martes, 25 de septiembre de 2012

LA COHERENCIA HISTÓRICA DE LA TRIBUNA DE DOCTRINA


Hace poco en este editorial (al que corresponde la imagen) llamaban veladamente a interrumpir el mandato de un gobierno elegido por el 54,11 % de los votos hace menos de un año, demostrando su histórico desprecio por la voluntad popular.

Cuando se instaló la discusión por el voto a partir de los 16 años, salieron a decir de inmediato que se trataba de una medida puramente demagógica y electoralista del gobierno, para captar con clientelismo a sectores del electorado sin plena conciencia política: una variante más del desprecio por la expresión política de la mayoría.

Esta misma semana (como veíamos acá) volvían a agitar el fantasma del fraude electoral.

Pero esta línea de pensamiento no es nueva.

Vean si lo que decía la edición de la tribuna de doctrina del 15 de agosto de 1911:

"Sobre la imparcialidad del Presidente de la República reposa todo el complicado y caviloso mecanismo sin más garantía que la personalísima del primer mandatario erigido en curador del sufragio. Como siempre los gobernadores dispondrán del votante, que actuará bajo coacción.

Toda esa profusa y cavilosa urdimbre excogitada para que el sufragio no sea falsificado, no conseguirá extirpar el dominio de los oficialismos subordinando las legiones de votantes, ni adobar los escrutinios. A pesar de la primacía que se arroga  el Presidente no podrá, con todo, ni impedir ni reprimir en forma alguna la coacción y la superchería oficial que sojuzga electores, ni tampoco asegurar que los escrutinios sean respectados; no hará sino solemnizar el más pernicioso fraude...".

Estaba hablando, ni más ni menos, que del proyecto de voto secreto y obligatorio remitido al Congreso por el presidente Roque Sáenz Peña como consecuencia de la lucha del radicalismo, y que terminaría siendo la Ley 8871 inmortilizada con su nombre.

Cuando se discutió el proyecto en la Cámara de Diputados, en la votación en particular se rechazó el voto obligatorio, y la edición de La Nación del 2 de diciembre de ese mismo año 2011 decía en su editorial: "Gran sorpresa la de ayer, el voto obligatorio es un recurso subalterno y forzado, demasiado mecánico y demasiado violento...".

Y como Sáenz Peña lograra que el Senado aprobara el voto obligatorio, y así quedara en el texto de la ley definitiva, en su edición del 7 de febrero de 1912, el editorial del diario fundado por Mitre decía: "La lista incompleta, el voto obligatorio y las otras reformas a la legislación electoral recientemente sancionadas, no tendrán mayor influencia en los comicios, el proyecto adoptado a empeñosa influencia del Poder Ejecutivo no podrá aplicarse...".  

Con lo que queda claro que, además de su ancestral elitismo antipopular, ya desde entonces le erraban a las peras a la hora de formular pronósticos a futuro.    

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