martes, 5 de julio de 2022

¿ESTAREMOS A TIEMPO?

 

La llegada de Silvina Batakis al Ministerio de Economía en reemplazo de Martín Guzmán desató una ola de opiniones favorables al interior del "Frente de Todos" que no se puede atribuir tanto a sus condiciones personales -que las tiene- o a las medidas que vaya a tomar (porque aun no se conocen), como a la sensación (por ahora solo eso: sensación) de que el estilo de conducción del gobierno por parte de Alberto Fernández pudo haber tocado fondo, y comience otra etapa, donde las diferentes expresiones de la coalición oficialista y en especial Cristina, puedan tener mayor participación en la toma de decisiones.

Cierto es que el modo en que se desarrolló el episodio Guzmán no permite alentar el optimismo: el modo bizarro en que se desenvolvió el núcleo duro del gobierno el fin de semana cuando se desató la crisis nos ofreció escenas de albertismo explícito: filtraciones en off a los medios sobre posibles cambios en el gabinete que luego no fueron, el intento de subirlo a Massa al potro del tormento que éste contestó (dicen) con un pedido de gozar de la suma de poder, la "mediación" de Estela de Carlotto para que el presidente que dijo que nunca más se iba a pelear con Cristina se dignar a llamarla por teléfono, el anuncio de la designación de la nueva ministra hecho por la vocera presidencial mediante un tuit con errores y la fallida conferencia de prensa posterior, suspendida por los gritos de un puñado de viejas pelo cocker y desequilibrados varios.

El ministro bancado a muerte por el presidente frente a las críticas internas, le terminó tirando la renuncia por las redes sociales, dándole el mismo tinte de "renunciamiento histórico" y gesto patriótico (él mismo la calificó de tal) que en su momento usó Kulfas, demostrando cabalmente lo que de él se sospechaba hace tiempo: jamás entendió nada de política, ni cual era su rol en todo esto. Salvo, claro, arreglar el pago de la deuda con los acreedores privados y el FMI. 

Pero por otro lado cuando Guzmán dice que se va dejando una economía más fortalecida, también deja dudas si realmente entiende tanto de economía como él cree: la inflación sigue alta y no hay señales de que vaya a amainar, ni que se estuvieran poniendo en marcha medidas para lograrlo. El Banco Central no cuenta con reservas suficientes para contener una corrida cambiaria, y hoy somos más vulnerables a las presiones devaluatorias incluso, que hace dos años y medio atrás. 

Es decir que el ex ministro ni siquiera logró su autoproclamado objetivo de "tranquilizar la economía"; y ése contexto complejo es la herencia con la que deberá lidiar Batakis, con un aditamento adicional: el presidente sigue siendo Alberto, y habrá que ver hasta que punto será un presidente distinto en lo que le queda de su mandato. 

Hay una sensación generalizada de que Guzmán debió haberse ido mucho antes, porque estaba claro su plan, y no conducía a nada, o por lo menos conducía al punto en el que estamos hoy. La percepción es que se perdió demasiado tiempo por la obcecación del presidente en sostener al ministro y su plan, y en el medio se perdió una elección crucial, aunque el presidente y su núcleo íntimo finjan demencia y sigan adelante como si los comicios no hubieran ocurrido.

Es difícil saber hoy si el cambio en Economía alcanza, y si Batakis podrá revertir el rumbo, o tendrá el respaldo del presidente para hacerlo. Porque como consecuencia de sus propios errores, la autoridad de Alberto se fue evaporando al mismo ritmo que las reservas del Banco Central, y los factores del poder real han tomado nota de ambas cosas, y obran en consecuencia: es muy posible que en los próximos días sigan los movimientos especulativos con el dólar, los bonos de la deuda y los ADR's, que son el modo en el que "los mercados" expresan que no están de acuerdo con el modo en el que se resolvió la sucesión de Guzmán.

