ESTÁ TODO DICHO

El país que supo ser ejemplo en el mundo por el modo en el que juzgó a los genocidas por las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, hoy nos muestra la vergüenza de un poder judicial actuando como simple instrumento del poder económico, distorsionando la política democrática con la persecución absurda de la que hace víctima a Cristina, y con ella a todo un modo de ejercer la política y la representación popular.

Vincular ambos aspectos no es caprichoso de nuestra parte: los mismos beneficiarios finales de los crímenes de la dictadura, es decir aquellos para los cuáles fue hecho el golpe de Estado, son los que hoy están detrás del "lawfare", para aleccionar a cualquiera que ose rozar siquiera sus interes y privilegios.

Hace poco más de un año, cuando en el mismo juicio que hoy se le sigue por las obras de Vialidad en Santa Cruz Cristina hacía el alegato que se puede ver en el video de apertura, decíamos nosotros en esta entrada: "En el alegato Cristina describe con una precisión quirúrgica -que debería ser estudiada en las facultades de derecho- como funciona el "lawfare": sus mecanismos, sus estrategias y, sobre todo, sus propósitos: aleccionar, doblegar, condicionar. Y vaya si lo consiguen, porque la propia decisión de Cristina en 2019 de correrse de la candidatura para prohijar la de Alberto, tuvo que ver con evitar que la campaña electoral transcurriera haciendo foco exclusivamente en su paso por los tribunales, para defenderse de las acusaciones en su contra."

"El "lawfare" como estrategia de persecución política con múltiples brazos ejecutores -como bien describió Cristina- contamina climas políticos, define candidaturas, condiciona procesos electorales. Y no lo hace solo por afinidades ideológicas con las expresiones políticas de la derecha, sino también por intereses más concretos, como los de los fondos buitres y la especulación financiera internacional; y quienes en ellos invierten y ganan, a lo largo y a lo ancho del mundo."

Y agregábamos esto: "Ojalá que parte del proceso de construcción del "Frente de Todos" sea el debido aprendizaje de esa dura lección, para no volver a repetir los mismos errores; aunque el apuro del gobierno de Alberto Fernández en cerrar -en los primeros meses de su gestión- un acuerdo para pagar la deuda contraída en esas condiciones, parezca indicar lo contrario. Lo cual indica que la única forma de evitar volver a tropezar en el futuro con la misma piedra, es construir densidad nacional y capacidad de autodeterminación. O lo que es lo mismo: armar una Cristina colectiva, para acortar la distancia entre su excepcionalidad, el resto de la dirigencia política y los instrumentos del poder popular necesarios para defender los derechos e intereses de las grandes mayorías nacionales.".

Un año después, estamos en el mismo punto, o quizás peor: Cristina sigue siendo perseguida, con el propósito definido de sacarla de carrera para las elecciones del año que viene -obturando así la posibilidad de una salida electoral a la crisis en clave nacional y popular-, y los cambios en el gobierno con la llegada de Sergio Massa son -al menos hasta acá- para profundizar el abandono del programa electoral votado en octubre del 2019, con la vana presunción de que, allanándole a la derecha el trabajo sucio de hacer el ajuste, se construye una alternativa competitiva para ganarles, que sería el propio Massa.

Cuya entronización en el gobierno con plenitud de poderes es, también, obra del "lawfare": perseguida por la justicia y aun ante la evidencia del fracaso ostensible del experimento Alberto Fernández, ni siquiera la propia Cristina pudo resistir poner a conducir al gobierno a alguien amigable con ese mismo establishment que la persigue sin tregua. Lo cual no es ninguna garantía de gobernabilidad, por supuesto: "los mercados" son dioses insaciables, que siempre exigen nuevos sacrificios, y no vacilarán en tirarlo por la borda al propio Massa, si ya no les sirviera.

Sobre todo esto está todo dicho, o poco queda por decir: de que se trata el "lawfare", a quienes beneficia, por qué persiguen a Cristina. Hasta su condena parece estar ya escrita, en un proceso vergonzoso en el que faltan pruebas, pero sobran "íntimas convicciones".

Acaso lo que falte por decir -y sobre todo por hacer- es lo que nos toca a nosotros en el armado  de esa "Cristina colectiva" del que hablábamos un año atrás; que no se puede reducir a instalar un hashtag en Twitter bancándola, o hacer una marcha a tribunales para pedir la renuncia de la Corte, y la reforma judicial. Podríamosempezar por exigir además, en la calle si fuera necesario, el cumplimiento de lo que votamos, y ofrecer el apoyo para aguantarse lo que venga si se lo intenta cumplir.