viernes, 16 de junio de 2023

SI PUDIERAN LO VOLVERÍAN A HACER

 

Los bombardeos a la plaza de Mayo y sus alrededores del 16 de junio de 1955 siguen siendo aun hoy, a 68 años, el peor atentado terrorista y criminal de la historia argentina: la masacre a cielo abierto de víctimas inocentes, en una ciudad con varios millones de habitantes, por fuerzas militares desleales al pueblo y la Constitución, con el sólo propósito de matar a Perón y derrocar a su gobierno, elegido poco más de tres años antes con casi el 63 % de los votos; guarismos casi similares a los que obtuviera el peronismo en 1954 (un año antes de los ataques), en las elecciones para cubrir el cargo de vicepresidente vacante por la muerte de Quijano.

Es necesario hacer estas precisiones para poner en su correcto contexto político estos hechos como lo que fueron: un brutal avasallamiento de la democracia y desconocimiento de la voluntad popular, que significó un ensayo de lo que vendría después: el golpe de la autodenominada Libertadora, los fusilamientos de junio del 56', la proscripción electoral del peronismo durante 18 años, los gobiernos pseudo  -democráticos de Frondizi e Illia, el golpe de Onganía, la masacre de Trelew; y finalmente el golpe del 76' y el plan sistemático de muertes, desapariciones, torturas y violaciones de los derechos humanos. 

De aquellos polvos de junio del 55' vinieron todos esos lodos, algo a recordar cuando ahora nos digan que la "grieta" entre los argentinos comenzó el 25 de mayo del 2003, con la llegada de Néstor Kirchner al gobierno. O cuando se muestren preocupados por como queda la Plaza de Mayo después de un acto peronista. Y un recordatorio también de lo que ésta gente -el antiperonismo enfermizo- fue y es capaz de hacer.

Porque así como los partidos opositores a Perón no solo no condenaron la masacre de junio del 55' sino que luego formaron parte de la Junta Consultiva de la Fusiladora, o Zavala Ortíz (que tripulaba uno de los aviones asesinos) terminaría siendo canciller de Illia, hoy los mismos -o sus herederos políticos- siguen hablando el mismo idioma de odio, cuando hablan del peronismo.

De hecho, estamos asistiendo a una interna gorila ampliada (con "Juntos por el Cambio" y Milei) en la que compiten entre sí por ver quien dice la barbaridad más grande, respecto a lo que piensan hacer con nosotros, si ganan las elecciones: exterminarnos, erradicarnos y hasta -por brutal que parezca, en éste preciso país con su historia a cuestas-, hacernos desaparecer. Ahí están los registros diarios de los medios, que no nos dejan mentir.

Los bombardeos del 55' fueron un claro acto de terrorismo que cumplió con su objetivo: amedrentar, atemorizar y evitar que se articulara una respuesta política eficaz a la escalada golpista: con el Guernica criollo a la vista, Perón temió una reedición en éstas tierras de la guerra civil española cuyas consecuencia pudo ver en persona, y sus indecisiones en el comando de la represión legal del motín le costó el gobierno, la proscripción y el exilio. Y durante 18 años la política argentina vivió a la sombra terrible de aquellos aviones criminales: la oligarquía argentina y sus instrumentos políticos y militares habían demostrado con creces lo que eran capaces de hacer.

En estos tiempos y pese a los 40 años de recuperación de las instituciones democráticas, podemos comprobar con tristeza que la lección no ha sido aprendida, y que el consenso democrático que suponíamos blindado es mucho más frágil de lo que creíamos. De hecho, se pudo atentar a la vista de todo el mundo y por televisión contra la vida de Cristina sin que el conjunto de la dirigencia política opositora expresara un repudio inmediato, concreto, rotundo y sin reparos contra el hecho.

Y la justicia -esa misma justicia engrangrenada y corrupta a la que algunos quieren recurrir para dirimir las disputas internas- hizo lo imposible para borrar toda evidencia de la responsabilidad de los reales instigadores y financistas del intento de magnicidio. Mientras Patricia Bullrich -cuya responsabilidad cuando mínimo por omisión en los hechos es inocultable- sigue sin condenarlo, y hasta podría encarnar la candidatura presidencial del gorilismo, si se impone en las PASO. 

