jueves, 5 de septiembre de 2019

UNA DISCUSIÓN MENOS


"El ámbito propio de las empresas privadas debe ser respetado. En tal sentido, la injerencia del Estado en la toma de decisiones empresarias no contribuye a dinamizar la economía del país ni resulta un aporte al desarrollo económico y social”, señaló el presidente de la Asociación Empresaria Argentina (AEA), Jaime Campos, en la apertura de la jornada organizada por la entidad con la presencia de los empresarios más importantes del país.

En ese sentido, Campos calificó como “nefastos” los cambios inesperados en las políticas públicas: “No nos cansaremos de subrayar que la existencia de reglas de juego claras y previsibles contribuye decisivamente a estimular las inversiones.”  El presidente de AEA destacó que el fortalecimiento institucional es “condición necesaria” para que el sector privado ayude a reducir la pobreza: “La plena vigencia de la República, la división de poderes, una justicia independiente, la existencia de partidos políticos que puedan rotar en el gobierno, un Congreso que refleje pluralidad y la libertad de prensa son sin duda factores centrales”.

Campos reclamó además por la estabilidad tanto en lo monetario como en lo fiscal: “Luego de varias experiencias fallidas, los argentinos hemos aprendido que debemos contar con una moneda respetada por la ciudadanía y un requisito básico para ellos es que las cuentas públicas estén como mínimo equilibradas. En otras palabras, carecemos de legitimidad monetaria. La Argentina debe recuperarla mediante un acuerdo macroeconómico amplio y consensuado.”

"En materia de reformas pendientes, agregó que debe hacerse posible “el desarrollo de las actividades productivas mediante medidas de reducción de la presión fiscal, la anulación de los impuestos distorsivos, así como al gradual actualización en las regulaciones laborales en diálogo con los sectores sindicales.”" (sacado de acá, las negritas son nuestras)

El texto es del discurso de ayer de Jaime Campos, el presidente de la AEA (Asociación Empresaria Argentina), pero podría haber sido de cualquier otro en su lugar, en la misma entidad, en 1976, 1990, 2001 o cualquier otro año. O del "Foro de Convergencia Empresarial", la UIA, los coloquios de IDEA o cualquiera de los sellos de goma en los que se agrupa nuestro establishment para ejercer lobby sobre todos los gobiernos, pidiendo siempre lo mismo.

Inmunes a los contextos sociales, a los avatares políticos y las cifras electorales, a los resultados concretos de sus propias apuestas (como el gobierno de Macri), siempre reclaman exactamente lo mismo: menos injerencia del Estado, menos regulaciones públicas, rebajas de impuestos, flexibilización laboral, ajuste fiscal. 

Cosas que en este gobierno que se va en medio del fracaso consiguieron, pero no importa: lograron que se podaran de la Ley 26.831 que regula los mercados de capitales y los controles estatales a las empresas que cotizan en bolsa (sancionada durante el segundo gobierno de Cristina) todas las normas que garantizaban mayores facultades de contralor a la CNV y normas protectorias de los derechos de los accionistas minoritarios, como también lograron la casi desaparición del impuesto a los Bienes Personales, y el pago de Ganancias ajustando por inflación los balances.

También son ellos los mentores del proceso de desregulación financiera que nos condujo a la explosión del modelo de endeudamiento para la fuga de capitales, y que incluso a ha destruido sus propias empresas, poniéndolas a tiro de que capitales extranjeros las compren por monedas. 

Lograron del Estado macrista todo tipo de decisiones y regulaciones beneficiosas para sus intereses, y entonces no les preocupaba la "injerencia"; amputación de la ley de medios, aprobación de la fusión Cablevisión-Telecom, dolarización de las tarifas de los servicios públicos, subsidios millonarios a la producción de gas y petróleo, posibilidad de endeudarse irresponsablemente en dólares. Todos y cada uno de ellos son, en consecuencia, tan responsables como Macri del absoluto desastre al que llevaron al país. Más incluso, porque al fin de cuentas Macri no fue más que un agente de sus intereses, su representante en el corazón del Estado. 

Como bien dijo Cristina el otro día en La Plata, Macri no hizo ni más ni menos que lo que ellos le pidieron que hiciera, y los resultados de decirles que sí a todo y a todos, están a la vista. Sin embargo, no se espere de ellos nada parecido a una reflexión, autocrítica o reconocimiento del más mínimo error: su horizonte conceptual sigue reducido a las cuatro o cinco mismas reivindicaciones de siempre, disfrazadas de ideas y traficadas como la única racionalidad económica posible, contra toda evidencia histórica en contrario.

En cierto sentido, hay que agradecerles que no hayan cambiado, ni manifiesten la más mínima intención de hacerlo: nos ahorran discusiones estériles para tratar de convencerlos o acercar posiciones, y hay que dejar de rendirles pleitesía o tomar su opinión como moneda de buena ley, o quejas atendibles, porque no son más que campanas de palo: no hubo desastre producido en el país, en dictadura o democracia, que no haya contado con su expreso y rotundo apoyo, ni proceso de recuperación nacional, que no los haya tenido virulentamente en contra. 

Prefieren comprar gobiernos aportando a las campañas electorales (ahora legalizaron el léasing de políticas públicas), que financiar al Estado pagando impuestos, y se vednden como parte esencial de la solución, cuando son el núcleo duro del problema; así de truchos son. Tuits relacionados:

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