Una de las constantes del evangelio gorila es pintar al peronismo como el resultado aleatorio de una coyuntura feliz, la del final de la segundas postguerra. Incluso desde el desarrollismo se hizo escuela con aquello de "las oportunidades que el peronismo dejó pasar", por supuestamente no haber aprovechado esa coyuntura para completar el ciclo de desarrollo del país.
La idea del "culo peronista" que le permite acceder al gobierno en circunstancias favorables perduró en el tiempo, y si no recordemos cuanto se habló en los años kirchneristas del "viento de cola" por la suba internacional de los precios de los commodities que el país exporta, y ahora otra vez, en un nuevo ciclo alcista.
En esa mirada nunca cuentan las dificultades como la implosión del modelo de la convertibilidad sostenido con respirador por la Alianza hasta el 2001, o la fatal herencia combinada del macrismo y la pandemia. en éstos días.
A la inversa, los gobiernos del antiperonismo parecen siempre -en esa lectura- perseguidos por la fatalidad, y deben afrontar tremendas dificultades, que nunca aciertan a precisar, y que -como sabemos- son siempre el justificativo para los grandes ajustes: "No quedaba otro remedio", será siempre la cantinela.
En ese modo de interpretar la historia y los procesos sociales, estos parecen poco menos que regidos por las leyes de la física o la naturaleza, y no existe el menor espacio para la mediación de la política, o para el diseño y ejecución de políticas públicas desde el Estado para modificar la realidad. Para el discurso gorila, lo que el peronismo toca lo destroza, tirando por la borda el marco propicio que no contribuyó a crear. En el video de apertura, hacia el final, el propio Perón se ríe de esa visión.
Lo que no puede explicar esa lectura de la historia es la persistencia política y electoral del peronismo (es decir, por que la gente insiste en seguir votándolo), y menos que menos, los reiterados fracasos del modelo antiperonista cada vez que se ensaya en el país, sea durante dictaduras militares o gobiernos democráticos.
Demás está decir que ese discurso falaz lo que en realidad encubre es que en el país han existido siempre en disputa distintos proyectos políticos, que expresan e interpretan políticamente distintos intereses, de diferentes sectores sociales.
Los dueños del país no insisten -contra toda evidencia de fracaso- en un determinado modelo político y social para él por obcecación ideológica (que sin dudas existe), sino porque ese modelo tutela sus intereses objetivos, concretos y permanentes. Tanto que incluso tratarán de que el peronismo los ejecute por ellos, aun cuando los haya derrotado en elecciones democráticas.
Que es precisamente lo que está pasando en estos días, cuando le muestran los dientes al gobierno desde las diferentes estructuras de poder que controlan (las grande empresas, el Poder Judicial, los medios hegemónicos) para condicionar sus decisiones, imponerle un poder de veto sobre ellas o disuadirlo de avanzar en cualquier sentido de transformaciones progresivas.
Pero en ese caso el problema radica en que desde el propio gobierno se termina abonando a esa lógica, y disfrazando de consenso una retirada en toda la línea frente a la presión de esos intereses, el abandono del programa votado o la postergación de los intereses objetivos de su base electoral, en búsqueda de ciertos "equilibrios".
Aparece entonces la apelación a la "correlación de fuerzas" como algo coagulado y permanente, que permite avanzar en un sentido determinado, o que impone frenar o retroceder ante el primer atisbo de resistencia. Una visión que olvida que esa correlación es dinámica y se construye y modifica a diario, haciendo política, que es para lo que la gente vota a los que vota.
Y la voluntad de ganar espacios para la autonomía de la política frente a las lógicas corporativas -como hizo Néstor Kirchner con un puñado de votos y un balotaje frustrado en 2003- no es ni más ni menos que la voluntad de ejercer el poder para transformar la realidad, que es en esencia la razón de la política. Es así entonces que no solo no hay que aplicar (aunque sea por presión) el programa del adversario, sino tampoco comprar su discurso: ése que dice que el peronismo (las fuerzas nacionales y populares, en sentido amplio) solo puede gobernar con plata, y en una coyuntura favorable.
Tuit relacionado:
La explicación resignada de que no se puede avanzar en nada porque "no da la correlación de fuerzas" se parece bastante a la lectura gorila del peronismo como el simple resultado de una coyuntura feliz en la postguerra. O sea, Perón hizo lo que hizo porque tuvo "viento de cola".
— La Corriente K (@lacorrientek) May 8, 2021
Nuestros "representantes" olvidan como funciona la masa sublevada... Algo que podemos recordar de la revolución francesa es que, puestos a guillotinar, hasta Robespierre perdió la cabeza.
ResponderEliminarIncluso si hay un núcleo duro de voto a CFK, ese voto se sustenta en la idealización que hacemos de Cristina como líder del movimiento, basados en sus antecedentes.
A medida que su desarrollo choca contra lo que idealizamos de ella, se deteriora su rol de liderazgo y crece la balcanizacion del movimiento de base.
Dejen de hablar de Máximo presidente y pongan comida en la mesa de los argentinos, o sufran la suerte eterna del radicalismo.
Anónimo de las 8:55 hs:
ResponderEliminarCuando Cristina habló publicamente primero de alinear precios, tarifas y salarios, y después hace unos días cuando resaltó la medida keynesiana del presidente de EEUU (programa de cambio de cañerías de plomo en todo ese país para generar empleo), está mostrando cual es el camino para que la gente pueda llenar la heladera.
No es idealización, está señalando políticas concretas. Diciendo por donde hay que ir. El problema son los sordos y timoratos propios.
El Colo.
Colo... UD sabe cómo yo que el poder, por ahora, todavía lo tiene Cristina. Está claro que no va a salir a romper la unidad; lo que no está claro es que va a hacer. Con lo que UD comenta que hizo, no alcanzo y no va alcanzar.
ResponderEliminarA lo mejor UD no tiene hambre, tampoco yo. Pero la mayoría de los votantes de Cristina están pasando el peor momento en casi 20 años. Y todo lo que se haga o se diga tiene que tener ese marco contextual.
Si, Cristina hablo y habla, y después sale Guzmán y habla también. A quien le habla Guzmán?? Si nadie lo voto a Alberto. Con que poder politico se planta Guzmán??
Guzmán se tiene que ir ya. Cómo va sostener la meta de inflación con los números que tenemos en mayo??? Es López Murphy con careta.
Por esto es que perdimos en 2015, porque nadie creía que Cristina iba poder manejar a Scioli. Pero en 2019, fruto de la desesperación e idealización de Cristina, la votamos, a ella la votamos. Con la esperanza de que lo pueda controlar a Alberto.
Bueno, yo vote por peronista. Jamás creí que pudiera pasar otra cosa que esto, la Juárez Celman.
Así que, si no escuchan, que hable más fuerte, o que nos hable a nosotros que estamos esperando escucharla.
Votamos CFK para estar mejor y estamos peor. Mucho peor.
Y todo indica que Alberto va destruir lo poco que quedaba de la década ganada.
El FDT está pegado con el hambre de sus votantes. El núcleo duro macrista sigue facturando, si son los dueños de los alimentos, etc.
Esto no va mas. Es momento del desacople estratégico.