miércoles, 20 de enero de 2021

¿A QUIÉN ESCUCHA EL GOBIERNO?

 


Los tuits de apertura corresponden al acto del FDT en La Plata hace exactamente hoy 33 días. Mucho antes (exactamente hace hoy 86 días) Cristina publicó aquella carta en la que hablaba de los "funcionarios que no funcionan". 

Es tan cierto que no se puede ignorar que sus palabras no son las de cualquiera sino de la principal figura política del país (más allá del rol institucional que le toca cumplir), como que hasta acá y juzgando la acción del gobierno, parecen haber caído en saco roto: el presidente sostuvo en público a sus funcionarios hasta donde pudo y puede (al parecer, estaría tomada la decisión insólitamente demorada de rajar a Nielsen de la presidencia de YPF) porque se siente conforme con su desempeño, y ninguno renunció, dándose por aludido.

Que decir del reclamo de alinear tarifas, precios, salarios y jubilaciones para que éstos recuperen poder adquisitivo, traccionen la demanda y empujen la recuperación de la economía: que el año pasado la carne subió casi un 100 % sin que el gobierno haga algo al respecto, y que el Salario Mínimo Vital y Móvil -sobre cuyo valor el gobierno sí puede incidir, más allá de las disputas entre empresarios y sindicatos- perdió un 14 % de poder adquisitivo en el mismo lapso. Y el pan va a subir entre un 10 y un 15 %. 

O que la inflación, aun siendo menor a la que nos legara el macrismo, viene subiendo en el segundo semestre en forma continua, en especial en el rubro alimentos y bebidas, que todo indica que la suba se aceleró en lo que va de enero, que YPF -la petrolera controlada por el Estado, de cuya presidencia estarían rajando a Nielsen- aumentó cinco veces en semanas la nafta y que el gobierno autorizó un aumento de hasta el 5 % de los servicios de internet y telefonía celular, y tuvo que ir a la justicia para hacer cumplir la medida, porque las empresas aplicaron aumentos del 20 %; así como había autorizado un aumento de las prepagas que debió tumbar al día siguiente  

No se trata simplemente de ver si el gobierno -que comenzó su gestión lanzando un plan de lucha contra el hambre, antes de la pandemia, y hoy contempla pasivamente la suba del precio de los alimentos- escuchó o no lo que dijo Cristina, que tampoco descubrió la pólvora. Menos de conjeturar sobre lo que el presidente y su vice hablan en privado, cuando sí se puede establecer que no hubo correlación o respuesta entre lo que una dijo en público, y lo que el otro y sus funcionarios hacen o dejar de hacer, también en público, en la acción de gobierno. Los hechos están ahí para el que los quiera ver.

Tampoco se trata de hacer pucheros por un "desplante" al principal activo político y electoral del FDT por parte del gobierno, sino de puntualizar que Cristina es lo que es, porque representa, y nunca se niega a asumir esa responsabilidad: lo que ella puso en palabras es lo que piensan y sienten a diario muchos argentinos, entre ellos y sobre todo, muchos votantes del FDT en 2019. Y ahí el problema es mayor, porque significa que el gobierno no está escuchando a su base electoral, ni dialogando con ella; cosa que es mucho más relevante en términos políticos que las quejas que pueda expresar la militancia en las redes sociales, o en espacios de discusión allí donde estos se habiliten.

Y no es que la gente, acostumbrados como estamos los argentinos a las crisis y las penurias, no comprenda que la situación heredada fue difícil y la pandemia la agravó dramáticamente, o que hay que esperar para satisfacer determinadas reivindicaciones: la escasa conflictividad social del año pasado en medio de una pérdida de los salarios reales frente a la inflación no es exclusivamente atribuible a la pandemia.

Pero si se empieza a percibir que el método de construcción de las decisiones del gobierno no incluye -en primer lugar- a sus votantes, el contrato electoral se empieza a romper, primero desde el gobierno, y luego desde los electores: en democracia y hablando de votos, nadie tiene la vaca atada para siempre y contra toda contingencia.

El gobierno dio marcha atrás con la expropiación de Vicentín porque -en palabras del presidente- no pensó que lo iban a criticar...los que no lo votaron ni lo harían nunca. Retrocedió en el cierre de las exportaciones de maíz (medida necesaria para contener los precios internos) frente a un escuálido piquete campestre y ahora está enredado en una absurda discusión por la vuelta a las clases presenciales, siguiendo la agenda propuesta por Macri: tal parece que allí si las palabras encuentran un eco más rápido que las de Cristina, y no precisamente para hacer lo contrario de lo que se pide.

Acá hemos cuestionado varias veces (por ejemplo acá) el método de construcción de las decisiones del gobierno. Pero tal parece que allí no acaban los problemas: daría la impresión (es intuición, basada en una lectura de los hechos, nos podemos equivocar como cualquiera) que se opera sobre la base de la presunción de que hay un núcleo duro de voto "propio" que aguanta todo, que banca cualquier cosa y eso habilita ciertas licencias. Y que en el resto (es decir el voto "suelto", no encuadrado) el recurso de hacer la comparación de la situación actual con el horrible gobierno de Macri, puede utilizarse indefinidamente. 

Claro que, como todas las presunciones, podría fallar. Tuits relacionados:

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