jueves, 9 de noviembre de 2023

NO DAR NADA POR SENTADO

En un discurso con muchos puntos altos y destacables, anoche Sergio Massa propuso 10 temas centrales de discusión para alcanzar ciertos consensos en la Argentina, sobre cuestiones estructurales: economía, producción, trabajo, deuda, educación, salud, sistema previsional, cambio climático, seguridad, política exterior.

Planteó definiciones pero también interrogantes abiertos en modo "los argentinos tenemos que discutir que queremos sobre...". Un formato que -entendemos- levanta la puntería de una campaña ramplona, caracterizada por el descenso del debate político a niveles cloacales, porque ese fue el terreno que propuso la derecha que no es nueva, ni moderna ni democrática, y al cual nosotros muchas veces no podemos resistir la tentación de bajar.

Repasando la agenda que ayer delineó Massa -que deja planteados los temas centrales de la Argentina, aun para quienes no coincidan con su enfoque-, la primera reflexión que surge es como puede ser que a esta altura del partido estemos discutiendo ciertas cosas, como la necesidad de una educación pública gratuita y de calidad con financiamiento suficiente, de un sistema de salud integrado entre todos sus actores o de un sistema previsional uiversal y solidario basado en el pacto intergeneracional; por mencionar algunos.

Y en esa perplejidad radica precisamente la complejidad y las dificultades que presenta esta elección: allá por los primeros meses del gobierno de Alberto y cuando el fenómeno Milei no tenía la dimensión que tiene hoy, nos preguntábamos nosotros en ésta entrada "Sin embargo cabe preguntarse ¿es realmente así, podemos quedarnos tranquilos pensando que toda la sociedad argentina ha logrado un consenso, si no unánime, amplio y extendido sobre que la democracia es el mejor sistema político para organizarnos? ¿Podemos decir, sin temor a incurrir en falsedades, que todos los argentinos o una porción abrumadoramente mayoritaria de ellos tienen en claro y aceptan que vivir en democracia supone que gobiernen aquellos que ha elegido la gente, hasta el final de su mandato, aunque no sean los que a nosotros nos gustan, o los que votamos?"

Desde allá para acá incluyendo hitos destacables como el atentado contra Cristina, el crecimiento de una derecha psiquiátrica y la justificación y apología (que ya no simple negacionismo) de los crímenes de la dictadura instaladas como moneda corriente en la discusión pública por dirigentes políticos que ocupan cargos en las instituciones democráticas (y aspiran a ocupar otros aun más importantes, como Victoria Villarruel), debieran hacernos reflexionar sobre un hecho objetivo: el piso mínimo común que los argentinos elegimos para vivir los últimos 40 años (la vigencia de la democracia) no es tan "común", y los consensos amplios son cada vez más mínimos.

Cuando nos dicen que el problema del país son "los 70 años de peronismo" nos están diciendo -y cada vez más claro- que quieren volver al país anterior a Perón, lo que supone que ellos ya saldaron la discusión: no quieren un país en el que los trabajadores tengan dignidad y derechos, salarios justos, consumo y movilidad social, ni donde todo trabajador al final de su vida activa pueda jubilarse, ni donde la educación (en todos sus niveles) sea gratuita, o la salud un derecho universal accesible a todos.

Pero tampoco quieren un país con industria y desarrollo, que apueste a la ciencia y la tecnología para crecer y ser soberano, que tenga una política exterior digna, independiente y acorde con sus propios intereses y no los de otros. Es decir, todas cuestiones que muchas veces suponemos zanjadas y admitidas por todos, en las que simplemente nos tenemos que poner de acuerdo sobre los mejores medios para conseguir esos fines.

En ése contexto, es muy posible que la apelación de Massa a los necesarios diálogos en busca de esos consensos en torno a los temas que planteó ayer caiga en el vacío, sobre todo en buena parte de la dirigencia opositora. El problema no está ahí -al menos no el problema principal-, sino en que buena parte de la sociedad argentina (esa que votó a Milei dos veces, sin ir más lejos) parece estarnos diciendo que ellos no están de acuerdo con nada de todo eso, y prefieren que impere la ley del mercado, que es la de la selva; y en ella todos creen ser el león. 

Allí radica como dijimos la complejidad de ésta campaña y la dificultad objetiva en la que debe desenvolverse la práctica militante, tan similar en todo a aquella campaña del 2015, pero en la que no debemos dar por sentado nada: ni que ciertas cosas son tan ampliamente aceptadas como nosotros suponemos, ni que estamos condenados a que se repita el resultado fatal de aquel entonces, ni que -por el contrario- muchos argentinos hayan hecho (gobierno de Macri mediante) el aprendizaje de lo costos que fue hacer ciertas advertencias. 

Tanto que hoy estamos, 8 años después, teniéndolas que reiterar. Tuit relacionado:    

3 comentarios:

  1. Bien el discurso de Massa. Bien contra la grieta y la violencia pero ni una sola referencia al atentado criminal contra Ella que configura la viga principal de sus votos. Y el debate de los vices, si hubo chicanas es por lo menos sesgado el enfoque equiparando a Rossi con la falsa catequista apologista de los asesinos genocidas. Atenti muchachos: antes que seguir buscándole roña a Rossi piensen un poquito en la millonada que sigue gastando Omar P. en publicidad (si hay contrato anterior voltearlo con un decteto o una cautelar). Guita que hace muchísima falta en comedores y merenderos de mi barrio. Abrazo

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  2. Cada uno lee lo que quiere. Incluso lo que no está escrito. Y cada uno habla de lo que quiere. Donde quiere. Como nosotros acá, ponéle.

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  3. Gracias (en serio), por publicar mi comentario. Y claro que podemos y debemos leer, escribir y sobre todo interpretar lo que leemos. De nuevo gracias. Me voy a repasar un ratito La comunidad organizada, Mi mensaje y Sinceramente. Forza el 19. Fraternal abrazo compañero. 💪

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