sábado, 3 de julio de 2021

CON LA AGENDA DE LOS OTROS


Esta semana se volvió a discutir en Diputados la ley de vacunas a pedido de la oposición, para modificarla eliminando la palabra "negligencia" que ellos mismos pusieron en el texto, para limitar la indemnidad que se les garantizaba a los laboratorios a cambio de que proveyeran vacunas. Condición que -como es sabido- aceptaron todos menos Pfizer, que por algo lo hizo: en todo el mundo no se ha caracterizado precisamente por cumplir con los contratos, y en no pocos de ellos, hubieron dudas sobra la eficacia del producto.

Acá en el país la vacuna Pfizer se convirtió en bandera política de la oposición política y mediática, de un modo bochornoso: por meses se han venido comportando como vulgares agentes de propaganda médica del laboratorio, y desde allí han cuestionado la eficacia de todas las demás vacunas, al par que acusaban al gobierno de permitir que miles de argentinos mueran, por presuntas razones puramente ideológicas. No se trata entonces solo de Pfizer y sus vacunas, sino de la campaña en contra de las medidas de prevención en la pandemia, incluyendo el plan de vacunación, por insólito que parezca.

Por esas razones, el bloque oficialista de Diputados -correctamente a nuestro entender- rechazó el planteo, que ahora viene escondido detrás de la presunta preocupación por la vacunación de los menores de 18 años. Pero como si nada de todo lo que contamos hubiera pasado, crece el rumor -tanto que casi hay que darlo por cierto- que el presidente firmaría un DNU para modificar por esa vía la ley, y posibilitar así la compra de vacunas del laboratorio yanqui.

De confirmarse, estaríamos en presencia de otro caso en el que juega la regla de Vicentín, cuando se dio marcha atrás con la expropiación porque la oposición se opuso: terminamos adoptando la hoja de ruta del enemigo (porque a ésta altura está claro que no son simples adversarios políticos) para conformarlos, sin conseguirlo nunca. Porque la anuencia gorila hacia lo que haga un gobierno peronista es ni siquiera es como decía Galeano de las utopías:  nunca se alcanza, pero lo que hagamos tampoco sirve para avanzar.

Y la decisión en éste caso -no solo por tratarse de un decreto presidencial- es pura y exclusiva de Alberto, y se corresponde con lo que él entiende por construir en política, sin que nada lo disuada al respecto. No es Cafierito, ni Vilma Ibarra, ni nadie más, que en todo caso son solo amanuenses que instrumentan directivas presidencial.

De hecho, por momentos pareciera que a poco que la brutalidad opositora lo desencanta, Alberto espera la oportunidad propicia para reincidir en el error. Como si tuviera respecto a ellos una especie de síndrome de Estocolmo, o algo por el estilo.   
 
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6 comentarios:

  1. Estimados,
    Sobre pelotudeces de un lado y de otro: tenemos la oposición que realmente nos merecemos, diría especular respecto a lo que puede verse en este lado de la vereda. Y esto dsucede esde hacer rato... Muchos, mushísimos de los "nuestros", tienen que mirarse en ese espejo. Y me refiero a la calidad de políticos que pueden observarse hoy en día. Asqueante.
    Hay excepciones; de un lado y del otro, claro.

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  2. Coincido, lamentablemente, con toda la nota. El mismo que (obvio que con CFK instándolo) le salvó la vida a Evo, ahora arruga o algo así con Pfizer como con Vicentín y no se decide a decir que el Paraná es nuestro en serio sin puertos privados cerealeros. Estoy triste. Ojalá que en paz, con vacunas, morfi, industrias, buenos salarios, salgamos adelante. Y no olvidar nunca que nuestra primera consigna ha sido Braden o Perón

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  3. Si firma ese decreto hay que renunciarlo. Que se vaya a pasear al perro y que asuma cristina.
    Si firma ese decreto hay que movilizar.

    Para que te hicimos caso Cristina???

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  4. Agustín, ¿podrías dar nombres de las excepciones del otro lado? Me declaro incapaz de descubrirlas.

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  5. Tranquilos
    Pronto asumirá el gobierno peronista que votamos en 2019

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    1. El infantilismo de la izquierda argentina

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