Los bancos pulsean con el gobierno para que, en las subastas diarias de
las LELIQ’s, el Banco Central suba la tasa de referencia que usa como casi
única herramienta para contener al dólar.
LELIQ’s que
-recordemos- son los únicos que pueden suscribir, a diferencia de las LEBAC’s,
que estaban accesibles incluso para los ahorristas e inversores minoristas.
Hace poco
consiguieron que el gobierno les permitiera liberar los encajes, o sea la parte
de los depósito que tienen que mantener inmovilizada, para poder invertirla en
LELIQ’s.
Antes de eso, solo
podían jugar en esa timba el 65 % de sus depósitos, y ahora la totalidad,
poniendo en riesgo así la plata de los ahorristas, en el caso de que la bomba
explote en forma de bono (lo más probable), o default por no poder pagar los
vencimientos de los títulos, si los tenedores quisieran cobrarlos y pasarse al
dólar.
Consiguieron esa
concesión del gobierno con la promesa de trasladar una mayor proporción de la
tasa que le cobran por renovar las LELIQ’s, a la que le pagan a los ahorristas
por los depósitos a plazo fijo.
Y como muestra la
imagen de apertura (sacada de ésta nota de El Destape) no cumplieron: la
diferencia entre lo que le cobran al gobierno por prestarle la plata de los
ahorristas, y lo que le pagan a estos por tenerles su plata un tiempo sigue
estando en torno a los 20 puntos, lo que les deja una ganancia descomunal. Hasta llega a los 23 puntos, en algunos casos.
Ganancia que es posible
porque el gobierno dejó sin efecto las regulaciones del Banco Central dictadas
en la época de Vanoli, fijando un “piso” para las tasas que los bancos pagan
por los plazos fijos, y un “techo” a las que cobran por prestar plata; en ambos
casos vinculados a la tasa de referencia de política monetaria, a través de los
instrumentos de absorción de circulante que emite el BCRA.
Al mismo tiempo y
por imposición del FMI, el gobierno acaba de enviar al Congreso un proyecto de
reforma de la Carta Orgánica del Central para quitarle (entre otras) las
atribuciones para intervenir y regular el mercado del crédito.
O sea, para que un
futuro gobierno no pueda utilizar herramientas hoy disponibles (porque las
regulaciones de Vanoli fueron posibles por la reforma impulsada por Cristina en
2012), y que este gobierno decidió deliberadamente no utilizar, para
facilitarles los negocios a los bancos.
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