sábado, 22 de enero de 2022

LA FRAZADA CORTA

 

Desde que el FMI es el FMI -el mismo de siempre, no el "bueno" que de vez en cuando nos quieren vender- y sin importar en qué país intervenga o se reclame su intervención, aplica el mismo manual con las tres o cuatro medidas que, al parecer, aplican para todas las situaciones. O para ser más precisos, que fracasan invariablemente cada vez que se aplican.

Como por ejemplo los ajuste fiscales vía reducción del gasto público y achicamiento de las funciones del Estado, pues rara vez se les ocurre que se puede conseguir el equilibrio fiscal aumentando los recursos del Estado, en especial con impuestos que pesen sobre los sectores con mayor capacidad contributiva.

El año pasado asistimos a una insólita (por el distinto volumen de los protagonistas involucrados) que quisieron armar entre Guzmán y Cristina sobre si había o no habido ajuste, por el lado de frenar el gasto público en términos reales (o sea, comparado con la inflación), y por el lado de apuntar a un déficit fiscal para el ejercicio considerablemente menor al planteado en el presupuesto, aun sin haber cerrado un acuerdo con el FMI: ver al respecto acá.     

Con los números finales del 2021 en la mano, queda claro que hubo ajuste, máxime cuando hasta en ésta nota de La Politica Online con fuente en el Ministerio de Economía, se advierte que los ingresos del Estado nacional crecieron, en términos reales, más que sus gastos, también medidos en términos reales (o sea considerando el efecto de la inflación), el año pasado. 

Y los números no fueron distintos (con un déficit menor aun) porque el gobierno aumentó el gasto tarde y poco, después del cachetazo de las PASO, e incluso luego de las elecciones; contra toda lógica política y con directa incidencia en el resultado electoral, mal que le pese a Guzmán, o se enoje por lo que dijo Cristina.

Llegados a éste punto, lo que sabemos -o nos cuentan- es que el acuerdo con el FMI está trabado, precisamente, por la mayor o menor velocidad del ajuste fiscal, o lo que es lo mismo, cuanto tarda el país en "converger hacia el equilibrio" en las cuentas públicas: el Fondo pide que sea en los dos próximos años, el gobierno quiere estirarlo hasta el 2027.

Y como pasa (casi) siempre, la discusión versa sobre los gastos, y no tanto sobre los ingresos. Y si hablamos de gastos públicos, del Estado nacional, más del 50 % son jubilaciones, pensiones y asignaciones familiares, incluyendo la AUH; y otra buena parte son los subsidios a las tarifas de los servicios públicos. O sea que un ajuste que se note, más tarde o más temprano, debería pasar por ahí, con los costos sociales asociados: si el gobierno lo resiste y allí están las razones de que no haya acuerdo, bien por ellos, habrá que ver que sucede.

Sin embargo, poco se lee u oye que se discuta la otra parte del asunto, es decir los ingresos. Y discutir que pasará -en el marco de un posible acuerdo con el FMI- que va a pasar con los ingresos del Estado (sean impuestos, derechos de exportación u otros rubros) significa discutir lo que viene planteando Cristina desde el momento mismo en que Macri arregló con los fondos buitres primeros (2016) y pidió el préstamo al FMI después (2018): quien va a pagar esa deuda.

Porque hasta no venimos discutiendo si se paga o no (al menos al interior del oficialismo, ni siquiera hay cuestionamientos formales al modo en que fue contraída), y sabemos algo (poco) de lo que viene discutiendo sobre como pagarla. Nada sobre quienes, de eso no se habla.

Y así como el equilibrio o déficit de las cuentas públicas es una frazada corta en la que unos tiran por el lado de los gastos, y otros por el de los ingresos, la estabilidad política del gobierno y su suerte futura cuando deba revalidar su legitimidad en las urnas también lo es: de nada valdría que cierre un acuerdo con el FMI que "lleve tranquilidad a los mercados", baje el riesgo país o mejore la cotización de las empresas que operan en la bolsa, si es socialmente intragable, y políticamente corrosivo. A menos que en el gobierno sigan creyendo que la economía y las elecciones son asuntos separados.     

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1 comentario:

  1. Son tantos temas (que deberían analizarse por separado) encimados que no se entiende que carajo estamos tratando de hacer.
    La inflación hoy es la inflación que dejó Macri. Nunca bajo, salvó por el periodo de (y causado por la) aspo dispo.
    Lógicamente los precios no podían mantener el nivel de aumento ante la caída de demanda).

    El problema es el dólar. O los dólares, mejor dicho.
    Y el otro problema es que solo hay 2 formas de arreglar el quilombo en el que estamos, y solo uno es con el pueblo adentro.
    O nos transformamos en Brasil, con un 40% de pobreza crónica. O bajamos la tasa de ganancia de los dueños de la pampa húmeda para equilibrar los costos de vida del laburante. Otra no hay.
    No puede coexistir un modelo de desarrollo con uno especulativo rentistico.
    Fin.

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