Hace unos días Lucas transcribía un artículo del inefable Chantanosky en su portal en que llamaba básicamente a un golpe de Estado, a ver si alguno en el Círculo Militar lo leía y tomaba cartas en el asunto. No faltaban claro las apelaciones a las "libertades perdidas", nunca faltan ese tipo de manifiestos.
En esa línea, vienen apareciendo uno tras otro editoriales en La Nación, como el de hoy que mostramos en la imagen de arriba; y al que pueden acceder acá.
Como también le gusta decir a Lucas, la derecha se ha majulizado: años ha, los mismos tipos apelaban al partido militar para resolver los "vacíos de autoridad", preocupados por el avance de la subversión armada internacional y el marxismo leninismo.
Hoy los inflaman los pibes que revuelven las bolsas de basura buscando comida, y dejan desperdicios tirados en la vereda, que las empresas contratadas por Macri (o de su propiedad) para limpiar, no barren eficazmente. Claro que también les preocupa que nadie barra eficazmente a los pibes que hurgan en las bolsas.
¿Habrá pisado Escribano una cáscara de banana y se dio un porrazo en la vereda de su casa, o tal vez alguna chica confundió a Morales Solá con un cliente ávido de sexo cuando llevaba a los nietos a la escuela?
Vaya uno a saber, lo cierto es que -a medida que se acercan las elecciones, y con ellas el inexorable cristinazo- los muchachos de la tribuna de doctrina se ponen cada vez más nerviosos, y pierden por completo los estribos.
Y en esa crispación -¿no éramos nosotros los crispados- arman un licuado de nazismo, darwinismo social y quejas de reunión de consorcio (porque para ellos el país es básicamente eso: un consorcio), como el editorial de hoy.
Y pierden toda perspectiva: temas que el mismo editorial califica como "realmente graves" como el narcotráfico, el crimen o la delincuencia (pregunta: ¿no hay, justamente, delincuencia, porque hay crimen?) ocupan apenas un par de renglones al final; dando por perdida la batalla en ese plano, porque no se puede esperar nada de un gobierno que no caga a palos a los manteros de la calle Florida.
La idea es generar una anomia generalizada que justifique cualquier reacción posterior, ¿buscarán un cacerolazo de gente indignada porque le revuelven la basura en la puerta, o no le limpian la caca de perro de las veredas?
En fin, dime por qué protestas y te diré que tan mal te va realmente.
Obvio es decir que no encontrarán en el artículo la menor referencia a los más de cien días de cortes de ruta en todo el país protagonizados por el garcaje del campo hace apenas tres años, ahí estaba justificada la protesta por los argumentos que da Chantanosky en su artículo: ¿quién carajo es el Estado para querer cobrarme impuestos?
Lo bueno del caso es que se sacan los guantes a la hora de teclear (y no importa que elijan no firmar: todos piensan igual al respecto), y se exponen en toda su crudeza como los miserables que son, no ya en términos políticos sino simplemente humanos.
Sin embargo, hay que estar atentos a la siembra cotidiana de odio de esta gente, porque es una botella echada al mar buscando activar mecanismos reflejos instalados en vastos sectores de la sociedad argentina, durante tantos años de autoritarismo, en busca de la oportunidad.
bien ahí, blog (Elabas)
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