Este señor es legislador. Repetimos: es legislador. Diputado nacional para ser más precisos. No agente de propaganda médica ni ejecutivo de la empresa. UCR, no lo entenderías. https://t.co/qvrjT7SwNW
— La Corriente K (@lacorrientek) June 8, 2021
Esto no califica como "indignidad moral" para pedirle el desafuero como hicieron ellos con De Vido?
— La Corriente K (@lacorrientek) June 8, 2021
Acá en Santa Fe la Legislatura aprobó una ley autorizando al gobernador a comprar vacunas. El texto, al igual que la aprobada en la nación, incluye la famosa palabra "negligencia". El proyecto fue presentado por un senador de la UCR, como Negri. Eso nomás, sigan en lo suyo.
— La Corriente K (@lacorrientek) June 8, 2021
Durante el gobierno de Illia se sancionó la ley de medicamentos 16.463 conocida como "ley Oñatibia", que era el ministro de Salud. Los laboratorios extranjeros se opusieron a ella, y muchos radicales sostienen que por eso lo voltearon. Mírenlos ahora visitadores médicos de Pfizer
— La Corriente K (@lacorrientek) June 8, 2021
No es la primera vez en la historia argentina que dirigentes políticos, funcionarios o legisladores actúan como gestores de intereses privados, sobre todo si éstos son poderosas corporaciones multinacionales.
De hecho, el de Macri fue caracterizado -entre otras cosas- como el gobierno de los "conflictos de intereses", y del "país atendido por sus propios dueños" por la procedencia de sus funcionarios (empezando por el propio presidente) y su vinculación con compañías privadas cuyos intereses protegían desde la función pública: el ejemplo de Aranguren con Shell fue el más conocido, pero estuvo lejos de ser el único.
Antes de eso tuvimos leyes aprobadas en el Congreso con indismulable presión de poderosos intereses nacionales y extranjeros, en distintos gobiernos: la ley de bienes culturales que salvó a Clarín de la quiebra a manos de sus acreedores extranjeros, los cambios a la ley de quiebras a pedido del FMI, la derogación de la ley de "subversión económica" de los tiempos del peronismo para garantizar la impunidad de los banqueros tras el "corralito", las presiones de las embajadas y los laboratorios para cambiar la ley de patentes.
Podríamos agregar la pesificación de las deudas en dólares, las varias estatizaciones de deudas privadas y los ejemplos más oprobiosos de la Década Infame, con las maniobras de los frigoríficos que denunciara De La Torre, y los grandes consorcios extranjeros -especialmente británicos- que operaban en el país, en los tiempos del pacto Roca-Runciman.
Pero siempre la intervención de esos intereses aparecía más o menos oculta o soterrada, todos sabían que existía pero nadie hacía bandera con ella, salvo alguna personificación de lo que Jauretche denominó el cipayo, como Federico Pinedo, el abuelo del actual dirigente del PRO; que se vanagloriaba de haber asesorado y patrocinado a compañías extranjeras, rol que alternaba con la función pública.
Aun con todos esos antecedentes a la vista, el rol que están cumpliendo los dirigentes de "Juntos por el Cambio" en relación con las vacunas del gigante farmacéutico Pfizer es francamente penoso, al límite de la deshonra. Se diría que avergüenza hasta al propio laboratorio, que seguramente debe preferir mayor discreción en el manejo de sus negocios.
Curiosamente (o no tanto) ningún periodista "investigador" ha tomado sobre sí el desafío de establecer si tanto entusiasmo obedece a una real convicción sobre las bondades de la vacuna Pfizer, o a razones más concretas, y de pesos. No hay informes especiales sobre el tema. ni figura en la tapa de los diarios, salvo para apoyar el lobby a favor de Pfizer.
Tampoco ningún adalid de la república ha entendido que semejante patrocinio en público de intereses privados lesiona la dignidad o independencia que se puede esperar de alguien votado por el pueblo, para representarlo en el Congreso; y menos que menos algún fiscal actuó de oficio averiguando la posible existencia de algún delito de corrupción. Por el contrario, se acusó en falso de haber pedido coimas, al gobierno que no cedió a las pretensiones inadmisibles de la empresa, buscando su total indemnidad por cualquier daño causado por las vacunas.
En un punto tales omisiones se entienden: no está implicado en el desvergonzado tráfico de influencias -porque de eso y no de otra cosa se trata- no hay comprometido ningún peronista o kirchnerista, que de haberlo hecho merecerían lapidación pública y cárcel, aun sin pruebas ni proceso. Por muchísimo menos que esto, Julio De Vido fue privado de sus fueros por "indignidad moral", un escarnio a la voluntad popular que la Corte Suprema de Justicia cohonestó dejando simplemente transcurrir el tiempo para que concluyera su mandato, y así poder declarar abstracta la causa, evitando deliberadamente pronunciarse.
De lo que se sigue que debemos celebrar algo, algo además de que estén comenzando a llegar más vacunas: que ésta gente haya perdido las elecciones en octubre del 2019, y ya no esté en el gobierno. Porque de ese modo nos ahorramos la vergüenza de otra Década Infame.
La agenda Pfizer también le sirve al gobierno, mientras hablamos de eso no hablamos de que, con el aumento del congreso (que cayó re bien en la población, gracias a la siempre efectiva comunicación del gobierno) y el esperable aumento de las paritarias privadas, pero sin recuperación de la producción, la inflación va subir aún más.
ResponderEliminarIllia, ex comando civil, fue presidente con el peronismo proscripto, su canciller Zavala Ortiz iba en uno de los aviones que bombardearon Plaza de Mayo en 1955 e impidió con sus gestiones el regreso de Juan Perón en 1964. De Vido fue privado de sus fueros y encanado con el voto de Binner y Siciliani y también, digamos todo, de las señoritas Donda y Argumedo. Memoria, compañeros. Este Negri, bueno, qué más puede decirse de un cipayo de tan baja estofa.
ResponderEliminarAjá. Todo eso está dicho acá un millón de veces. Basta repasar las etiquetas del blog. La idea era refrescarles a los radicales sus propias contradicciones.
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