jueves, 6 de febrero de 2020

DISPAREN SOBRE AXEL


Cuando se discutió en la legislatura bonaerense la reforma tributaria propuesta por Axel Kicillof, decíamos nosotros en esta entrada: " Por otro lado, el fenómeno Kicillof resulta en sí mismo interesante porque representa la irrupción de un dirigente nuevo, con condiciones innegables (aunque siempre cuestionadas o discutidas, desde el propio peronismo), magnetismo personal y caudal electoral propio, más allá de su innegable identificación con Cristina y el proceso kirchnerista. Rompió con el mito de que el kirchnerismo no podía "transferirle electorabilidad" a sus candidatos provinciales.

Y un dirigente con una gran proyección a futuro, en la medida en que logre realizar una buena gestión de gobierno en Buenos Aires, en circunstancias muy difíciles: la desastrosa gestión de Vidal le dejó tierra arrasada, con un endeudamiento descomunal, y una oposición fronteriza con el golpismo, dispuesta a sabotear la gestión desde el primer día, como lo comprueba el caso de la reforma tributaria.

(...) De otro lado, le pese a quien le pese, la cuestión tampoco puede ser analizada desde el ángulo mezquino de la interna futura, como sin dudas hacen algunos haciéndose bien los boludos mientras piensan para sus adentros "dejálo al rusito que se estrole peleando contra los molinos de viento, así sale de carrera un competidor peligroso". Negar que estas cosas existen tampoco ayuda a entender el panorama, porque hoy vienen por él, y mañana vendrán por vos, está en su naturaleza; como la fábula del escorpión y la rana.

En la provincia de Buenos Aires y en la gestión allí de Axel Kicillof, en las condiciones descriptas, se juega buena parte del éxito de la nueva experiencia política de signo nacional y popular inaugurada en el país el 10 de diciembre pasado. Bien harían todos los que tienen responsabilidades políticas importantes en la conducción de ella en tomar nota del asunto, más allá de la opinión personal que tengan sobre el gobernador de Buenos Aires, o la mayor o menor simpatía que les cause.".

Hoy, menos de un mes después, y a propósito del pago del primer vencimiento de la pesada deuda externa provincial, las reflexiones citadas cobran plena actualidad: es muy notorio ver los misiles de todo tipo que se tiran contra el gobernador de Buenos Aires desde los medios sponsoreados por los acreedores que quieren mejorar sus posiciones relativas de cara a una negociación que avirozan será dura, como desde las mismas trincheras mediáticas pero en éste caso con el claro objetivo político de limarlo a él, y por carácter transitivo a Cristina.

Quieren meter cizaña en su relación con el gobierno nacional, contraponiendo una supuesta divergencia de criterios con Guzmán en el manejo de la deuda, cuando en realidad la cosa es más compleja, o más sencilla si se quiere: Kicillof debió tensar al máximo la cuerda porque estaba apremiado por un vencimiento que le cayó antes, y porque quiso dar una señal al resto de los acreedores de cuáles serán las reglas de juego. Por eso el hecho relevante no es que terminó pagando el bono al fracasar la propuesta de reprogramación (bloqueada por un fondo inversor que tenía la mitad de la emisión), sino que anunció la reestructuración de la pesadísima deuda bonaerense, en su inmensa mayoría contraída de modo irresponsable durante la desastrosa gestión de María Eugenia Vidal.

De las mismas usinas mediáticas de las que salen las operaciones de "blanqueo" de Vidal (posible carta electoral futura del régimen) provienen las que atacan la figura del gobernador bonaerense, por las mismas razones. Incluso llegando al absurdo de cuestionar ahora el pago del bono, que hasta ayer reclamaban para evitar el default: a la hora de pegarle a Kicillof, la crítica tiene todos los climas.

El episodio -que se suma, reiteramos, a lo que pasó en la PBA con la reforma tributaria- es una lección de política, más que de economía: nos muestra quienes son los jugadores que están en el tablero, y como se mueven. Y la reflexión correcta no es, como plantea la mayoría de los medios, que el "impetuoso" Kicillof debería fijarse en como se mueve el "reflexivo" Guzmán (hasta ayer, también considerado "impetuoso" por esos mismos medios), sino al revés.

Porque lo concreto es que el gobierno nacional acaba de lanzar un canje voluntario de los bonos "reperfilados" que fue, digámoslo claro, un completo fracaso: tuvo apenas un 10 % de aceptación. Lo que está indicando cual es la reacción previsible de "los mercados", en momentos en los que el mismo gobierno se lanza a la renegociación de toda la deuda.

¿Supone esto un error de cálculo de Guzmán y su equipo, o una minimización de los inconvenientes reales que presenta el camino de arreglar el frente de la deuda? Posiblemente más de lo segundo que de lo primero, en un gobierno que hasta acá vino dando reiteradas señales de querer cumplir con sus compromisos (en realidad, los de gobiernos anteriores), con más voluntarismo que posibilidades.

Lo dijimos antes, lo repetimos ahora: más allá de las valoraciones políticas generales que exceden el problema de la deuda (y que son las que contextualizan las críticas y los ataques contra Kicillof), ése problema en sí mismo tiene condicionantes estructurales reales, que no se pueden ignorar; y que determinan que los gobiernos (el de la nación, el de la PBA, los de las demás provincias) no van a hacer lo que quieran, sino lo que puedan.

Y pagar toda la deuda (no un bono puntual), sin renegociarla con quitas en capital e intereses, ni reprogramaciones en los vencimientos, es absolutamente imposible, se lo diga o no con todas las letras. La restricción externa, agudizada gravemente por el macrismo y sus políticas, y el delicado cuadro socioeconómico sobre el que el gobierno intenta operar con instrumentos limitados (y autolimitaciones, digamos todo) han generado de hecho un escenario de default, que no cambia por el hecho de que el gobernador de Buenos Aires haya terminado pagando el bono íntegro, a su vencimiento. De hecho, eso es lo que está diciendo el propio Kicillof, al anunciar que lanza la reestructuración de la deuda global de la provincia.

Cuanto antes se metabolice (por el gobierno y por los mercados) ese dato incontrastable de la realidad, más rápido se podrá avanzar en la búsqueda de formas de acuerdo para salir del atolladero. Mientras tanto, siempre se estará expuesto a la capacidad de presión de un acreedor, o grupos de acreedores, para cobrar lo suyo y que el resto se arregle como pueda; incluyendo en el resto al conjunto del país que espera soluciones urgentes para los graves problemas económicos y sociales que padecen a diario muchos de sus habitantes.

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