La imagen de apertura está armada con
capturas de pantallas de El Litoral y La Capital, en sendas notas que daban
cuenta de la distribución del voto en las ciudades de Santa Fe y Rosario, en el
primer caso para la categoría de gobernador y vice, y en el segundo para
intendente y concejales, aunque se dio lo mismo en la categoría anterior: donde
están los círculos azules se impuso el peronismo, y en los naranjas, el Frente
Progresista.
En ambos casos
ganaron el PJ y sus aliados en los barrios del borde oeste de anbas ciudades,
los más alejados del centro, con mayores carencias de infraestructura y donde
los estragos sociales de las políticas económicas del gobierno de Macri se
hacen sentir con más fuerza. A la inversa el hasta diciembre oficialismo
provincial se impuso en los barrios donde tienen cloaca, asfalto, agua potable
y todos los servicios, habitados en su mayoría por las clases medias.
La excepción sería
en Santa Fe la elección de Emilio Jatón a intendente (ganó parejo en todas las
seccionales), que sumó muchos más votos que Bonfatti para gobernador en la
ciudad, y es un fenómeno de otro tenor, aunque vinculado a lo que aquí queremos
en parte analizar: la boleta única.
Este corte social y
geográfico del voto en las dos principales ciudades de la provincia se viene
repitiendo, casi sin cambios, elección tras elección; por lo cual alguno podría
preguntarse entonces donde está la novedad. La respuesta es que no la hay, pese
a la propaganda oficial del socialismo en contra, que nos cuenta las maravillas
del “Plan Abre”; que se despliega justamente en esos barrios marcados de azul
en las dos ciudades, donde gana el peronismo; que no controla desde hace años
el aparato del gobierno provincial o municipal, y desde 2015, tampoco el del
gobierno nacional.
Y aquí aparece el
primer dato: el publicitado plan de “inclusión social” del socialismo, tan
elogiado por el Observatorio Social de la UCA (opinión para nada desinteresada,
como veíamos hace poco acá) al parecer no fue tan inclusivo, o no por lo menos
al punto de hacer que allí donde se aplicó, redundara en votos para el
candidato socialista a la gobernación que al menos acá en Santa fe no se
despegó en sus recorridas de Jatón; que ganó en esos mismos barrios,
ampliamente, para la intendencia.
En Rosario este
mismo comportamiento se reitera de una elección a la otra, y la mala perfomance
de Bonfatti en las PASO y la elección general en los barrios periféricos de la
ciudad pone en entredicho no ya la eficacia del promocionado “Plan Abre”, sino
el supuesto carácter progresista e inclusivo de las gestiones municipales del
socialismo, por 30 años.
Tanto como el
fracaso del Plan Abre, los resultados en Santa Fe y Rosario con diferencias tan
marcadas de procedencia geográfica y de clase de los votos, pero con triunfo
del candidato socialista a la intendencia de la primera (la segunda estuvo a
muy poco de perderla con el peronista Roberto Sukerman), se explican por otro
invento socialista: la boleta única.
En efecto, con el sistema tradicional,
Jatón (que funcionó como candidato “cacht all”, atrapando votos de todos lados)
podría haberle traccionado votos a Bonfatti en Santa Fe, y ponerlo en mejores
condiciones para dar la pelea. Por contraste, en esas mismas condiciones la boleta de Omar Perotti a gobernador hubiera traccionado a Roberto Sukerman a ganar para el peronismo la intendencia de Rosario.
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