Cuando hace algunos años, durante el segundo mandato de Cristina, se unificaron en el FIT, despertaron cierta expectativa en algunos sectores: si el problema de la izquierda argentina que le impedía crecer políticamente era su tradicional sectarismo, al dejar de lado el "narcisimo de las pequeñas diferencias" en pos de una unidad más amplia, tenían todo dado para crecer.
Y si bien en un primer momento los resultados parecían indicar eso, con el paso del tiempo quedó claro que la cosa era un poco más compleja: siguieron confinados a un piso de votos (bien cercano al piso, digamos) que no es sino la suma de las pequeñas partes que se unieron entonces; con tendencia a bajar si no modifican su estrategia política.
No podrán decir que su amesetamiento de hace años en la insignificancia electoral obedece a las reglas de juego: si a alguien favoreció la reforma política aprobada por Cristina en el 2009 con la Ley 26571 fue a ellos; con el acceso gratuito a la publicidad de los medios audiovisuales en mayor porcentaje a su real caudal electoral, y el acceso en idénticas condiciones al financimiento estatal de las campañas.
Sus nichos tradicionales de votos son los estudiantes (en especial de la UBA, con énfasis en algunas carreras, poco y nada en las nuevas universidades del conurbano), y algunos segmentos de trabajadores que corresponden a la "aristocracia obrera" por su nivel de salarios que destaca del promedio, a punto tal que cuando se formó el FITY -recordamos, segundo gobierno de Cristina- el principal relamo unificador era la eliminación de Ganancias sobre los salarios más altos. De entonces proviene su show de cortes en los accesos a la Panamericana, y los enfrentamientos con Berni.
Inmunes a los cambios en el contexto social y a los resultados electorales que indicarían alguna revisión de la estrategia, vienen analizando la realidad social con el mismo marco teórico desde 1917: el estallido social es siempre inminente, cualquier conflicto por mínimo que parezca puede proveer la chispa necesaria para que todo estalle por los aires y se derrumbe el capitalismo, y ellos tienen el deber de estar allí atentos para recoger los escombros, y "ofrecer a los trabajadores una salida de la crisis por izquierda, para que la paguen los capitalistas".
Como muestra el video de apertura (que es de octubre de 2018, pero podría ser de cualquier momento desde 1983 para acá), luego de "los trabajadores", vendría un "y" cada vez más largos: feminismos, movimientos ecologistas, desocupados, agricultores familiares, personas sin vivienda, inquilinos. Las lista es larga, y se agranda cada vez que aparece una demanda insatisfecha, así sea de ahorristas estafados por los bancos, o que quieren poder acceder a comprar dólares: allí estará la ambulancia trosca dispuesta a socorrerlos, sin sonrojarse por la defensa elíptica de la propiedad privada.
Cualquier sector social que reclame o demande algo y necesite representación, debería pensar (según su estrategia) en ellos para representarlos; y pasan de cosechar sus (pocos) votos concretos en sectores que en definitivas están incluidos en el sistema, a querer captarlos entre los marginados de toda posibilidad de inclusión, como los que tomaron tierras en Guernica u otros puntos del conurbano. La famosa "cadena de equivalencias" de las demandas sociales que definía Laclau, pero sin la aptitud de los populismos para traducirlas en potencia electoral.
Si pasan los años y una fuerza política sigue con el mismo marco teórico de análisis, del cual deriva las mismas prácticas políticas y los resultados no son los esperados, alguna revisión al respecto debería ensayar. Eso es, ni más ni menos, lo que intentaron decir el año pasado Altamira y Ramal, y le valió a su sector una dura pura al mejor estilo estalinista y su alejamiento del PO y como tales del frente de izquierda; demostrando que lo único que hubo con Solano, Del Caño o Bregman, es un trasvasamiento generacional del comisariato político para practicar el sectarismo hacia adentro y hacia afuera, en especial en su contacto con los sectores del peronismo, con el que siguen anclado en la misma trinchera que en 1945: se trata de una impostura que desvía a los trabajadores de su representación natural, que serían ellos, y asunto concluido.
Respecto a eso, hoy ponen sus cañones en Berni (como ayer lo hacían con Milani) y Kicillof, pero por motivos distintos: en el caso del histriónico ministro de Seguridad bonaerense, porque acaso inadvertidamente con su despliegue mediático y espectacularidad en la acción, les provee la imagen de víctimas de la represión a la protesta social que necesitan; más para repositorio de las anécdotas de las peñas de Sociales, que para modificar realmente la realidad en un sentido progresivo, o para configurar algún grado de amenaza potencial al poder real.
En el caso de Kicillof, podría pensarse en una cierta división de tareas hacia el interior de la oposición al gobierno nacional: mientras el núcleo duro de los medios hegemónicos y los partidos gorilas con mayor representación parlamentaria hace blanco en Cristina, le tocaría a la izquierda focalizarse en el gobernador de Buenos Aires, en tanto es uno de los dirigentes con mayor proyección política a futuro del peronismo/kirchnerismo. Sin embargo, nos permitimos dudar de que en realidad sea así: la "funcionalidad" de la izquierda a los planes del régimen que dice combatir exigiría que logre cobrar volumen político, superando el nivel de la irrelevancia; algo que por ahora está muy lejos de hacer.
Lo mismo debe decirse del vínculo que intentan establecer entre protesta social, represión y crecimiento político: el sainete periódico que ensayan con Berni (donde ambos parecen asumir el rol que les toca) se parece más a los episodios del Coyote y el Correcaminos, que a las grandes luchas sociales que jalonaron la historia argentina.
Para terminar, una reflexión; las propuestas políticas de la izquierda argentina (de las que el video de apertura provee un listado más o menos actualizado) no merecen siquiera discutirse, no porque no tengan validez teórica ni sean pertinentes al contexto, sino simplemente porque quienes las enuncian no tienen ni por asomo el volumen y espesor político que permita llevarlas realmente a cabo, y de seguir así, están muy lejos de conseguirlo.
Por el contrario, todo indica que a éste paso van camino a convertirse en un consumo irónico en las redes sociales como los "libertarios" (si es que no lo son ya), y a ser superados por éstos en los guarismos electorales. Tuits relacionados:
Hay algún preso político trosco como Milagro Sala, Boudou, D'Elía o De Vido? Es para un amigo que pregunta. No vale decir el gordo del mortero, que es de la AFI.
— La Corriente K (@lacorrientek) October 31, 2020
Hola Myriam, llamó el Cuervo desde Guernica. Dice si pueden ir a darle una manito, que queda mucho laburo por hacer. Eso sí, las cámaras ya se fueron pero igual vale la pena.
— La Corriente K (@lacorrientek) November 1, 2020
Troscos 30 pobres 6. Abultado resultado. https://t.co/3oIPzzVijn
— La Corriente K (@lacorrientek) November 1, 2020
Si en lugar de rambearla tanto Berni hubiera hecho el desalojo con una manguera de agua de los bomberos, apenas estacionaba la autobomba no quedaba un sólo trosco, y se entendía fácil con los pocos ocupantes que quedaban.
— La Corriente K (@lacorrientek) November 1, 2020
Cambiás las denuncias judiciales y comer jamón en la Rural por correr detrás de las protestas sociales y los panes rellenos, y pasás de la Coalición Cívica al FIT. En ambos casos, el intento primitivo de politización de la indignación social.
— La Corriente K (@lacorrientek) November 2, 2020
En realidad es al revés. Son ustedes, que quieren jugar a la dictadura y la guerra popular, pero en formato Play Mobil o los Sims. https://t.co/9wBGWBtjwK
— La Corriente K (@lacorrientek) November 2, 2020
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