domingo, 7 de marzo de 2021

PALITO FORMOSEÑO

 


Se puede prescindir de todo el contexto previo de la situación en Formosa y empezar por el final: una represión policial, que derivó en heridos y detenidos. Se puede, claro, para no eludir condenar esa represión si fue desmedida o desproporcionada, porque siempre que hay protestas en democracia, se deben extremar los recaudos para evitar usar la fuerza legítima que detenta el Estado y sino queda más remedio porque no hay otra solución a la vista, emplearla del modo más medido posible; sin causar mayores daños que los que se quiere evitar. 

Eso sin contar con que el Estado tiene el monopolio legítimo de la fuerza para -entre otras cosas- garantizar el orden público, y hay una diferencia sustancial entre una protesta pacífica -sean cuáles fueran los motivos- y un intento de tomar la sede del gobierno, o prenderle fuego, siendo además que la cual la mitad de los detenidos no tiene domicilio en la provincia. Hoy en el Congreso existe un proyecto de ley para evitar la violencia institucional -es decir, la generada por el propio Estado y sus agencias-, presentado por los diputados del FDT, que no avanza precisamente porque no encuentra consenso en la misma oposición que hoy se embandera con los derechos humanos, a propósito de los hechos de Formosa; al mismo tiempo que deplora que el gobierno haya derogado el DNU que estigmatizaba a los inmigrantes extranjeros, creando una mini "ley de residencia". 

Esa misma oposición que alentó y alienta el gatillo fácil y la mano dura, la de la doctrina Chocobar y la de la justificación de la muerte de Santiago Maldonado. Porque eso sí no se puede: tolerar que nos corran con los derechos humanos gente a la que siempre le chuparon un huevo, y marchan (lo hicieron hace días) con los que siguen reivindicando a Videla. Les falta tomar mucha sopa a algunos para hablar de derechos humanos con autoridad.

Pero también -sin modificar una coma de lo escrito más arriba- se puede analizar el caso Formosa desde su génesis, es decir de los hechos que derivaron en la protesta que fue reprimida. Y así evitar pisar el palito que nos ponen por delante para discutir con nosotros mismos, en lugar de discutir con ellos, y revelar que es lo que en realidad están buscando. Que no es precisamente garantizar las libertades de los formoseños, conculcadas por un presunto tirano al que vienen votando por abrumadoras mayorías, desde 1995.

Y éste es el primer punto para el análisis: no se trata de que en Formosa se esté viviendo una "primavera de Praga" o algo por el estilo, con un pueblo que se levanta en reclamo de sus derechos hollados por una dictadura o un régimen opresivo. Lo que hay, sí, es un intento bastante burdo de presentarla como una especie de Venezuela argentina, en la que Gildo Insfrán hace las veces de Maduro en el imaginario diseñado por los medias a medida del cacerolo porteño promedio.

El problema es que -con los problemas que cualquier provincia del país puede tener, de tipo estructural, como la pobreza, por ejemplo- la gestión de Insfrán ni siquiera provee la plataforma fáctica necesaria para la comparación: tras un nuevo triunfo electoral arrollador en 2019, su gobierno tuvo que afrontar -como todos- la pandemia, y las cifras al respecto son contundentes: es por lejos la provincia con el menor número de contagios del país, y con la menor cantidad de muertos por el virus. No son los efectos de la pandemia, entonces, los que obligan a poner los ojos en Formosa, porque si lo fueran habría que preguntarse por que no están todos apuntando a la gestión de Larreta en la CABA, por ejemplo. 

Lo que hay es, sí, un burdo intento de "nacionalizar" la cuestión formoseña para afectar al gobierno nacional y al "Frente de Todos" en su conjunto, generando grietas a su interior porque nunca faltan los paparulos que confunden lo principal y lo accesorio, y a esos paparulos -que los tenemos, como negarlo- les hace ruido Gildo Insfrán, porque no se ajusta a sus cánones estéticos de lo que debe ser un gobernante.

Tan burdo que no pueden siquiera disimular el esquema mental de "civilización o barbarie", en el que un grupo de periodistas o legisladores porteños van o intentar ir a Formosa cual una "excursión a los indios ranqueles" para contarnos a todos -incluyendo a los formoseños, que parece que no lo entienden- lo mal que la están pasando, y la necesidad de desembarazarse de su gobierno...porque los cuida demasiado, o algo por el estilo. Tampoco el problema real es el autoritarismo (real o presunto) de Insfrán, porque en ese caso también cabe preguntarse que hacemos por ejemplo con Gerardo Morales.

Es evidente que acá hay otras cosas en juego, y están tan lejos de Formosa como la provincia lo está de la ciudad de Buenos Aires. Se pueden tejer -de hecho se están tejiendo- muchas especulaciones al respecto: que si los contrabandos de soja decomisados, que si la ruta de la droga, que si la posición del gobernador respecto a la hidrovía. Y más, elija cada uno la suya propia.

Lo que está claro es que el formoseño parece ser un caso piloto de un "modus operandi" opositor (así como en tiempos de Macri Jujuy fue un laboratorio de ensayo del modelo de represión y persecución política a la oposición vía "lawfare"), consistente en promover la agitación callejera de ciertos sectores de la sociedad (fundamentalmente de clase media), para provocar episodios de represión, que luego se vuelvan en contra de los gobiernos del peronismo, y puedan ser usados en un doble sentido: promover las disensiones al interior de la coalición gobernante, y abonar a la idea de que el país avanza hacia una dictadura conculcatoria de las libertades públicas.

Y en esos casos, se sabe, se justifica todo. Como por ejemplo no someterse al juicio de la voluntad popular expresada en las urnas para cambiar el gobierno. Cosa de la que los argentinos tenemos sobrada experiencia. Tuits relacionados:      

2 comentarios:

  1. Ahora en los medios porteños, todos conocen profundamente la situación de Formosa y lo desastroso de los gobiernos de Insfran, que gana las elecciones con el 80% de los votos.
    El grado de ignorancia y de soberbia del porteño medio da risa. Del lugar donde gana el impresentable de Larreta, vienen los consejos sobre como votar.
    Guarda que los imbéciles provenientes del PJ Capital se están comiendo el caramelo.
    Cuidado Alberto, puede ser un error garrafal intervenir Formosa como te están pidiendo en voz baja algunos porteños de tu entorno.
    Primero ocupate del tema Jujuy y de la rehén de Morales que sigue presa.
    El Colo.

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  2. Es el modelo guarimba. ¿Quién hará el papel de Guaidó?

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