Bien entrado ya el siglo XXI, nadie se atrevería a discutir la importancia de la comunicación en política, y en la gestión de gobierno. Gobernar es también (y recalcamos el "también") comunicar: exponer, explicar, informar a la población; más allá del cumplimiento formal del deber de "dar publicidad a los actos de gobierno".
Máxime en la sociedades de masas, con poderosos medios de comunicación que marcan agenda, forman opinión, condicionan opciones políticas o de consumo de los ciudadanos: la mayoría de las veces el Estado y la política corren con desventaja en ese terreno: todo el tiempo deben desmentir "fake news" u operaciones de prensa que intentan instalar climas, y no pocas veces lo consigue.
Sin embargo, la comunicación no es autónoma de la gestión de gobierno, ni de las decisiones políticas que ésta supone a diario. Políticas, sí: más allá de los soportes o condimentos técnicos del caso, cuando se gobierna se protegen intereses o se los vulnera, se priorizan unos sobre otros, se distribuyen o asignan recursos, en suma, se hace política todo el tiempo.
Cuando un gobierno (el de Alberto Fernández, cualquiera) empieza a experimentar problemas, es un recurso muy frecuente decir que esos problemas son "de comunicación": "lo que pasa es que comunicamos mal", dicen los funcionarios. "Lo que ocurre es que el gobierno comunica mal", suelen decir los medios, e incluso la oposición institucional. Tal parece que hubiera allí un punto de acuerdo.
Desde acá y con el sólo ánimo de aportar al debate, pensamos que la cosa es un poco más compleja: antes que comunicar hay que gestionar, y en la medida de lo posible y considerando los contextos, hacerlo lo mejor que se pueda.
Si no hay nada de gestión, no hay nada que comunicar, aunque se intente: ésta formulación debería ser sencilla de aceptar universalmente, y sin embargo no sucede: leemos, vemos y oímos a diario que se nos informa que el gobierno "evalúa" tal cosa, o que "no descarta" tal otra, o que "sigue atentamente" determinado acontecimiento.
Es decir, se está comunicando, pero en realidad no se comunica nada; al menos si por "algo" entendemos decisiones tomadas, firmes, concretas, plasmadas en los instrumentos institucionales del caso (leyes, decretos, resoluciones).
Porque una cosa es ir largando "anticipos" para sondear el terreno y medir las posibles reacciones que una medida generaría (una práctica muy habitual en general, y en éste gobierno en particular), y otra es que los funcionarios expresen públicamente en los medios sus pareceres personales sobre decisiones de gobierno que aun no se han tomado, o que incluso los exceden porque en realidad le corresponden a otros. Son funcionarios actuando en la arena pública, no pacientes en una sesión de terapia.
No están allí para comentar la realidad, sino para operar sobre ella, buscando transformarla, y tampoco sirve llorar sobre la leche derramada, echándole todo el tiempo la culpa a los medios; que ya se sabe como son y como actúan. Menos cuando se valida a esos mismos medios dándoles notas o haciendo declaraciones, y menos que menos cuando se los financia con pauta publicitaria oficial, pudiendo no hacerlo.
Concluyendo: decir que un gobierno (éste, cualquiera) tiene "problemas de comunicación" suele ser - en nuestra modesta opinión - un atajo muy cómodo para evitar decir que en realidad lo que tiene son problemas de gestión, o en el método de construcción de las decisiones; que son temas un poco más complejos que una declaración poco feliz o "sacada de contexto" de algún funcionario o funcionaria. Tuits relacionados:
Mientras el gobierno no desmienta una a una las notas de Román Lejtman hay que creer que trafica información oficial dada desde el propio gobierno off the récord. No es tan difícil.
— La Corriente K (@lacorrientek) January 12, 2021
El recurso de echarle la culpa a los medios de las pelotudeces que dicen en esos mismos medios el presidente y los funcionarios se les va a gastar de tanto usarlo. Así como sin clientes no hay trata, sin reportajes ni declaración no hay "sacadas de contexto".
— La Corriente K (@lacorrientek) January 12, 2021
¿era para tanto los de la doctora? ¿no estan gestionando?
ResponderEliminara ver si nos bajamos de los pedestales , empezando por TODOS Y TODAS quienes comentan y opinan lo que alguien, especialmente del gobierno dijo
parrafo escandalizador de vizotti
En diálogo con Página|12, Vizzotti había señalado que “los intervalos de interdosis de las vacunas son como mínimo de 21 días, pero si pasa más tiempo entre una y otra aplicación no es un problema relevante”, por lo que “la decisión sanitaria más importante que nos tenemos que plantear es si queremos tener 10 millones de personas vacunadas en marzo con dos dosis o si preferimos tener 20 millones de personas con una sola”.
“En este contexto de pandemia es muy lógico pensar que se pueda vacunar a más gente con la primera dosis y diferir la segunda para cuando ya esté controlado el brote”, afirmó la funcionaria a este medio, """""""en referencia a las otras vacunas que Argentina negocia en este momento, como es el caso de los preparados producidos por Pfizer y BioNTech y por Sinopharm. """"""""............También está en carpeta la desarrollada por Oxford y AstraZeneca, cuyo principio activo se fabrica en el país.
tn habla y se mueve todo el hormiguerío?
any ventura enojada con carla
https://radiocut.fm/audiocut/editorial-any-ventura-8384/
el laburo en el ministerio de salud, debe reportar jugosas oportunidades que muches están queriendo obtener, ojito ojazo