Y esas turbulencias solo agregarán nafta a la hoguera de la inflación, que se carcome salarios, jubilaciones y planes sociales; y allí radica -en nuestra opinión- el principal problema: más allá de los equilibrios macroeconómicos, sin una recomposición de los ingresos populares el plan económico no tiene futuro, como tampoco lo tiene el gobierno de Alberto Fernández, ni el "Frente de Todos" como opción electoral de cara al 2023, si es que para entonces sigue funcionando como tal.

A regañadientes y porque no le quedaba más remedio, Alberto tuvo que ceder un alfil que le tiró la renuncia por la cabeza. Habrá que ver si acepta desistir del inverosímil plan político que viene llevan adelante desde el día posterior a las elecciones legislativas, que consiste en ignorar los resultados, y poner las energías en combatir a Cristina y el kirchnerismo, solo sustentado en los "gordos" de la CGT (que ya le sacaron el atril, o se lo alquilan a cambio de plata para las obras sociales) y los "buscas" del Movimiento Evita, Barrios de Pie y similares; que resisten con uñas y dientes no tanto el monto y destinatarios de la inversión social, como su necesaria intermediación en la gestión de los planes. 

En las ya legendarias elecciones presidenciales del 2015 en las que -aun hoy- muchos sostienen que Cristina (que acaba de recomendar a Batakis, y antes celebró la llegada de Scioli al gabinete) "fue a menos" porque pensaba que en el fondo era mejor que ganara Macri (como si le encantara desfilar pr tribunales, como lo tuvo que hacer luego) debió resignarse a que el entonces gobernador de Buenos Aires fuera el candidato oficialista porque lo pedía "el peronismo realmente existente", es decir los gobernadores y la CGT.

Pues bien, hoy, ese mismo peronismo (en especial los gobernadores) le vienen pidiendo a Alberto en todos los tonos posibles que se deje de boludear, acuerde con Cristina y no se ponga el país de sombrero, porque no quieren perder otra elección ni verse sumergidos en una crisis que se los lleve puestos a todos. Habrá que ver si las advertencias son oídas y -sobre todo- si llegan a tiempo, o ya es demasiado tarde.       

3 comentarios:

  1. Ya les dije anoche que no! (Homero Simpson Dixit)

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  2. La multicausalidad de la inflación encuentra su piso (o techo) en la escalada internacional de precios. De ahí en más, la inflación es , al menos respecto de esas variables (energía, alimentos, costo del financiamiento externo e interno), estructural.
    Nada puede hacer ningún Estado contra las variables internacionales, salvo aplicar retenciones. Pero siendo la energía y especialmente el combustible, un ingrediente directo y central en el precio de los alimentos, tampoco es que las retenciones vayan a solucionar el problema (que claro, es mucho pero mientras no se apliquen y por tanto deben aplicarse cuánto antes).
    Por esto es que cualquier medida que se aplique de ahora en más va a llegar demasiado tarde y va a servir de muy poco, sobre todo si el objetivo de las mismas es ahorrarle sufrimiento al pueblo Argentino.
    Para contener la inflación (que no bajarla) solo queda enfriar la economía, así que subir las tasas de interés a números positivos es la única medida que en el corto plazo puede dar algo de aire al gobierno. Y si, eso va a repercutir en el consumo y por ende tiene su arista negativa, pero si alguno tiene una idea mejor que sea realista y practicable, el momento de exponerla sería ahora.

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  3. La actitud de Alberto y su entorno fue irrespondable, puso a la gente de a pie en una situacion limite. El establishment impuso sus deseos con la suba del dolar blue/financiero y la remarcacion de infernal de precios de los ultimos dias. Dicen q la unica manera de retrotraer esto es con una devaluacion o una recesion bruta. Cualquiera de las dos salidas implican un sacrificio enorme para la sociedad sin ningun beneficio a cambio. Las unicas medidas q pueden revertir esta encerrona es retomar el control del comercio exterior y la produccion/distribucion de energia desde el Estado. Si tiene q haber sufrimiento q sea a cambio de algo. Quedara voluntad politica en algun lado para seguir pensando en un pais soberano?

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