jueves, 2 de diciembre de 2021

VOLVIERON TODOS

 

Como indica la imagen de apertura, ayer se cumplieron 20 años del días en que Domingo Cavallo instauraba el "corralito" durante el gobierno de Fernando De La Rúa, al que luego de eso le quedaba menos de un mes de mandato. En unos días más se cumplirán también 20 años de ese diciembre trágico, en el que el país se asomó al vacío institucional, se decretó el estado de sitio y la represión a las protestas sociales se cobró 39 víctimas; todos del piquete, y ninguno de la cacerola, porque en éste bendito país hasta la muerte es clasista.

De allí para acá pasaron la transición duhaldista, los 12 años del kirchnerismo entre el 2003 y el 2015 (con el crecimiento más extendido y sostenido que conoció la Argentina desde el primer peronismo), los cuatro años del fracaso macrista y los dos que lleva -en plena pandemia- la gestión del "Frente de Todos" encabezada por Alberto Fernández. 

A 20 años de la implosión del modelo de la convertibilidad, Cavallo (que no está preso como debiera) recorre los medios proponiendo soluciones para los problemas económicos del país -las mismas de siempre, las que condujeron al desastre hace 20 años- y vuelven a circular en los medios y las redes rumores sobre un nuevo "corralito" (que fueron una constante en los años kirchneristas), sin que nadie acierte a hacer alguna correlación entre los dos datos.

Pero no solo Cavallo asoma la cabeza como si nada hubiera pasado: López Murphy acaba de ser electo diputado por el voto porteño ("el electorado más calificado del país"), Patricia Bullrich, la del recorte del 13 %  los diputados, preside el principal partido de la oposición y recorre los medio dando cátedra sobre como gobernar, y Hernán Lombardi (el escriba de los discursos postreros de De La Rúa junto con sus hijos) además de ser dotado de fueros por acceder al Congreso, imposta indignación moral y arenga movilizaciones contra el gobierno, por cualquier motivo. 

Y así podríamos seguir, historiando la amnesia o el indulto social contra los perpetradores de aquella crisis, muchos de los cuales reincidieron en tiempos más recientes, durante el macriato. Porque de eso se trata: si no se fue ninguno, y volvieron todos, es porque como sociedad lo permitimos.

Cuando aparecen fenómenos en teoría "outsiders" de la política tradicional como Milei, es habitual analizarlos desde una perspectiva crítica con la política tradicional: si esos esperpentos tienen viabilidad electoral, es que las fuerzas nacionales y populares algo están haciendo mal, que les impide canalizar las frustraciones de la sociedad, que es el sustrato en que crecen esos fenómenos.

Sin descartar esa hipótesis, entendemos que es incompleta, y demasiado indulgente con determinados sectores de la sociedad argentina, que con tal de no votar al peronismo en ninguna de sus manifestaciones, apoyan cualquier espanto, sin medir las consecuencias, ni siquiera para sus propios intereses. Ese es el verdadero "voto ideológico" argentino si los hay, más incluso que el voto a la izquierda, y ciertamente con mayor daño social para el conjunto.  

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