El artículo de Álvaro Ruiz en El Destape al cual corresponde la imagen de apertura (completo acá) resulta propicio para reflexionar sobre un aspecto que ha sido puntualizado en otros lugares, y refleja un fenómeno que no es privativo de la Argentina: como las derechas se han adueñado de las "rebeldías" políticas y sociales, trastocando el sentido profundo del debate político.
Es decir, las fuerzas políticas creadas para defender el status quo y los intereses creados en torno a las diferentes formas del privilegio, en sociedades injustas y desiguales, se ofrecen a su vez para ser el vehículo por el cual canalizar las disconformidades -a veces difusas y confusas- que ese mismo status genera, por su carácter excluyente.
El fenómeno no es nuevo: ya lo vimos en Argentina cuando el "partido de los intereses creados" se denominó a sí mismo "Cambiemos", y se apropió de las banderas del cambio, con éxito electoral. Tuvieron que pasar cuatro años de otro experimento neoliberal fracasado -por las mismas exactas razones que fracasaron los anteriores- para que aprendiéramos por las malas que las cosas no eran como ellos las pintaban.
Sin embargo, la pandemia crea hoy otro contexto favorable para que intenten reincidir en el experimento, para lo cual cuentan además en su plenitud con los medios masivos de comunicación como el principal dispositivo de construcción de sentido social; y manipulación de la indignación ciudadana.
La propagación del virus modifica escenarios e invierte prioridades (al menos debería hacerlo), obligando a jerarquizar algunos valores, en detrimento de otros. Pero como suele pasar frente a estos esquemas diseñados por la derecha para definir los términos del debate o la confrontación política, las fuerzas populares -en especial cuando gobiernan- retroceden o no se deciden a avanzar, autolimitando culposamente su propia legitimidad ganada en las urnas, para ejercer el poder. Al menos esa es la experiencia argentina actual.
A las previsibles resistencias que genera en todo tiempo la tensión entre capitalismo y democracia, y la resistencia cerril de los intereses concentrados a cualquier iniciativa que pueda afectar sus privilegios, se suma el complejo de los que gobierno de que los acusen de avanzar en la implantación de regímenes autoritarios, violatorios de las libertades públicas.
Esto es particularmente notorio en el caso de la administración de la pandemia, y las medidas que deben tomarse para evitar o reducir los contagios; y se pudo ver con claridad en el caso de Formosa: no importan los serios riesgos que se corran si no se toman medidas oportunas y a tiempo, siempre habrá alguien que "cree sentido" para no tomarlas con argumentos especiosos, que sin embargo se terminan imponiendo -en el circuito de la toma de decisiones- sobre lo que dicta el sentido común, los riesgos reales y las cosas trascendentes que están en juego.
Lo mismo vale para los indicadores sociales, preexistentes a la pandemia, pero empeorados por ésta: apenas se conocieron los alarmantes índices de pobreza en el país, los que la aumentaron exponencialmente durante su reciente mandato se apuraron a cargarlos en la cuenta del actual gobierno, como si ellos no hubieran tenido nada que ver; con la misma soltura con la que se opusieron y se siguen oponiendo al denominado impuesto a las grandes fortunas. Es decir, hay que combatir la pobreza, pero sin ocuparse de sus causas reales, que son -en sociedades injustas y desiguales- los que acumulan demasiada riqueza.
Con la misma soltura se quejan de la inflación, al tiempo que se oponen a cualquier medida que sería necesaria para frenarla, sin apelar a las recetas de la ortodoxia: aumento de retenciones, cupos a la exportación, controles de precios, o similares. Es una permanente trampa de pensamiento mágico en la cual plantean el problema y obstruyen a su vez las soluciones, de la que el gobierno no parece saber como salir, porque se encierra sólo en la aceptación resignada de premisas errónea; que son el discurso y el programa político del adversario al que derrotó en elecciones, y no el propio.
Un ejemplo: poco ayuda Martín Guzmán diciendo que la economía ya no soporta más cierres de actividades, en una definición que parece de política económica y termina siendo en la práctica de política sanitaria; porque achica sustancialmente el margen de maniobra de lo que, para enfrentar la nueva ola de contagios, puede hacer Carla Vizzotti, además de acelerar el operativo de vacunación.
Cuando en definitivas lo que sucede es que se termina aceptando la extorsión de los dueños del capital que no vacilan en cobrarse -pandemia y contagios mediante - su libra de carne humana, para sostener sus ganancias; a cambio de la promesa vana de sostener empleos (que no necesariamente salarios) pero pidiéndole al mismo tiempo al Estado que no les ponga trabas legales para despedir, con el argumento -falso de toda falsedad, siempre- que de ese modo se facilitará la creación de nuevos empleos.
Eso sin contar con la derrota conceptual que supone negarse a cerrar actividades por razones sanitarias más que obvias, y compensar los efectos de las medidas con asistencia estatal como en su momento fue el IFE; para que cierren las cuentas fiscales en pleno proceso de renegociación con el FMI. Sin reparar en que, sin adoptar las medidas que la emergencia sanitaria impone, se le deja la puerta abierta al "muertismo, que ha sido desde siempre la principal estrategia política y electoral de las derechas; expertas en explotar sensibilidades volcánicas, y malhumores sociales difusos no tanto en sus causas, como en sus destinatarios.
peretti al final de la nota menciona como se debe a Insfram
ResponderEliminarimperdible, el tipo que la hizo llorar a la jefa casi al final de sus 24 horas paradita homenajeando al Néstor yacente, con su reconocimiento a viva voz
Perdón, creia que era el mismo Peretti, pero no, aquel había sido Iver Peretti, este del que dejé antes un audio de la am750, de radiocut,es Pedro Peretti
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=vC2sX6x-Bdo
Si la idea del confinamiento es que el Estado pague de nuevo los sueldos de las grandes empresas mientras deja que se fundan las pymes, no se puede ser tan pelotudo.
ResponderEliminarPorque no tiene margen el Estado para el gasto. Y porque cuando el estado pago sueldos las empresas no lo hicieron.
Y porque si funden las pymes que dan trabajo a 5-10 personas cada uno, incluído los dueños, esos puestos de trabajo no los va reponer Wallmart, ni la construcción ni las automotrices.
Guzmán vive en una nube de pedos. Por eso sigue jodiendo con una meta de inflación que ya fue superada.
Mantener los índices de empleo a costa de perdida de poder adquisitivo no tiene sentido. El único que gana así es el empresario.
No hay política económica fuera de la meta de inflación. El gobierno de Alberto no tiene un plan. Estamos al horno.
Y este año aumenta todo menos el sueldo
Y lo siguen convocando a Larreta, que tiene como objetivo boicotear cualquier medida sanitaria porque apuesta a la explosión de las infecciones.
ResponderEliminarBasta de recomendaciones.
Decreto disponiendo a nivel nacional las medidas necesarias, y la jurisdicción que no las cumplimente, intervención federal.
De lo contrario, vas a tener 50.000 muertos más.
CABA tiene hoy 440 infectados cada 10.000 habitantes. ¿Que vas a esperar?
El Colo.