La mejor campaña a favor nuestro la hacen notas como ésta. Ojalá sigan: https://t.co/B6uHcGdSRy
— La Corriente K (@lacorrientek) June 11, 2021
"El kirchnerismo presiona para mantener congeladas las tarifas". "El kirchnerismo impulsa un impuesto a las grandes fortunas". "El kirchnerismo presiona para que vuelvan el IFE y la ATP." "El kircherismo complica los planes fiscales de Guzmán."
"El kirchnerismo impulsa una reducción de las tarifas de gas para determinadas zonas". "El kirchnerismo impulsa una nueva moratoria jubilatoria". "El kirchnerismo exige aumentar las retenciones". "El kirchnerismo impulsa acuerdos salarios por encima de las pautas fijadas por el gobierno".
Muchas veces dijimos acá que el poder económico resuelve fácil las contradicciones entre la democracia y el capitalismo: la primera es un entretenimiento que nos permite votar de vez en cuando, el segundo un sistema permanente que hay que preservar todos los días; manteniéndolo incluso a salvo de los "riesgos" que puede crear la primera, cuando la gente vota.
Desde esa óptica, nos "dejan" que votemos cada uno como queramos, con tal de que el resultado de ese voto sea inocuo, en términos sociales y económicos. Es decir, que no tenga ninguna virtualidad de cambiar la realidad, y que el programa económico que se aplique sea siempre el mismo (es decir, el de ellos, el que expresa sus intereses), gane quien gane las elecciones, y gobierne quien gobierne.
De allí que para ellos (y para los medios que los expresan) los resultados de octubre de 2019 sean irrelevantes, y ni siquiera se les pase por la cabeza analizar por qué se produjeron. Por el contrario, insisten en que el gobierno que ganó con otro programa (y por eso ganó las elecciones) aplique el derrotado.
Insisten y operan hacia el interior de la coalición oficialista, buscando golpear en sus zonas blandas, ésas que por ejemplo reveló el propio Alberto cuando dijo que desistió de la expropiación de Vicentín porque lo criticaron...los que no lo votaron, ni lo harían nunca. Y para operar es necesario apelar al demonio tradicional, la bestia negra de la política argentina desde el 2003, a la cual le endilgan las siete plagas de Egipto y todos los males posibles: el kirchnerismo.
Sin advertir que lo que ellos conceptúan como males (por ejemplo tarifas bajas o subsidiadas, salarios altos, mayor cobertura social) son beneficios concretos en la mejora de los estándares de vida de las porciones mayoritarias de la población. Ni siquiera tres elecciones presidenciales de cuatro (2007, 2011 y 2019) ganadas en primera vuelta por amplio margen propugnando esas políticas o disfrutando los beneficios electorales de haberlo hecho, los disuaden del error.
Y es que no buscan influir en el electorado, sino en el gobierno, en su sistema de toma de decisiones: diciendo que algo lo impulsa el kirchnerismo (que en la persona de Cristina y en su base social aportó la inmensa mayoría de los votos del FDT), creen poder bloquearlo, disuadiendo al presidente y a su núcleo central de funcionarios, de aprobarlo, decidirlo o impulsarlo. Y muchas veces lo logran.
Tanta obstinación termina siendo -sin que lo adviertan- la mejor campaña a favor nuestro. Faltaría que en el gobierno se convenzan y se sumen, evitando pisar el palito de dejar de hacer algo que suma votos, porque los medios dicen que lo impulsa el kirchnerismo. Porque los resultados de las elecciones deben ser leídos correctamente por todos, para no pifiarla, pero a los que ganamos nos obligan a gobernar en un sentido determinado.
El kirchnerismo presiona al gobierno... Pero, que?... no gobernaba el kirchnerismo??
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