No conformes con haber hecho ingresar al país al libro Guinnes de estupideces políticas, al pedirle opinión a la oposición sobre como Cristina armó su gabinete; Mariano Obarrio en La Nación de hoy redobla la apuesta: ahora consulta a los dirigentes opositores sobre como debería ser el discurso de la presidenta al iniciar su segundo mandato.
Y los pasantes de las redacciones de Clarín y La Nación (que eso son, en sustancia, la mayor parte de los dirigentes opositores), como el perro de la RCA Víctor, escuchan la voz del amo y ladran.
¿Porque qué otra cosa que ladridos se pueden considerar ciertas respuestas, concediendo que la única inteligente hubiera sido no contestar?
Por caso Binner (un dechado de capacidad analítica y conceptual a la hora de enfrentar micrófonos y grabadores) dice que, a juzgar por el resultado de las elecciones, no habría que esperar más que la profundización del modelo.
Pero vea usted que cosa señora: don Hermes le está diciendo que un gobierno que ganó las elecciones con el 54,11 % de los votos porque hizo las cosas de una determinada manera durante ocho años, luego de tamaño triunfo, debería hacer exactamente lo contrario.
Debe ser el teorema socialista que aplicaron Rodríguez Zapatero y Papandreu en Europa; pero lo curioso es que acá en Santa Fe el mismo Binner (que lo deja a Bonfatti como su sucesor) dice que lo importante es que el programa tenga continuidad, porque pensaron una provincia para 20 años.
Prat Gay (otro profundísimo intelectual de la política nacional) dice que no se pelee con nadie, lo que descartaría de plano a priori que Cristina reitere el reclamo de soberanía sobre las Malvinas, porque eso signficaría pelearse con los ingleses; o que no denuncie la fuga de capitales, porque eso sería pelearse con muchos amigos -justamente- de Prat Gay.
Lo de las propuestas es un chiste: una candidata que va a la reelección, tras ocho años de gobierno de un mismo signo, lo que ofrece al electorado es lo que ya hizo: si fuera por las propuestas, Altamira podría haber sido presidente, o ir al balotaje con Carrió.
Macri y De Narváez no dan ni para gastarlos, vea señora: el vacío cerebral y la repetición de lugares comunes y frases hechas, no deja demasiado para explayarse, pero a La Nación y a Obarrio le llenan algunas líneas en la nota.
Y el senador Naidenoff de la UCR es -como decirlo- radical: Cristina tiene legitimidad electoral no porque la votamos casi doce millones, sino porque se la reconocen los radicales; y el país real es el que ellos ven y no el que vimos nosotros, esto dicho por alguien del partido que llevó como presidente a De La Rúa (que miraba dibujitos mientras moría gente) o que hizo famosa la anécdota (real o no) del diario de Yrigioyen.
En fin, más allá de lo que dijo Cristina en su discurso, es casi seguro que algo seguirá igual por los próximos cuatro años: la relación simbiótica entre los medios hegemónicos y la oposición, y la subordinación de las prácticas políticas de ésta, a la línea editorial de aquéllos.
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