sobre la tradicional engañapichanga de salvar al modelo (que tutela sus intereses), echándole la culpa a los circunstanciales ejecutores, o al contexto en el que el mismo se despliega, como hacen siempre.

Por eso ensayan piruetas grotescas en medio del quilombo como el “Plan V”, cambiando el collar (Vidal por Macri) para seguir encajándonos el mismo perro; con lo cual si -como postulan- el problema es político, no hacen más que sumar confusión e incertidumbre en tanto dejan pintados a los dirigentes políticos como simples muñequitos intercambiables que se pueden manejar, y que tienen ya escrita la partitura que deben tocar. Eso, sin contar que si Macri declinara su candidatura, automáticamente se transformaría en más “pato rengo”·de lo que es hoy teniendo la posibilidad de ser reelecto, con ocho meses por delante hasta el fin de su mandato, y una economía estallada.

Incluso incurren en un profundo contrasentido que solo puede pasar inadvertido en medio del extravío conceptual en que se encuentran, y el que se puede observar replicado en el promedio de los medios de comunicación hegemónicos: ¿cómo es que “los mercados” le mueven el piso a un gobierno “del palo” fugando capitales y promoviendo una corrida, generando así las condiciones objetivas para que la situación empeore y crezcan las chances del “populismo” de ganar las elecciones?

Es decir, Macri y “Cambiemos” (si es que tal cosa aun existe) apostaron todos los cañones de su estrategia electoral (si es que se puede sostener que aun tengan una que no sea durar hasta el final del mandato) a anclar el dólar para generar cierta sensación de estabilidad y calma antes de que votemos, pero el “fuego amigo” lo sacude al punto de casi tumbarlo, o correrlo de la competencia de cara a octubre.

No fueron los paros de la CGT que nunca se hicieron, ni los avances de la oposición en un Congreso que nunca funciona, ni el estallido social que no llega por la subsistencia del “colchón” que legó el kirchnerismo, los que están poniendo en riesgo la continuidad del gobierno, y los que le están pidiendo a Macri que de un paso al costado: son los fondos buitres que le financiaron su campaña en el 2015 y lo ayudaron a ganar jaqueando al gobierno de Cristina, son los bancos que ganaron sumas siderales con su gobierno, los medios (como Clarín) que lo exprimieron como un limón, y ahora le están diciendo (como le dijo Magnetto a Alfonsín en el 89’) que ellos ya son un estorbo, y deben irse.

Porque de eso y no de otra cosa hablan cuando dicen que “los mercados piden una respuesta política”; pero no sería completo el análisis si no incluyera dentro de esa “solución”, el intento de querer comprometer al kirchnerismo en la solución del quilombo que crearon, exigiéndole definiciones: que Cristina diga si será o no candidata, que diga si va a defoltear o no la deuda, si seguirá el acuerdo con el FMI o lo desconocerá.

Con lo cual lo primero que demuestran es que empezaron a asumir que la suerte de las urnas está echada, o que las encuestas que manejan deben dar mucho peor para el gobierno de lo que nos cuentan, porque de lo contrario no se entiende tanta histeria. Lo mismo vale para el supuesto “efecto libro de Cristina”, que, dicho sea de paso, le dio una centralidad aun mayor de la que tenía, al punto de desaparecer a Lavagna y al resto de la oposición: en medio del desmadre, nadie (de los que deciden) los mira a ellos, ni está preocupado por lo que puedan decir o hacer.

Hace un tiempo sobre las políticas del kirchnerismo respecto a la deuda externa, decíamos acá: “Estas verdades sencillas es necesario reiterarlas todas las veces que se pueda, porque a casi 30 años de recuperada la democracia (y ahora a propósito del fallo del juez Griesa y los fondos buitres), todavía hay que escuchar a los que plantean el discurso (simpático, sin dudas) de que antes que pagar la deuda, hay que investigarla, y en su caso desconocer lo que sea fruto de ilícitos o negociados.

Desde otro lado, se cuestiona el defáult del 2001 (que tampoco lo declaró el kirchnerismo), la ruptura de los contratos y la seguridad jurídica y todo lo que sabemos: nos aislamos del mundo, tenemos que honrar nuestras deudas; y toda la sanata conocida. El camino elegido por el kirchnerismo (como que tuvo la difícil responsabilidad de gobernar) fue otro, y bien conocido: reestructuró la deuda con una quita generosa (del 70 % del capital en algunos casos) y una reestructuración de los vencimientos que los van estirando hasta el 2038: una apuesta a conciliar el pago de la deuda con las posibilidades reales del país, y su capacidad de crecer y reconstruir el tejido social y productivo destruido por el neoliberalismo; que en buena medida fue el autor de esa deuda.”. 

De modo que no nos pueden atribuir a nosotros las soluciones que propondría la izquierda: si buscan alguien que la trosquee, llamen a Del Caño; y una explicación posible al aparente sinsentido de “los mercados” torpedeando a su propio gobierno, es que están tratando de salvar a las apuradas algo de lo que podrían perder con el kirchnerismo, en una nueva reestructuración de deuda.

Mientras tanto, de los problemas reales de la economía no se habla, ni hay perspectivas de “alivio” (la palabra de moda) a la vista, ni los habrá: esos tendrán que esperar al cambio de gobierno, cuestión de la que la oposición debería tomar nota para su discurso de campaña: algo así como “acá el único alivio posible es que nos votes a nosotros, para que se vayan estos chetos del orto que destrozaron todo”, pulido por los expertos en comunicación política, claro está.

El plan “Precios Esenciales” también conocido como “Lleguemos a octubre aunque sea con muletas” naufragó antes de arrancar en medio del dolarazo, la suba del petróleo y otro aumento de los combustibles; y está claro hace mucho que las medidas que podrían -estas sí- aliviar algo la situación o encauzarla, este gobierno nunca las tomará: la propia Vidal (la cara amable con la que intentan reemplazar al devaluado Macri) ha dicho que seguiría la misma política económica actual, y eso es precisamente lo que le piden; no la están palanqueando para forzar un cambio de rumbo.

Es necesario hacer estas precisiones porque nos hablan mucho de los efectos del ascenso de Cristina en las encuestas, pero no de sus causas: que la gente la ve como una esperanza para poner fin a este régimen oprobioso que nos gobierna, y la está cagando de hambre. De modo que si realmente quisieran conjurar “el fantasma Cristina”, no es con procesamientos y prisiones preventivas va la carta de Bonadío que lo van a conseguir, sino cambiando sus políticas económicas y sociales, algo que no quieren hacer, aunque supieran como.

Por eso es cierto que la solución es política pero no cambiando el candidato del oficialismo, sino el gobierno; aunque paradójicamente es necesario que éste, que está irremediablemente de salida, mantenga el incentivo de creer que pueden volver a ganar. Porque de lo contrario y respondiendo a su naturaleza como el escorpión de la fábula, se sentirán tentados de terminan de destruir todo, dejando aun más tierra arrasada de la que hay.

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