LA TOTA QUEDÓ PREÑADA

Leemos en Página 12 declaraciones de Miguel del Sel sobre la asignación universal por hijo; en las que repite absolutamente todos y cada uno de los lugares comunes de la derecha más reaccionaria sobre los pobres, la ayuda social del Estado, el clientelismo y demases.

Que ahora hay más embarazos adolescentes por la AUH, que las pibas se embarazan para cobrar la plata, que no se puede tener a un tipo toda la vida pagándole un plan porque no hay trabajo, que hay que recuperar las escuelas técnicas porque si no se fomenta una vagancia que es clientelismo para el voto.

Raro que se le escapó pedir que vuelva el servicio militar obligatorio.

Es inútil detenerse en la ignorancia supina del personaje, que repite idioteces que circulan socialmente sin detebnerse a corroborar si son o no ciertas; como por ejemplo que -si algo ha sucedido en la educación desde el 2003 para acá- es, justamente, que han vuelto las escuelas técnicas; al amparo del crecimiento económico con reindustrialización.

Desde que se sancionó en el 2005 la Ley 26.058 el gobierno nacional destina un porcentaje del Presupuesto nacional al reequipamiento  de las escuelas técnicas, y en estos días por caso, Agustín Rossi anunció que por esa vía el año próximo recibirán más de 1030 millones de pesos.

Pero volvamos a las declaraciones de Del Sel sobre la asignación universal: en un punto sirven para demostrar al personaje tal cual es, porque estos tipejos que la van de "apolíticos" o "gente común", tienen todos en el fondo  un profundo desprecio por vastos sectores sociales (donde no les va mal electoralmente, como es su caso), pero después se llenan la boca hablando de clientelismo, vagancia y todas esas bellezas.

Estos dichos de Del Sel (en Mendoza, convenientemente lejos de Santa Fe y ya pasadas las elecciones donde fue candidato) hay que contrastarlos con lo que decía en la campaña, cuando parecía preocupado porque a los negritos de las villas les llegara el agua caliente.

Ignorancia, prejuicio, desprecio, creencia en que el progreso sólo llega por el esfuerzo individidual y el que no lo logra es porque no quiere, o es vago o estúpido: el credo liberal de Vargas Llosa sin ir más lejos.

Todo eso cree Miguel Del Sel y lo repite a pie juntillas, aunque no sepa quien es Vargas Llosa, o crea que es algún jugador de fútbol de la selección de Perú.

Después viene acá y se disfraza de popular, coquetea con el peronismo, claro: con el peronismo de Reutemann y Mercier, toda una definición.

El episodio también nos interpela a nosotros, como sociedad y como comunidad política: este personaje obtuvo 615.000 votos y estuvo a 62.000 de ser gobernador de una de las provincias más importantes de la Argentina. Algo debemos estar haciendo mal todos, los que participamos en política, y los que votamos.

Ni siquiera le vamos a discutir a Del Sel lo que hace artísticamente, o si se puede considerar que a él no se lo puede tildar de vago, no entremos en ese terreno.

Simplemente tengamos en cuenta estas cosas cuando se despoje del gesto grave y serio con el que seguramente dijo las cosas que dijo en Mendoza, y vuelva a querer entrarnos con la sonrisita canchera de ganador, de tipo piola que podría ser cualquiera de nosotros.

Cualquiera de nosotros no, a menos que seamos como él, y estemos preñados.

Preñados de mierda que en cualquier momento sale a la luz, más tarde o más temprano.