viernes, 25 de noviembre de 2022

DISTRIBUIDORA "LOS HIJOS DE PUTA"

 

Sobre el anunciado acuerdo del gobierno con las principales empresas para el congelamiento de precios, leemos en Infobraden las exigencias puestas como condición por la COPAL (la cámara que agrupa a las principales industrias alimenticias del país) para firmar el acuerdo, que básicamente son que el acuerdo -de firmarse- duraría menos que un pedo en un canasto: que no haya inflación, que no suban las tasas de interés, ni el tipo de cambio, que les garanticen los dólares al precio oficial para pagar las importaciones, que no les suban los costos ni les aumenten los impuestos y que Argentina gane el mundial, de paso.

Eso, o sin antes haber remarcado precios a lo pavote desde que Massa anunció el congelamiento, como pasa siempre en estos casos: pese a que están muy por encima de la ya elevada inflación general, no se privaron de aumentar "para cubrirse", como lo puede comprobar cualquiera que pase por un supermercado.

Al mismo tiempo y sobre el mismo tema, leemos en La Política Online que Molinos Río de la Plata (es decir, Pérez Companc) salteó el "corralito" impuesto por la UIA y la COPAL, y firmó el acuerdo con el gobierno antes de las demás empresas lo hagan. El promotor del "corralito" (o "cepo a la firma", ya que estamos con las metáforas económicas) es Daniel Funes de Rioja, presidente al mismo tiempo de las dos gremiales empresarias, aunque como dicen que dijo De Mendicurren, no sabe diferenciar un bulón de una tuerca, porque su profesión es ser básicamente lobbista, no empresario, mucho menos industrial. 

Si no fuera que hay tantos candidatos dando vuelta, se podría decir que, muerto Videla, Funes de Rioja compite con grandes chances por el premio al hijo de puta perfecto: no hay reclamo contrario a los intereses de las grandes mayorías nacionales en el que no se prenda, o peor aun, que no cuente con su iniciativa. Desde la reforma laboral flexibilizadora hasta las privatizaciones o el desguace del Estado, pasando por la eliminación lisa y llana de cualquier forma de impuesto, regulación o control estatal.

Por otro lado en un contexto de alta inflación sostenida durante mucho tiempo, las alimenticias figuran entre las que más aportan para que el IPC siga alto, en rubros que por otro lado son esenciales, y en consecuencia inelásticos a las variaciones en la demanda: hasta ahora no se encontró la forma de que la gente deje de comer, no al menos sin consecuencias fatales. Cuando Cristina empezó a decir allá por el 2020 que la economía iba a crecer pero no era cuestión de que ese crecimiento se lo llevaran entre tres o cuatro vivos, pensaba no solo en ellos, pero fundamentalmente en ellos: no tenemos pruebas, pero tampoco dudas.

Cuando los trabajadores negocian salarios en las paritarias, buena parte de las mejoras que obtienen se van por la canaleta de los aumentos de precios de los alimentos y bebidas, que forman parte esencial del consumo de los hogares. Lo mismo pasó y pasa con la instauración de la AUH, o peor porque en ese caso se trata de sectores que destinan la casi totalidad de sus ingreso a la alimentación. Estas mismas empresas se llevan buena parte de cada refuerzo de los programas alimentarios del Estado, desde la tarjeta Alimentar, hasta el reciente bono de refuerzo.   

También rankean alto entre los sectores empresarios entre los que se evidencian elevados niveles de concentración y prácticas distorsivas de los mercados por abuso de posición dominante, tanto como faltas y violaciones a las propias leyes que, incluso en el capitalismo de lo que ellos consideran "países serios" se respetarían, como las de defensa del consumidor y la competencia, y de lealtad comercial; o las más recientes como "la ley de góndolas" o de etiquetado frontal.   

Y ni que decir que está entre los principales beneficiarios de la inacción del gobierno en todo lo que sea controlar el proceso de formación de los precios, sea requiriendo información sobre las estructuras de costos, restringiendo exportaciones vía cupos, aumentando retenciones para desacoplar los precios internos de los internacionales o aplicar ese marco legal al que antes hicimos referencia, más la ley de abastecimiento cuando el sector -para el que podría decirse que fue pensada- lo justifica con creces con su comportamiento.

Como decíamos, en un país en el que no escasean los hijos de puta, las grandes empresas alimenticias hacen sobrados méritos para estar entre los peores hijos de puta. De allí que tenga lógica que su cara visible sea Funes de Rioja. Y dan un ejemplo claro de los límites reales a las posibilidades de diálogo y consensos de los que hablábamos acá.

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2 comentarios:

  1. t tambien el sr ajís, que afirma q las tarifas, que sus ahora aparentemente amigues mau y caput, aumentaron un 3000% y nuestrs ¿? administradors aumentaon poco a poco, pero sin prisa y sin pausa, están bajas...deberían aumentarse en su propuesta shock mortal cobat
    ¿tenemos los dirigentes q nos estaríamos mereciendo?

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  2. No solo parecemos esperar peras de los olmos, también está visto que ofrecemos todos los beneplácitos para que se timbee cual Las Vegas desproporcionada. Y los ludópatas aprovechan y juegan como es lo suyo

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