martes, 23 de enero de 2024

DE A UNO NOS COCINAN

 

Hay un error de enfoque muy extendido en el posicionamiento opositor frente a la ofensiva del gobierno de Milei a través del DNU y la ley ómnibus: suponer que se los puede juzgar -y en consecuencia tratar- como cualquier otro proyecto emanado de un gobierno democrático en los últimos cuarenta años, y entrar en el análisis pormenorizado artículo por artículo, como si se pudiera encontrar alguno rescatable, o hubiese algunos más horribles o dañinos que otros.

Cuando en realidad estamos ante el gobierno menos democrático (en el discurso y en la acción) y más autoritario de todos cuantos fueron electos desde 1983 (lo que incluye al de Macri, que no es poco decir), y que intenta ejecutar un plan integral de saqueo del país, y de cercenamiento sistemático de los derechos de la mayoría de su población; para hacernos retroceder a los tiempos de la colonia, o convertirnos en una factoría de intereses extranjeros, con un modelo económico de plantación.

De ello se deriva que cada uno (los legisladores opositores en el Congreso, el sindicalismo, los gobernadores, los inquilinos, los científicos, el mundo de la cultura, los ambientalistas) va por la suya planteando sus reivindicaciones -en su mayoría legítimas-, sin entender que su suerte está inexorablemente atada a la del conjunto social.

Y no es cuestión de ponerse a discutir que cosas son prioritarias para defender y cuáles no, aunque ciertamente unas lo sean más que otras, y cada uno pueda hacer su propio orden al respecto; sino simplemente de intentar caracterizar correctamente a que nos estamos enfrentando, y en consecuencia cual sea la estrategia más eficaz para ponerle freno antes de que sea tarde.

De éste error de enfoque -y de no poca dosis de cobardía política- surgen hechos como que hoy se esté hablando más del aumento de las retenciones a los exportadores, que del hachazo a las jubilaciones, la mutilación de la legislación laboral o el remate de las empresas públicas. 

La voracidad insaciable del "círculo rojo" del poder económico los ha puesto a Milei y a su gobierno en la arriesgada estrategia de jugarse un pleno en el casino apostando a que el DNU y la ley salgan sin cambios tal y como fueron pensados, o haciendo cambios cosméticos que no afecten su esencia, y sin un "Plan B" si eso falla. 

Si la apuesta sale mal, a la crisis económica y social ya en marcha se le agregaría una crisis institucional, cuya responsabilidad quieren descargar en los hombros de la oposición extorsionándola para que apoye las reformas, cuando los culpables serán exclusivamente ellos, por plantear de modo autoritario en una sociedad (o al menos sus núcleos más activos) acostumbrada a movilizarse en defensa de sus derechos 

Del otro lado no se ha acertado aun en una estrategia única de oposición a la ofensiva de la derecha, y acaso el paro de la CGT podría ser el disparador de ella: todo aquel que tenga un motivo para protestar y oponerse al DNU y la ley ómnibus debería no solo adherir a la medida, sino poner el cuerpo en la calle en las movilizaciones para visibilizar su reclamo; sin importar su filiación política, a quien haya votado en las últimas elecciones, o cual sea su opinión sobre el sindicalismo y los paros en general, o sobre la dirigencia de la central obrera en particular.

De lo contrario estaremos todos discutiendo por la mirilla de la cerradura de nuestra preocupación particular si el Estado debe financiar la cultura o la investigación científica, el sistema jubilatorio, la propiedad de las empresas públicas o la legislación laboral como si fueran asuntos separados, y no blancos identificados en conjunto para ser destruidos, en el marco de una misma ofensiva.

O dicho de otro, si salimos (y protestamos, y cuestionamos, y pedimos cambios en las reformas) de a uno en función del propio interés particular amenazado, nos va a pasar lo que les pasa a las hormigas cuando salen en fila del hormiguero, y alguien las espera afuera con la pava de agua caliente: nos van a cocinar. 

2 comentarios:

  1. Coincido 200 %. Todas las desgracias y calamidades que vendrán atentan de modo lineal contra la paz social

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  2. 1-Rechazo legislativo al DNU.
    2-Rechazo legislativo a la Ley Omnibus.
    3-Posteriormente, pedido de juicio político.

    Y si aparecen legisladores dadores de gobernabilidad que votan a favor de dinamitar el país apoyando el DNU o la Ley Omnibus, gigantografías en las calles con sus caras y movilizaciones frente a sus domicilios.
    A ver si empezamos a mover las cachas.¿O que hay que esperar?
    Para empezar, mañana a la calle cada uno en su ciudad o pueblo.
    El Colo.

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