Puede que se trate de una gestión de buena voluntad del tipo y que nosotros seamos demasiado suspicaces, pero al menos desde acá las gestiones "pacificadoras" de Sergio Massa para zanjar las disputas entre Cristina y Alberto parecen más otro gesto oportunista de aquellos a los que nos tiene acostumbrados en su carrera política, que a una preocupación real por la unidad del "Frente de Todos". El hecho de que lo haya bautizado "Ventajita" haya sido Macri -ventajero si los hay- no quita que el hombre lo es.
Porque para empezar el gesto lo posiciona -al menos mediáticamente- en un mismo plano de igualdad con el presidente y la vice, uno depositario de la mayor jerarquía institucional del país, y la otra la depositaria de la mayor parte de los votos de la coalición oficialista. Y la realidad es muy otra: el líder del Frente Renovador vino menguando su cosecha de votos desde 2013 (cuando obtuvo un impactante triunfo en las legislativas en la PBA) hasta llegar a su integración al FDT.
Por otro lado porque jamás se conformó -al menos formalmente- una "mesa chica" de conducción de la coalición oficialista o algo parecido, en la que Massa tuviera tanto para decir sobre las decisiones finales como Cristina o Alberto. Y lo más importante: al presidente de la Cámara de Diputados de la Nación no se le conocen hasta acá -al menos en público- definiciones sobre los temas álgidos que han provocado las disensiones al interior del oficialismo, y en especial entre los integrantes del binomio presidencial.
En efecto, nada ha dicho Sergio Massa -por ejemplo- sobre la situación de la justicia o el Consejo de la Magistratura, y el obvio fracaso de la idea de la "autodepuración" judicial. Tampoco sobre la inflación, sus causas o responsables; o la marcha del acuerdo con el FMI y sus implicancias en la política económica.
No se ha pronunciado sobre los aumentos de tarifas de los servicios públicos y la política de subsidios, ni sobre los mecanismos para desacoplar los precios internos de los internacionales, o sobre las protestas de sectores del campo privilegiado en forma de "tractorazo".
Tuvo sí, expresiones sobre el conflicto de Ucrania -más en línea con la embajada y el Departamento de Estado que con el propio gobierno-, y se limitó a decir que "había que sacarle el pie de encima al campo"; aunque para ser justos, esa es la línea oficial del gobierno, al menos por boca del ministro Domínguez.
Y finalmente Massa tampoco dijo palabra ni sobre el proyecto para gravar los activos no declarados en el exterior que impulsa Cristina en el Senado, ni sobre el anunciado (pero aun no concretado) gravamen a las "rentas inesperadas" que prometieron Alberto y Guzmán. Es decir: Massa hace gestiones como mediador entre las partes, pero como si fuera ajeno a las causas del conflicto, o no tuviera posición tomada sobre ninguna de ellas.
Otra vez: nos podemos equivocar por pecar de suspicaces, pero desde acá lo que parece es que Massa está apostando -otra vez- a la "ancha avenida del medio" pero dentro del electorado oficialista. O dicho de otro modo: ante el supuesto "techo bajo" de Cristina, y un "albertismo" que no termina de nacer, el razonamiento sería algo así como "¿Quién mejor para encarnar la candidatura del oficialismo en 2023 que yo, que no tomé posición por ninguno de los dos bandos en disputa?".
Massita no ganaría la interna ni en el Tigre.
ResponderEliminarLo manda la embajada para hacer el papel de equilibrado entre la alienación de Alberto y el PJ capital, y los reclamos lógicos de Cristina.
La esperanza de la embajada para después de Alberto, que Insiste con la instrucción que le dieron hace años: apuntar a la ancha avenida del medio, que hoy es un caminito que la inflación ha borrado.
El Colo.
Muchachos... Massa es Alberto. La pregunta sería... Que pasa que está cayendo la máscara? Casualmente días después que Cristina reinvindica a Alberto (en una cachetada a quienes la votamos para volver mejores)
ResponderEliminar