viernes, 9 de julio de 2021

CORRELACIONES DE FUERZAS

 


Cuando el 9 de julio de 1816 se declaró la independencia en Tucumán, las Provincias Unidas estaban amenazadas por una posible invasión realista desde el norte, luego de las derrotas de las armas patrias en Sipe Sipe, y la defensa se sostenía en los gauchos de Güemes. Las provincias del Litoral y la Banda Oriental, agrupadas en la Liga de los Pueblos Libres conducida por Artigas, desoyeron la convocatoria al Congreso, y un año antes habían declarado su independencia en el Congreso del Arroyo de la China.

La caída definitiva de Napoleón en Waterloo, el Congreso de Viena y la Santa Alianza daban nuevos aires al absolutismo, y Fernando VII podía soñar con aplastar militarmente la revolución americana. En contraste, San Martín ultimaba en Mendoza los aprestos del Ejército de los Andes para pasar a Chile y desde allí atacar el centro del poder realista en Perú, mientras en Venezuela y Nueva Granada la expedición de Morillo aplastaba a los revolucionarios comandados por Bolívar; expedición que originariamente estaba destinada al Río de la Plata pero que desvió su curso al saberse la caída de Montevideo en 1814, a manos de los patriotas. 

Al conflicto abierto del Directorio con el artiguismo se sumaban las intenciones portuguesas de invadir la Banda Oriental, lo que concretarían casi en simultáneo con nuestra declaración de independencia; y el propio Congreso debía agregar al acta original la expresión "y de toda otra dominación extranjera", para intentar disipar los temores de una entrega del naciente Estado a un protectorado europeo; pese a lo cual las misiones diplomáticas para concretarlo siguieron hasta fines de 1819, mientras las tropas de San Martín consolidaban nuestra independencia, y conseguían la de Chile y Perú.   

Como vemos, este asunto de las "correlaciones de fuerza" que deben observarse para tomar decisiones trascendentes en política no es nuevo, y estaba en juegomás de 200 años. Es más, podríamos decir que se ha teorizado al respecto desde que existe la teoría política.

Y también desde entonces, una posible correlación desfavorable de fuerzas no impidió que se tomaran decisiones trascendentes, porque -como hemos dicho tantas veces- las correlaciones de fuerzas no son algo estático o definitivo, sino que se construyen, desde la política. De hecho la política consiste en esencia en crear escenarios favorables para tomar decisiones, o tomarlas para que esos escenarios sean creados.

El proceso de la independencia nacional que culminó -en una fase- con la declaración en Tucumán hace hoy 205 años no se construyó en un día, ni estuvo exento de dificultades. No se trataba -como sugirió un insólito presidente en el bicentenario- de que los patriotas no pudieran metabolizar adecuadamente la angustia existencial que les causaba separarse de España y de su rey; era un poco más compleja la cosa.

Había si divergencias sobre el rumbo o la velocidad del proceso, disputas por el modelo político que reemplazaría a la administración colonial, especulaciones sobre posibles alianzas extranjeras para sostener el ensayo. Y como no, fuerzas y sectores regresivos que estaban más cómodos con la situación imperante, y presionaban para sostenerla; asumiendo que ante la incertidumbre de la independencia tenían más para ganar, que para perder.

Son más o menos conocidas las discusiones en el Congreso, los roles de San Martín y Belgrano, los intentos de establecer una monarquía incaica, o protectorados de otras potencias extranjeras para el país aun en construcción y no alumbrados. Y la solemne declaración de aquél 9 de Julio tampoco significó el final del proceso, sino apenas su inicio: la independencia -aprendimos después- es como la democracia, una construcción constante, colectiva y progresiva.

Dado el paso inicial con aquel grito de libertad, de lo que hagamos cada día -como pueblo, nuestros gobiernos- depende que seamos más o menos independientes; más allá de las exterioridades jurídicas, los símbolos patrios y demás formalidades propias de un Estado soberano. Se trata -la independencia, y la soberanía que supone- de un concepto más profundo, que atraviesa todos los planos de la realidad.

Acaso sea ésta la reflexión más profunda que debamos hacer en estos tiempos de hidrovía, recursos naturales estratégicos, deuda externa y mandatos de organismos externos, capitalismo globalizado, pandemia, vacunas escasas y laboratorios con exigencias draconianas que terminamos aceptando, al bajo precio de la necesidad.

Para ser independientes o para serlo más o menos siempre hay "correlaciones de fuerzas" que parecen abrumarnos, e impedirnos avanzar. Pero siempre puede haber -como aquel 9 de Julio de 1816- la decisión de modificarlas para poder hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario