O tiene el apoyo de las grandes mayorías, o ellos lo consideran fuerte y creíble. Las dos cosas juntas, imposible. https://t.co/yg0dgzmQqZ
— La Corriente K (@lacorrientek) October 13, 2023
Piden apoyo político para el plan de ellos, que generalmente consiste en cagarse en lo que vota la gente en las elecciones. https://t.co/mAL0EOlU2H
— La Corriente K (@lacorrientek) October 13, 2023
La gente de mierda -como los del FMI- suele ser experta en hablar con eufemismos, porque las cosas que en realidad quiere decir, no se pueden decir con todas las letras. Al menos en público.
Para no hablar de "ajuste" hablan de "plan de estabilización", para no hablar de que -para variar- seamos los más los que ponemos el cuero para pagar la deuda, dicen "esfuerzo conjunto" como si ellos también hicieran su parte, y para no hablar de privatizaciones, desguace del Estado o recorte de derechos, dicen "reformas estructurales", "sustentabilidad fiscal" y cosas por el estilo.
Uno de los eufemismos más conocidos a los que apelan es del "apoyo político" que sería necesario para "implementar un plan sólido y creíble" que es ni más ni menos que el de ellos, el mismo de siempre, que no se lo cree nadie, y se derrite como un helado al sol.
"Apoyo político" no quiere decir -como algún despistado podría pensar- construir una sólida mayoría democrática para llevar adelante un plan económico sino más bien todo lo contrario: que el sistema político niegue la democracia, se cague en lo que la gente vota, y cierre filas en defensa de los ajustes que propone el Fondo; lo que supone -si fuera necesario- reprimir toda protesta, sin que nadie se queje por ello y todos lo acepten como daños colaterales aceptables, para "ordenar la macroeconomía".
Nadie nunca ganó una elección siguiendo a pie juntillas las recomendaciones del FMI o poniendo en práctica sus "condicionalidades" (otro eufemismo habitual por "extorsiones"), y la Argentina no es la excepción: la perdió Macri por paliza en el 2019 aunque le hicieron un fenomenal aporte de campaña de 45.000 palos verdes, que terminamos pagando todos, vaya uno a saber por cuantos años.
Y las perdimos nosotros en el 2021, por no solo haber validado esa deuda, sino apurarnos a cerra en la gestión Guzmán un acuerdo con el FMI a como diera lugar, pese a las advertencias que desde el propio "Frente de Todos" (empezando por Cristina) se hicieron al respecto. Y si ahora Massa tiene riesgo cierto de perder es porque el acuerdo con el Fondo -como se advirtió- es inflacionario y recesivo, al mismo tiempo.
Claro que siempre puede haber una excepción, y hay quienes dicen que en materia económica la Argentina es en sí misma una excepción: Javier Milei fue el candidato más votado en las PASO y cuenta con grandes chances de meterse en un balotaje (otros dicen que hasta de ganar en primer vuelta) prometiendo llevar a adelante el "plan motosierra" que -según el mismo se encarga de destacar- es más duro aun que el del FMI.
El mismo FMI que advierte sobre las dificultades que enfrentaría su idea de dolarizar la economía, que requeriría -entre otras cosas- "de un fuerte apoyo político", eufemismo cuyo significado se ha explicado más arriba. Lo que no están diciendo es que dolarizar es complejo, pero que si decidimos ir por ahí, lo importante es sumarle volumen político (es decir un amplio acuerdo entre oficialistas y opositores) a la locura, para enfrentar las previsibles resistencias que despierte el experimento.
Ojalá no lleguemos a ese punto, sobre todo considerando nuestra larga tradición de "ir en auxilio del vencedor"; aunque hasta el instante mismo de abrirse las urnas sostuviéramos que sus ideas son un delirio. Ese mismo riesgo -el del naufragio democrático en un plan de ajuste con "amplio apoyo político" está presente en el llamado a "un gobierno de unidad nacional", según quienes respondan al llamado.
El FMI ha estado ligado -si no en la génesis, en la amplificación- no solo a todas nuestras grandes crisis económicas desde 1955, sino también a nuestras convulsiones institucionales. Que es lo que suele suceder cuando se reemplaza la democracia y el respeto por la voluntad popular y el sentido del voto ciudadano, por los "apoyos políticos".
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