jueves, 14 de septiembre de 2023

AGENDAS, AUDIENCIAS, VOTOS

 

Los anuncios que hizo esta semana Sergio Massa vinculados al impuesto a las Ganancias, al financiamiento educativo y a la devolución del IVA en la compra de productos de la canasta básica de consumo son -hasta ahora- simplemente eso: anuncios. Salvo la suba del mínimo no imponible de la cuarta categoría del impuesto (la que grava los salarios más altos) que se instrumentó mediante la publicación del Decreto 473 en el Boletín Oficial del martes. (Completo acá).    

Yendo en orden de aparición hay que arrancar por el financiamiento educativo, en el cual se anuncia el envío de un proyecto de ley al Congreso creando una afectación específica de la coparticipación federal de impuestos para garantizar una inversión mínima del Estado (en todos sus niveles) del 8 % del PBI destinada a la educación, la ciencia y la investigación. 

La continuación y profundización de una de las políticas más virtuosas del kirchnerismo, que comenzó en el gobierno de Néstor con la sanción de la Ley 26075 (2005), que llevó la inversión en ese rubro a más del 6 % del PBI, garantía luego incumplida durante el gobierno de Macri, pese a que muchos de los que conformaban lo que entonces era Cambiemos votaron a favor la ley impulsada por Kirchner.    

Después vinieron los anuncios por Ganancias, de los que sobresale el proyecto remitido al Congreso para disponer la derogación del impuesto para la cuarta categoría (los salarios más altos), o su reducción a un número muy reducido de asalariados, los de más altos ingresos. La oposición de derecha -que en los días previos lo toreaba a Massa con que enviara el proyecto ya, sin esperar a ganar las elecciones para hacerlo- ya anunció no solo que se opondrá, sino que ni siquiera dará quórum para tratarlo. 

Todo menos inesperado, y quizás ahí resida la mayor eficacia de los anuncios de Massa: en el hecho de poner a la discusión a discutir consigo misma, agarrándolos del pico como se dice, para que demuestren si es cierto que quieren bajar impuestos, o si en realidad solo lo quieren hacer para favorecer a los más ricos; y si realmente les importa la educación, o bajo un gobierno suyo caería también bajo la cuchilla del ajuste que promueven y prometen.

La movida es inteligente en términos políticos, aunque es dudoso que tenga un impacto electoral significativo: le permite a Massa retomar el control de la agenda, pero no necesariamente se traducirá en una mejora en la cosecha de sus votos. Y pone a la oposición en un lugar incómodo, con el riesgo de perder una mínima porción de votos propios entre aquellos sectores de clase media que se verían beneficiados con los cambios en Ganancias; que a su vez habrá que ver si no migran a Milei.

En éste último caso Massa retoma un caballito de batalla de la cúpula sindical de la CGT durante los gobiernos de Cristina, que fue también parte permanente de la hoja de ruta de su Frente Renovador, claro que en otros tiempos, cuando le disputaba con ciertas chances electorado al macrismo; y cuando (gobiernos kirchneristas mediante) había unas cuantas cosas básicas resueltas como para plantear exquisiteces. Hoy la realidad es otra, y el 12,4 %  de inflación de agosto golpea duro a la porción principal de la base electoral de Unión por la Patria, y a la candidatura del propio ministro de Economía.

Seguramente para atender eso, el mismo día que se conoció el índice fatídico Massa anunció que a partir del lunes se devolverá el 21 % del IVA en la canasta básica de alimentos a unos 9 millones de personas, perceptores de jubilaciones, pensiones, monotributistas y asalariados de menores ingresos (hasta 6 SMVM). Una medida con otro impacto social y numérico, pensada para otras audiencias, y que forma parte de una agenda que nunca debió abandonarse: la de ponerle plata en el bolsillo a la gente.

Se podrá discutir el acierto de las medidas -en especial los cambios en Ganancias, que beneficiarán a sectores con escasa propensión marginal al consumo, y posible tentación por dolarizar excedentes- o el timmig para anunciarlas (con la magra cosecha de las PASO ya certificada), pero no la oportunidad, a unos 40 días de elecciones cruciales que decidirán, en buena medida, el futuro de la Argentina.

Lo que no se puede discutir es que hay un candidato -no un gobierno, tampoco necesariamente el conjunto de la coalición- que está buscando en distintas peceras los votos que le faltan para asegurarse un lugar en el balotaje, desalojando de él a una de las expresiones de la derecha para polarizar con la restante; en condiciones difíciles. Por lo menos hay que valorarle el empeño, porque quedándose (quedándonos) de brazos cruzados el destino catastrófico está marcado.   

2 comentarios:

  1. Es indiscutible que está transpirando la camiseta las 24 horas del día. Se puso el equipo al hombro, aunque algunos del equipo no corren.
    Es éste tío o el abismo. No hay otro menú.
    El Colo.

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  2. Triste brillo de un canchero.
    Peor es Milei

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