Seis años atrás, cuando Mauricio Macri acababa de asumir la presidencia, reflexionábamos en ésta entrada sobre los avances de la democracia en el país, después de los 12 años del ciclo kirchnerista. Decíamos entonces "La calidad e intensidad de una democracia se puede medir de distintas formas, la más elemental de ellas la vigencia del derecho al sufragio, y la aceptación de los resultados por el conjunto de los actores del sistema político. El kirchnerismo (tildado de autoritario y desaprensivo con la disidencia) amplió la participación política votando -en soledad- el voto joven y la reforma política que introdujo las PASO; y tuvo en todos sus años de gobierno derrotas electorales en elecciones provinciales y nacionales, sin cuestionar los resultados, ni agitar el fantasma del fraude cuando era oposición (por ejemplo acá en Santa Fe).".
"Otra dimensión relevante de la democracia es la vigencia plena de las libertades públicas (de expresión, de reunión, de asociación, de protestar o reclamar): ¿se puede sostener seriamente que se vieron restringidas, desconocidas o negadas en los últimos 12 años cuando abundan los testimonios -en medios periodísticos y redes sociales- de los residuos cloacales de su ejercicio desbordado en todo ese tiempo?".
"El kirchnerismo atravesó sus mandatos con protestas sociales de todos los sectores, y de todo tipo, incluyendo los cacerolazos urbanos y el corte de las principales rutas del país durante meses por un lock out patronal que desabasteció para forzar la eliminación de un impuesto. Y sin embargo gobernó 12 años sin un solo día de vigencia del estado de sitio; y tomó como política de Estado no reprimir la protesta social, aun al riesgo de pagar por eso costos políticos y electorales. Y cuando hubo represión, los primeros en criticarla fuimos los propios kirchneristas.".
"Pero la dimensión más rica de la democracia (al menos para nosotros) es su capacidad para ampliar los derechos de los ciudadanos; y desde ese ángulo, los 12 años pasados fueron -sin dudas- los más democráticos de nuestra democracia post dictadura: con amplio consenso en algunos casos, con el solo respaldo de los votos del kirchnerismo en el Congreso en otros o por decisión de Néstor y Cristina, se reconocieron o restauraron derechos civiles, sociales, políticos, laborales y económicos para los argentinos. Cualquiera puede hacer un rápido repaso mental del listado; y seguramente omitirá algún ejemplo importante.".
De allí para acá, pasaron cosas: los cuatro años de macrismo y los dos del gobierno del "Frente de Todo", la casi totalidad de ellos transcurridos en pandemia. Y podría decirse que, en perspectiva, las cosas vinieron como en el tango: cuesta abajo en la rodada.
Con temas que son deudas pendientes de la democracia argentina y ya lo eran en los tiempos kirchneristas: fuerzas de seguridad acostumbradas al gatillo fácil, los apremios ilegales, la criminalización de la pobreza y la falta de respeto por los derechos humanos de los ciudadanos, por ejemplo. O una administración de justicia que, en todos sus niveles, sigue siendo una casta endogámica fundamentalmente preocupada en preservar sus privilegios, e impermeable al concepto mismo de la democracia y todo lo que ella implica.
Y hay otras deudas pendientes, que empeoraron en el balance; como por ejemplo el hecho de que el 42 % de nuestros compatriotas se encuentren en la pobreza (aun teniendo trabajo e ingresos más o menos regulares), y muchos de ellos en la indigencia, con ambos indicadores en drástico ascenso primero, y en muy lento descenso después, aun en una economía que crece. Es tan cierto que no es automático -como rezaba el credo alfonsinista en aquella campaña electoral del 83'- que con la democracia se come, se cura y se educa, como que hacerlo realidad debería ser un imperativo fundamental de una democracia sustantiva.
Hoy, a 38 años del retorno a la democracia, existen en el país presos políticos (aunque no se los mencione, están), y hubo campañas sistemáticas y organizadas de persecución de los adversarios políticos utilizando para ello el aparato judicial (ver que dijeron en el acto). Y tampoco pudimos romper la concentración mediática y garantizar la efectiva pluralidad de voces, ni siquiera aprobando una ley pensada con ese fin con amplias mayorías en el Congreso, y validad como constitucional por la Corte Suprema de Justicia.
Y finalmente hoy, a casi cuatro décadas de la vuelta a la democracia y después de haber alcanzado la meta histórica de no deberles nada y ganar sí el derecho a que no metan su nariz en nuestros asuntos políticos, económicos y sociales domésticos, deuda mediante ha regresado con todo el FMI como el gendarme que nos vigila, y prostituye el sentido último de la democracia que es el respeto por la voluntad popular expresada en las urnas: las cadenas de la dependencia que supone son tan grandes, que votemos a quien votemos, parece que es indiferente, porque estamos obligados a hacer lo que ellos manden; a menos que nos rebelemos contra esa imposición.
Sobre éste último tema en particular, dijo un par de cosas Cristina en su discurso de anoche, para adentro y para afuera: el que quiera oír que oiga. Hilo y tuits relacionados:
Ante las grandes adversidades, grandes acciones.https://t.co/GZX9R4949r
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) December 11, 2021
Ahora la van a mandar a Cristina a votar al FIT porque le cantó cuatro frescas?
— La Corriente K (@lacorrientek) December 11, 2021
Eso, que paguen todos los responsables. Magnetto, Mitre, Blaquier.
— La Corriente K (@lacorrientek) December 10, 2021
Están repitiendo un discurso de Cristina del 2017. O del 2019. Ah, no, pará, que siempre dice lo mismo. Que no le den pelota es otra cosa.
— La Corriente K (@lacorrientek) December 10, 2021
Hay como una línea de como arreglar con el FMI, no?
— La Corriente K (@lacorrientek) December 10, 2021
Es muy clara y coherente la línea de CFK. Y lo dice frontal y públicamente porque ella no necesita intermediarios para hablarnos. Una sutileza: Alberto no dijo quienes tienen que poner la plata para pagar al FMI como lo dijo Cristina.Le faltaron algunos papeles para jugársela.
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