miércoles, 24 de febrero de 2021

75 AÑOS DE PERONISMO

 


Un día como hoy pero de 1946, la fórmula Perón-Quijano derrotaba al binomio Tamborini-Mosca de la Unión Democrática por una diferencia de algo más de 280.000 votos, y el entonces coronel se convertía por primera vez en presidente constitucional de los argentinos; que lo volverían a elegir para el cargo dos veces más, honor que hasta acá nadie más ha logrado alcanzar.

Hasta acá es historia más o menos conocida, lo que quizá no sea tan difundido es que, de acuerdo con las tecnologías disponibles para la época, el escrutinio demoró casi seis semanas, hasta el 6 de abril del mismo año en que se conocieron los resultados finales, y se tuvo la certeza definitiva del triunfo de Perón.

Mientras tanto, el país seguía el progreso de los cómputos con la misma tensión que presidió la campaña electoral, y al principio lo primeros distritos escrutados arrojaban una ventaja para los candidatos de la Unión Democrática, lo que parecía confirmar los pronósticos más generalizados que circulaban por entonces.

Los principales diarios de la época (incluso el recientemente lanzado Clarín) daban por descontado que Tamborini sería el próximo presidente de los argentinos. El diario de Noble lo puso -blanqueando así sus preferencias de modo abierto- en su edición del día de la elección

La "Argentina visible y audible" de la que hablaba "Pepe" Rosa no podía concebir otro resultado posible de los comicios, y seguía ignorando -como si no hubiera ocurrido- la movilización popular del 17 de octubre de 1945, cuando el "subsuelo de la patria sublevada" -expresión que inmortalizó Scalabrini Ortíz- se hizo presente en la plaza, reclamando su lugar en la historia.

Perón hizo lo contrario, y por eso las cosas fueron como fueron: tras su sorpresa inicial por la movilización popular que lo rescató de la cárcel y lo devolvió al centro de la escena (sorpresa que consta en su propia correspondencia de esos días, aunque luego él la minimizaría en "Conducción Política"), quienes estuvieron con él durante la campaña electoral y en los días posteriores a la elección son contestes en afirmar que nunca dudó del triunfo. 

El 17 de octubre le demostró que no había arado en el mar, y como los baqueanos expertos, puso el oído en la tierra, para sentir que ese clamor de abajo que hizo temblar el suelo de la Argentina oligárquica se iba a transformar en una avalancha de votos.   

Los grandes diarios, las principales entidades empresarias, la prensa internacional, las embajadas, el Foerign Office y el Departamento de Estado apostaban a la victoria de la Unión Democrática: sabido es que el embajador yanqui Spruille Braden fue el virtual jefe de campaña de la alianza antiperonista. Incluso los "locales" eran más optimistas que los propios diplomáticos extranjeros -cautos en sus informes reservados a sus superiores- sobre el resultado de la elección.

Pocos días antes de ella y aunque Braden ya no estaba en la Argentina, el Departamento de Estado dio a conocer un informe que se popularizó como el "Libro Azul", un libelo en el que trataba de dejar pegado a Perón con el nazismo derrotado en Europa, que fue el eje bajo el cual la oposición al coronel desarrolló toda su campaña. Perón vio la oportunidad, y no la dejó pasar: la antinomía "Braden o Perón" marcó desde entonces el eje real sobre el cual los argentinos irían a las urnas.

Del escueto relato hasta aquí realizado, surgen no pocas similitudes con la campaña electoral del 2019, que culminara con el triunfo en primera vuelta del "Frente de Todos". Por ejemplo, el "Libro Azul" de estos tiempos fue la abierta intercesión de Trump para que el FMI habilitara al gobierno de Macri un préstamo gigantesco, en condiciones contrarias a sus propios estatutos, para financiar su intento de reelección. Ni hablemos ya del rol de los grandes medios, o de las principales corporaciones empresarias.

La historia, entonces, nos aporta lecciones para lidiar con los problemas actuales, aunque los tiempos son distintos: no está Perón, sin ir más lejos, y vaya si eso hace diferencia. Sin embargo, como en 1946, el camino sigue pasando por silenciar los oídos a la Argentina "visible y audible", y volver a ponerlos en el pueblo, como hizo él. Por ese camino siempre será más difícil equivocarse.

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