lunes, 17 de octubre de 2022

PLAZA, PUEBLO, LÍDER

 

La plaza siempre estuvo, desde aquel 1810 en el que el pueblo quiso saber de que se trataba. Lo que se esperó por años fue el líder, y hasta que se lo encontró, en aquel 17, pareció que no había pueblo, o por lo menos se gobernaba como si no lo hubiera, o no contara.

Y la plaza dejó de ser el escenario por excelencia de la historia, hasta aquel 17, en que sorprendieron las columnas que convergían, y horrorizaron las patas que se refrescaban en las fuentes. Ese 17 el pueblo llenó la plaza, para rescatar al líder. Y cambió la historia para siempre.

Hubo entonces -como hoy- presuntos dirigentes que dudaban si movilizar por el líder, pero el pueblo pasó por encima de ellos y sus dudas, tomando su destino en sus propias manos. Como diría alguien muchos años después, no estaban dispuestos a dejar que pasaran cosas, simplemente porque ellos dejaran que pasen, sin hacer nada. 

Hoy, 77 años después, el dilema sigue siendo el mismo que alguien planteó aquella noche del 9 de diciembre de 2015, en una plaza llena con un pueblo agradecido y con memoria, como el de aquel 17. Como entonces, va a pasar lo que nosotros dejemos que pase.

El pueblo, cuando lo dejaron sin su líder y le impidieron ir a la plaza, armó un 17 permanente, que duró casi 18 años, hasta reencontrarse con su líder, en la plaza. La historia llamó a ese proceso la resistencia, y así como el 17 fue consagrado como el Día de la Lealtad, de esa lucha nació otro día, el de la militancia. Que no es sino el pueblo organizado, en la calle, en las plazas, detrás de un liderazgo, en defensa de una idea y en la búsqueda de la concreción histórica de un proyecto político.

Y hoy sigue siendo en esencia lo mismo, aunque cundan la decepción y el escepticismo porque se perdió el rumbo, se traicionó el voto, se abandonó el proyecto, se relega al pueblo y con él, a la militancia. Tanto como crece la preocupación por el futuro porque la oligarquía sigue siendo la misma de aquel 17, defendiendo los mismos intereses y privilegios y dispuesta a todo para ello, pero con un poder acrecentado por nuestras dudas y deserciones.

También hace 77 años el líder dudaba, y pensaba en recluirse a la vida privada abandonando la política, están sus propios testimonios. En el sur, para ser más precisos: que cosa la historia, que se empeña en reiterarse a veces. De esas dudas -nacidas en el medio de la derrota que le habían inflingido sus enemigos y el abandono de parte de los propios- lo rescató el pueblo, ganando la calle. 

De la conjunción de ese pueblo que llenó la plaza para rescatar a su líder, con ese líder que correspondió con creces a ese amor, nacieron los 10 años más felices de la historia argentina, medidos en dignidad y derechos.  Otra vez: la historia no es solo evocación, sino también enseñanza, y la moraleja es que cuando confluyen un pueblo movilizado y un liderazgo a la altura de las circunstancias, todo es posible, o en todo caso, sin esa amalgama, nada lo es.

No era fácil entonces, aunque el pueblo no estaba como hoy, atravesado en su interior por contradicciones y fracturas; y estaba Perón, nada menos. Y no es fácil hoy, cuando ellos tiene la misma decisión de siempre, y nosotros nos llenamos de dudas. Pero no hay otro camino que el que recorrieron las masas aquel 17: hay pueblo, hay plaza y hay líder.

1 comentario:

  1. Cristina, un liderazgo a la altura de las circunstancias. Pero hay que movilizar al pueblo. Habrà que salir a la calle más seguido.
    El Colo.

    ResponderEliminar