domingo, 14 de marzo de 2021

UN DESAGRAVIO PARA EL "CUERVO"

 


La anécdota es conocida: allá por el 2012, durante el segundo mandato de Cristina, la Cámara de Diputados de la Nación discutía el "voto joven" para los que tienen entre 16 y 18 años. Santa Fe era un polvorín porque había estallado el caso Tognoli: un ex jefe de Drogas Peligrosas en el gobierno de Binner, elevado a Jefe de Policía de la provincia durante el de Bonfatti, al que la justicia federal le inició causas judiciales y cayó preso por vínculos con el narcotráfico.

En ese marco, en el debate parlamentario del "voto joven", el "Cuervo" Larroque habló de "narcosocialismo", y lo que vino después, también se sabe: socialistas, radicales, el PRO, la Coalición Cívica (es decir, el grueso de la oposición al gobierno de Cristina) se levantaron indignados porque se afectaba la impoluta imagen de la "mosca blanca" de la política argentina (los socialistas santafesinos, habituados a resaltar que ellos no arrastran "ni un caso de corrupción"), abandonaron el debate y el oficialismo del Frente Para La Victoria sancionó el voto joven en soledad.

Acá en Santa Fe ese mismo socialismo hablaba de una operación judicial del kirchnerismo para desestabilizar al gobierno de Bonfatti e intervenir la provincia porque el peronismo no podía vencer al FPCyS en elecciones (están las crónicas de la época que no nos desmienten). Se dijo -durante años- que Tognoli era un preso político y hasta se organizaban "abrazos" a la sede del gobierno en Rosario, para resistir la presunta intervención.

Años después, la justicia -en todas sus instancias, incluso la Corte Suprema- confirmó la mayor parte de los cargos contra Tognoli, quien debió cumplir condena por haber estado vinculado con el narcotráfico. Nadie en el socialismo se desdijo de nada. 

Esta semana se conoció la condena a 10 años de prisión de un tribunal oral federal en contra de Alejandro Druetta, el "comisario estrella" de las gestiones del socialismo en la presunta lucha contra el narcotráfico, tanto así que llegó a ser -como Tognoli- jefe de Drogas Peligrosas. Y la condena fue por integrar una asociación ilícita dedicada al narcotráfico, en calidad de "partícipe necesario": es decir, en términos penales, alguien sin cuyo concurso y colaboración no se hubieran podido cometer los delitos de tráfico de drogas.

Lo cual es, en líneas generales, lo que sucede acá y en todos lados, con el narcotráfico: como todas las formas del crimen organizado, requiere necesariamente de complicidades en el aparato estatal, en especial en las agencias de seguridad pública. Y en éste caso, esa colaboración necesaria era más que obvia: un ejemplo de la política de "administración del delito", protegiendo a determinadas bandas de narcos para que hagan tranquilas su negocio, con entregas pactadas de cantidades de droga que le servían al colaborador policial para hacerse fama de eficiente en su trabajo.

Dijimos que Druetta era el "comisario estrella" del socialismo en la lucha contra el narcotráfico, y los hechos lo comprueban: alguien que en 2011 (transición entre Binner y Bonfatti) era apenas inspector (el séptimo cargo en orden de jerarquía descendente, de un cuadro único de 10 categorías que establece la Ley 12521 del personal policial) llegó a ser en 2016, apenas cinco años después, jefe de Drogas Peligrosas.

Pero hay más: Drueta fue elegido para esas funciones cuando ya desde el 2012 estaba involucrado en causas judiciales por narcotráfico, y el entonces ministro de Gobierno de Bonfatti, Rubén Galassi, lo defendía abiertamente y acusaba a los fiscales que tramitaban esas causas, de ser parte de una operación política del kirchnerismo. Igual, exactamente igual, que en el caso Tognoli. 

Porque como bien sabemos, si algo controla y controló siempre el kirchnerismo, es la justicia federal y sus jueces y fiscales: no como acá, donde los ex funcionarios políticos de las gestiones socialistas designados en manada en el MPA entre 2007 y 2019, son completamente independientes. Lo mismo hicieron el entonces y actual senador Enrico (UCR), del Departamento General López; y el entonces ministro de Seguridad y hoy diputado Pullaro.

Si te pasa una vez, puede ser error, o te vendieron un buzón. Si te pasa siempre y lo justificás y defendés, hay otra cosa: complicidad con el delito, por acción u omisión; y si nos preguntan a nosotros, más de lo primero que de lo segundo: hasta acá al menos no se ha sabido de ningún ex gobernador, ministro, funcionario, legislador o dirigente del socialismo que se haya defendido de las acusaciones de "narcosocialismo" diciendo "fuimos unos boludos, nos plantaron un jefe de Drogas Peligrosas que era narco, y no la vimos venir", o algo por el estilo.

Por el contrario, así como ahora callan ante el peso de la evidencia -que tornaría justificado un acto de desagravio al "Cuervo" Larroque-, hasta ayer los defendían a capa y espada; precisamente cuando ya en estos tiempos, en que el peronismo volvió a gobernar Santa Fe, el gobernador Perotti y su ministro de Seguridad Saín vienen diciendo que la inseguridad en la provincia es consecuencia de la complicidad de la política con el delito organizado; que creció a su amparo en forma exponencial (tanto como esa complicidad, y a causa de ella) en las administraciones del Frente Progresista.

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1 comentario:

  1. "Rosario not problem"

    Decía Roberto Miguel Lifschitz en la revista THC.

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