martes, 4 de junio de 2019

DEFAULT CONCEPTUAL


La imagen de apertura está armada con capturas de pantalla de esta nota del domingo del Cronista, y esta otra de ayer de Diario Bae, que refieren al mismo tema: la apuesta del gobierno a una reactivación del consumo antes de las elecciones, para mejorar las chances de Macri; mejora que llegaría a través de los aumentos de salarios pactados en las paritarias, y la reactivación del crédito para consumo a través del “Ahora 12”.

Más allá de la discusión que hay entre los economistas respecto a si eso realmente ocurrirá y en los tiempos estimados por el oficialismo (es decir, para las PASO de agosto próximo), el hecho marca que el gobierno aspira a repetir la táctica que le diera resultados en las legislativas del 2017, en un contexto mucho más crítico. Y eso en sí mismo es un hecho que merece ser destacado, en tanto expone que además del ostensible fracaso de gestión del nuevo experimento neoliberal que se ensaya en el país, evidencia el absoluto default de sus supuestos teóricos.

En efecto, luego de casi cuatro años de desplegar políticas económicas “ofertistas” otorgando beneficios y privilegios al capital, y de pulverizar salarios y jubilaciones en el altar de la “rebaja de costos” y el “equilibrio fiscal”, respectivamente, los resultados no pueden ser otros que los evidenciados: recesión, caída de los salarios reales, derrumbe del consumo, aumento de la capacidad instalada ociosa, consecuente derrumbe de la inversión, quedando más claro que nunca que es una función derivada del consumo.

Para peor, sin conseguir a cambio bajar la inflación ni siquiera con el brutal “apretón monetario”, y el sostenimiento en el tiempo de niveles insostenibles de tasas de interés, con el propósito de mantener quieto el dólar; un objetivo solo posible a cambio de aniquilar toda perspectiva de reactivación económica: hasta lo propios organismos oficiales y economistas del palo del gobierno están revisando a la baja sus estimaciones para este año, proyectando una caía mayor y más sostenida del PBI. Y eso que, por supuesto, siguen siendo “amables” con el plan oficial.

Esta circunstancia marca también el estrepitoso fracaso del marco teórico en el que el gobierno sustenta su plan, aunque Macri y sus funcionarios (en una increíble muestra de disociación de la realidad) sigan sosteniendo que no hay otro camino posible, y que la persistencia en el error ya está dando resultados que, por supuesto, solo ellos ven: hasta la propia estabilidad cambiaria es claro que depende más de una salida ordenada de los capitales que se están desprendiendo de activos argentinos, que del acierto de la política cambiaria o monetaria del gobierno. Todo indica que en breve eso puede cambiar, drásticamente y no precisamente a favor de las chances y expectativas del gobierno.

Por si no fuera poco que el gobierno haga -al mismo tiempo- “campaña del miedo” pidiendo votar para no volver al pasado mientras apela a herramientas de ese mismo pasado “populista” para intentar frenar la debacle electoral (paritarias, “Ahora 12”), tampoco está claro que esa estrategia desesperada les termine dando resultados, como consecuencia de la dinámica propia del modelo económico que gestionan, y de los intereses que éste tutela; que exigen ganancias fáciles vía valorización financiera, depresión de los salarios en términos reales, y eventualmente rentas exportadoras extraordinarias vía aceleración de la devaluación del peso.

Nada indica que estemos a las puertas de una baja sensible y persistente de los altos niveles de inflación: por el contrario, en un año electoral la dolarización de inversiones y fuga de capitales tiene a acelerarse, y éste no será (no es, no lo está siendo) la excepción; a lo que hay que sumar que siguen aumentando los precios regulados directa o indirectamente por el gobierno: combustibles, servicios (en especial el gas en invierno), prepagas. Al cuadro descripto se suma que las presuntas facilidades en créditos para consumo deben operar en un nivel de salarios y jubilaciones deprimidos, y comprometidos por endeudamientos anteriores (con Argenta, la tarjeta de crédito o el propio “Ahora 12”).

Suponer que en ese contexto, y en el de un alza de insumos esenciales como la luz, el gas, los combustibles o la prepaga que restan ingresos disponibles para el consumo o afectables para el crédito, alguien puede apostar a endeudarse para adquirir bienes durables es de un voluntarismo que no resiste un cotejo con la realidad cotidiana. Los propios datos oficiales demuestran la pérdida de ingresos de los beneficiarios de la AUH o jubilaciones por la nueva fórmula de ajuste de los haberes impuesta por el gobierno, y los salarios formales ajustables vía paritarias (más allá de la dinámica particular de éstas) no recuperaron lo perdido frente a la inflación el año pasado, cuando ya están perdiendo frente a la acumulada en el primer cuatrimestre de este año.

El cuadro descripto explica los resultados electorales catastróficos que vienen cosechando los candidatos del oficialismo nacional en las provincias, tanto como la dinámica que está adquiriendo la estrategia de campaña de “Cambiemos”, exclusivamente basada en carpetazos, denuncias de corrupción de la gestión anterior y sobredimensionamiento de obras públicas puntuales, que no mueven el amperímetro. Explican también la persistencia de los rumores sobre la declinación de Macri de su candidatura, o las dificultades que encuentra para conseguir un candidato a vicepresidente.

Pero y finalmente, el solo hecho de que el gobierno esté planteando volver a generar un “kirchnerismo temporal” de fomento al consumo con perspectiva electoral marca también el absoluto default ideológico de Durán Barba, quien hasta acá nos venía vendiendo el buzón de que la gente ya no votaba más con el bolsillo, sino en base a sentimientos y emociones.

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