Algo de todas estas cuestiones sin dudas -o por lo menos esa es nuestra apreciación personal- han incidido en el ánimo de Cristina (nuestra fusilada que vive, como Livraga) para no competir otra vez por la presidencia, tanto como las maniobras del "lawfare" en su contra: ella misma confesó en público su perplejidad por el quiebre del pacto democrático, que implicaba entre otras cosas, desterrar la idea de la legitimidad de la supresión física del adversario como recurso político válido. 

Si esto es así, Sabag Montiel logró el mismo éxito que aquellos aviadores de junio del 55', aun habiendo fallado en su intento. Y uno y otro hecho (los bombardeos, el intento de asesinato) y otros tantos sucedidos en estos 68 años han demostrado sobradamente lo que ellos son capaces de hacer, si lo creen necesario, para terminar con el peronismo. El asunto es que somos capaces de hacer nosotros, no en forma de respuesta violenta a la violencia, sino de respuesta política pacífica, organizada y democrática, pero clara y contundente.

Y no parece que lo adecuado sea alimentar la hoguera de las minúsculas vanidades personales pichuleando por las reglas de juego de la interna, o los lugares en las listas. De lo contrario, no habremos aprendido nada de una historia tan triste y dolorosa. 

2 comentarios:

  1. De aquellos polvos vinieron estos lodos, nunca una frase fue más contundente.
    Y, sí, Perón no quiso reeditar un símil Guerra Civil Española, por razones probablemente más diversas de lo que se imagine. Y por ello, aceptó el consejo de la Subsecretaría de Prensa y Difusión de no dar a conocer la lista completa de víctimas. Que fueron más de lo que la historiografía pudo reconstruir.
    El Mayor Renner, cercano al General y aguardando audiencia, apareció por las oficinas estatales portando una caja confidencial en la cual se podía presumir , a simple vista, cerca de 1000 fichas con foto carnet de los acribillados, entre cuerpos completos y mutilados a reconstruir. Mi padre, quien trabajaba en esa Subsecretaría, a cargo de Apold primero y León Bouché después, tuvo acceso rápido al contenido de esa caja. No le estaba permitido observar ese interior clasificado, pero Renner, con quien tenía afinidad, se lo habilitó. Contó la primera hilera de fichas y multiplicó ese número por las restantes columnas. Así que desde niña escuché decir a mi viejo una letanía que repetía, casi en estado de shock intermitente: 1008.
    Mil ocho.
    Pero no sólo la derecha camoufló ese hecho. Es doloroso, pero hay que reconocer que el dato luctuoso obtenido por mi padre (uno de apenas 4 secretarios), a más de un peronista 10 veces más encumbrado que mi viejo le llegó al oído. Y no se escucharon a esas importantes voces del Peronismo revelar tan ignominioso dato.
    Pero fue ese bombardeo el primer acto terrorista de envergadura, es cierto.
    Quizás, obtener una calificación de terrorismo para tal hecho fue inconveniente para más de un sector. Es decir, ¿por qué adelantar familiaridad con un término que sería tan útil a futuro para calificar una disidencia popular?
    Y no. No hemos aprendido mucho de las fuerzas que nos adversan.
    Ni de nuestras propias tendencias caníbales que hacen que, periódicamente, convirtamos a simples perros caniches en verdaderos lobos grises. Porque esta manía de llevar contra las cuerdas a cuadros que podrían haberse integrado a una fórmula de unidad, de ser bien recibidos, o que podrían haber sido diluidos en la masa de las listas, si tan mal olor despedían, de haber sido tratados con menos sectarismo, se habría evitado el papelón mayúsculo de este cónclave de expertos en sexo de ángeles que estamos exhibiendo. Y que no pasa desapercibido al pueblo en general.
    Así que seguimos convirtiendo caniches en lobos, por esta tan particular pasión por la canicultura que tenemos los peronistas.
    Tristísimo.

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  2. Lo siguen haciendo, todos los días. Desde Jujuy a la caba...

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